martes, 10 de noviembre de 2020
Poesía y ciencia ficción: un viaje espacial en verso
martes, 3 de noviembre de 2020
Marie Curie: Notas de la ilustradora
«Una biografía sabia, vibrante de emociones, que cuenta los hechos históricos de la vida de la científica Marie Curie, en una narrativa íntima, personal y pública […] Este libro fusiona magistralmente la historia del arte con la de la ciencia», así reseña el veredicto del Premio Bologna Ragazzi 2020 el libro escrito por Irène Cohen-Janca e ilustrado por Claudia Palmarucci: Marie Curie, en el país de la ciencia.
Ilustrar un álbum que narra la vida de un personaje de la historia conlleva un trabajo de investigación minucioso, una búsqueda de numerosas referencias para lograr el ambiente y el estilo deseados. Compartimos algunas de las notas incluidas en Marie Curie, en el país de la ciencia, sobre el proceso de Claudia Palmarucci para recrear en ilustraciones la vida de esta importante científica.
Claudia Palmarucci, nació en Tolentino, Italia, en 1985. Hizo estudios de arte en la Academia de Bellas Artes de Macerata donde ahora enseña. Ha estudiado con grandes ilustradores como Vitali Konstantinov y Maurizio Quarello. En 2009 cursó el máster Ars in Fabula. En 2011 fue seleccionada en Illustr’arte y en el prestigioso CJ Picture Book Award.
Esta es solo una parte de las observaciones ligadas a las imágenes. Es realmente difícil indicar por completo la cantidad de material visto durante estos meses, sin el cual habría sido muy complicado acercarse a la vida de la científica. De modo particular, fue indispensable la cuidada biografía escrita por Susan Quinn, Marie Curie. Una vita (Bollati Boringhieri, 2013). También fue de gran ayuda la biografía que Ève Curie escribió a solo cuatro años de la muerte de su madre, Vita della signora Curie (Mondadori, 1938) y la autobiografía de la propia científica, Autobiografia (Castelvecchi, 2017). Para ahondar en cuestiones más específicas a nivel histórico, cultural y científico fue también esencial el material disponible en línea, en particular la cantidad de datos gentilmente cedidos para su uso en la web del Musée Curie. Finalmente, para recrear los lugares y las atmósferas de la densísima vida de la científica, me ayudó un gran número de películas y documentales dedicados a ella más o menos recientes.
martes, 27 de octubre de 2020
Los distintos: proceso de ilustración
Los distintos es el segundo título ilustrado por Eva Sánchez Gómez para Ediciones Ekaré. Las memorias de los protagonistas del libro, Socorro y Paquito, le evocaron vivencias de su propia familia, así como las de tantos niños y adultos que vivieron la guerra civil en España. Al ilustrarlo recordaba su infancia en Puigcerdà, junto a esa línea imaginaria llamada «frontera», imperceptible para cualquier niño, donde ella podía jugar con su hermano a las cabañas y tener un pie en cada lado, sintiendo que pisaban en todo momento la misma tierra.
Eva Sánchez Gómez nació en Puigcerdà, Girona, en 1986. Estudió Bellas Artes en la Universidad de Barcelona e ilustración en la Escola de la Dona. Con más de una treintena de libros publicados en diferentes países, ha recibido el CCEI de Ilustración Isabel Niño y el Letteratura Ragazzi di Cento y ha sido seleccionada como parte del Catálogo Iberoamericano de Ilustración SM, la Bienal de Bratislava y en la lista White Ravens 2020.
Compartimos algunos bocetos, pruebas y anécdotas del proceso de ilustración y edición de Los distintos.
«Frené en seco cuando vi que mi padre estaba muy serio, de pie, junto a una maleta. Me llamó Paco, no Paquito, que es como me llama todo el mundo. Me dijo que se tenía que ir de España. Que, a partir de ese momento, yo era el hombre de la casa y que tenía que cuidar de mi madre y de mi hermana. Sentí miedo. Quise llorar. Yo solo tenía nueve años. Pero me quedé mudo. Y no lloré. No pude. Él siempre me había dicho que los hombres no lloran y eso había pasado a ser yo: un hombre.
Desde la ventana vi a mi padre salir del edificio con su maleta. En la calle lo esperaban dos guardias de asalto. Estaba comenzando a nevar. Me quedé allí, viendo como mi padre caminaba por la acera, hasta que dobló la esquina y no pude verlo más. Solo entonces me di cuenta de que todavía tenía el avión en mi mano. Lo miré sin saber qué hacer con él. Solo los niños juegan a pilotear avioncitos de plomo, pensé. Y yo, según me acababa de decir mi padre, ya no era un niño».
Se incluyó una página sin texto, con una imagen que hace referencia al momento del viaje, una transición hacia la nueva paleta de color y hacia la vida en un país desconocido:
jueves, 15 de octubre de 2020
Los distintos: un viaje literario de ida y vuelta
Mi historia con este libro está llena de magia.
Podríamos decir que todo comenzó en el 2016, en una ciudad venezolana llamada Valencia. Yo entonces vivía en Caracas, pero fui a Valencia a acompañar a mi tía Amparo a la Feria del libro donde iba a ser homenajeada por su larga trayectoria como bibliotecóloga. Como sobrina, escritora y lectora, tuve el honor de formar parte de ese homenaje pues me encargaron hablar de mi tía como mujer, como persona, contar quién era ella fuera del universo de las bibliotecas. El encargo me resultó delicioso no solo porque es una mujer a la que quiero y admiro muchísimo, sino porque daba la casualidad de que yo estaba en ese momento escribiendo un libro íntimo sobre mis abuelos, mi papá y mi tía. Tenía mucho que contar sobre ella.
En esa feria coincidí con Pancha Mayobre, quien me escuchó hablar sobre todo lo que le había tocado vivir a mi tía siendo niña: la guerra y la postguerra en su país natal, tener que ir a un colegio de monjas, en la España franquista, siendo la hija de un “rojo”, dejarlo todo y tener que emigrar junto a su familia a vivir a un país ajeno. Pancha me propuso que escribiera un cuento sobre eso. Presentía que las historias de la pequeña Amparito podían resultar muy atractivas y actuales para otros niños y niñas que hoy en día estaban teniendo que atravesar por circunstancias parecidas.
El proyecto me pareció maravilloso. Yo siempre había querido escribir algo para Ekaré pues casi todos los libros favoritos de mis hijos, esos que les leía antes de dormir, eran de esta editorial. Pero, además, ya mis niños y los de Pancha se habían tenido que despedir de tantos amigos que se iban de Venezuela con sus familias a vivir a otros países. Me parecía fantástico, importante, poder contarles sobre una niña de su misma edad que había tenido que emprender el mismo viaje, pero a la inversa. Hablarles de otra época en la que miles de familias como las suyas se habían ido de Europa para Venezuela donde encontraron las condiciones idóneas para establecerse y empezar de nuevo. Que el cuento de la pequeña Amparito pudiera servir para entender que no hay países mejores que otros, solo circunstancias, que la vida te puede cambiar de pronto y se sobrevive.
Entusiasmada, no más regresar de la feria, me senté a escribir. Y así, escribiendo, empecé a escuchar no solo la voz de mi tía sino también la de mi papá. Eran hermanos, se llevaban apenas dos años, les tocó vivir lo mismo. Sin embargo, cuando yo les había pedido que me contaran sus infancias, sus cuentos eran muy distintos. Recordaban cosas diferentes. Vivían juntos, pero las cosas que le habían llamado la atención a uno al otro no le importaban o ni se había fijado en eso.
Esta diversidad de opiniones, recuerdos y anécdotas sobre un mismo hecho me resultaba fantástica como escritora. Me brindaba la posibilidad de escribir su cuento desde distintos ángulos, enriqueciéndolo. Fue así como surgió la idea de escribir “Los distintos” con dos protagonistas: Paquito y Socorritos, y que cada capítulo estuviera narrado en primera persona por uno de ellos. La idea me gustó porque significaba un reto para mí. Hice una suerte de bosquejo de estructura para no perderme en el camino de estas dos voces y comencé a escribir este libro.
Podríamos decir que esto ocurrió así. Pero también podríamos decir que este libro comenzó a escribirse hace poco menos de un siglo en otra ciudad llamada Valencia, pero que no queda en Venezuela sino en España. Allí vivían dos niños: Pepito y Amparito, cuando estalló la Guerra Civil y la vida les cambió por completo. Dos niños que crecieron y fueron al colegio durante la guerra y la postguerra, que eran muy distintos entre sí y también a sus compañeros de escuela porque sus padres pertenecían al bando que perdió, que un buen día tuvieron que emigrar junto a su madre y su abuela a un país del que nunca habían oído hablar y donde muchos años más tarde se convirtieron en mi papá y mi tía. Si todo esto no hubiera ocurrido, así como ocurrió, este libro no existiría. O si no me lo hubieran contado. O si Pancha y yo no hubiéramos coincidido ese mismo día en la otra Valencia…
Me resultan mágicas las coincidencias en los nombres de las ciudades donde todo esto comenzó, así como tantas otras cosas que siguieron ocurriendo ligadas a este libro. Porque yo lo escribí y se lo entregué a Pancha en Caracas, y lo leyeron mis hijos y los suyos, que fueron algo así como el primer comité de lectores que lo aprobó, y arrancó el proceso lógico de aprobación en Ekaré. Y todo esto pasó cuando ni a Pancha ni a mí se nos había cruzado por la cabeza la idea que tendríamos que vivir junto con nuestros hijos algo parecido a lo que cuenta el libro. Pero así fue. Mientras la vida del libro seguía su curso en la editorial, las dos tuvimos que emigrar de Venezuela. Primero me vine yo a España, con mis dos hijos y mi madre, así como hace más de 70 años se fue a Venezuela mi abuela con sus dos hijos y su madre. Luego emigró Pancha con su familia a Nueva York.
Yo llegué a Madrid en diciembre del 2017, con lo que me cupo en la única maleta que me permitió la aerolínea, dejando atrás mi casa, mi ciudad, mi país, mi vida y mis certezas. El miedo que me había hecho irme de allá se vino conmigo y se transformó en pregunta: ¿y ahora qué? No tenía respuestas. Para no caer en la tentación de sentarme en una acera a llorar me aferré a la idea de que si mi abuela había pasado por lo mismo y había logrado sobrevivir yo también lo lograría. Y la otra rama de la que me agarré para no derrumbarme fue la ilusión de que en algún momento cercano se editaría mi libro “Los distintos”. Eso me permitía pensar que, aunque yo estuviera ganándome la vida haciendo cualquier otra cosa, seguía siendo lo que más me gusta ser: escritora. Una escritora con un libro en camino. Fue mágico porque cada vez que estaba a punto de desmoronarme, Pancha o Irene me comunicaban alguna novedad fantástica sobre “Los distintos”. Como si me intuyeran. A ellas se sumaron tres magas más: Merce, la editora, Alejandra, la directora de arte, y Eva, la ilustradora y coautora de esta aventura. Cinco mujeres increíbles, dueñas de un talento extraordinario, que encima riegan con una capacidad de trabajo, una pasión por lo que hacen y un cariño hacia mí que espero que algún día la vida me permita retribuirles de alguna manera. No sé si ellas saben, si he logrado transmitirles cuánto me fascinan y me conmueven cada una de las ilustraciones del libro, lo mucho que me maravilla el trabajo, el cuidado, el esmero que han puesto en hacer que “Los distintos” haya quedado como quedó. Lo que todo esto significa para mí. Lo feliz que estoy.
Y, como si le faltara magia a mi historia mágica con “Los distintos”, resulta que el libro se edita en el mismo país en el que nacieron mis personajes, del que se tuvieron que ir y al que yo he tenido que venirme a vivir poco menos de un siglo después.
jueves, 1 de octubre de 2020
En peligro de extinción: una epopeya editorial
jueves, 9 de julio de 2020
El contador de cuentos: Realidades que se cruzan
"Me sentí muy atraída por el cuento y el escritor desde buen comienzo, admirando no solo su increíble eficacia y economía de medios, sino sobre todo su afilado sentido del humor e ironía [...] un delicado equilibrio entre lo cruel y lo sarcástico. Enfrentar la creación de imágenes que de alguna manera reflejaran estas características era un reto interesante. El mismo hecho de escoger el formato álbum ilustrado, típicamente dedicado a los niños, para una historia que en principio no está escrita para niños y que tiene un tono nada didáctico y algo políticamente incorrecto, me parece un gesto irónico en sí mismo".
“Para resolver esta encrucijada, decidí ubicar la historia I en un ambiente realista, tridimensional, de la Inglaterra del 1900, con leyes espaciales como la perspectiva cónica y la aérea. Busqué información sobre los trenes, vestuario, objetos y paisajes de la época. La historia II (la de Bertha) decidí contarla usando como base los motivos decorativos de las tapicerías y tejidos del espacio I, casi como si ocurrieran dentro de estos motivos, utilizándolos a veces como fondo, a veces como forma, para crear un mundo fantástico que espacialmente se ubica dentro del mundo 'real', como es la propia estructura del cuento dentro de otro cuento".
ESCENA HISTORIA I |
ESCENA HISTORIA II |
El trabajo de los personajes también estuvo cuidadosamente estudiado. Alba Marina se basó en imágenes de Saki para la caracterización del protagonista, por encontrar resonancias entre éste y su personaje de ficción hasta en la circunstancia de su soltería, poco usual para su época y condición social. La tía, de rasgos angulosos y afilados, contrasta con la redondez de los tres sobrinos. Lo recto y rígido, sinónimo de aburrido, en contraposición a lo ondulado y flexible, sinónimo de lúdico. En cambio, existe una relación directa entre el tratamiento de la tía y la niña "horriblemente buena", ambas construidas con la misma rigidez. Un lazo de color magenta que la tía lleva en el sombrero y la niña en la cabeza evidencia la afinidad de estos dos personajes, indicando que comparten una manera similar de entender el mundo.
"Haciendo transfers de los motivos de los tejidos conseguí generar un ambiente más irreal para el mundo fantástico de la historia II. Técnicamente decidí diferenciar ambos espacios. En el mundo de la historia I dibujaba primero los elementos como quería y después transfería los motivos de los tejidos en zonas muy controladas. En el mundo de la historia II, lo hice al revés: primero realizaba el transfer y después creaba los elementos de la escena".
ESCENA HISTORIA I |
ESCENA HISTORIA II |
“La ilustradora se muestra libre de inhibiciones, incertidumbres, miedos o dudas. Al contrario, prefiere retratar con maestría las múltiples emociones de la historia: la ironía, el aburrimiento, la perplejidad, el disgusto y la expectativa, capturando así, y con gran claridad visual, la atmósfera que reina dentro del vagón del tren. Pues esta escena representa un choque entre dos paradigmas educativos, dos opiniones y, quizás, dos formas de concebir el mundo. Un estuche innovador y elegante completa esta presentación visual que nos deleita”.
domingo, 31 de mayo de 2020
Madre Medusa: un mito sobre el aprendizaje de una madre
La reseña original en catalán pueden leerla en el blog de Llibreria Il·lustrada, aquí