miércoles, 26 de mayo de 2021

«La gran montaña»: ilustrando una travesía, por Carmen Salvador

Carmen Salvador (Caracas, 1953) es una conocida ilustradora, artista plástico y arquitecta venezolana. Estudió en la Universidad Central de Venezuela, la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas y en el Instituto Federico Brandt de Caracas. Ha recibido numerosos reconocimientos por su trabajo de ilustración de libros para niños, como Los Mejores del Banco del Libro o la selección en la lista White Ravens de la Internationale Jugendbibliothek. Con Ediciones Ekaré ha ilustrado los libros El rey mocho, El libro de oro de los niños, Estaba el señor Don Gato y La gran montaña.

En esta entrada, con motivo del décimo quinto aniversario de La gran montaña, Carmen Salvador comparte su experiencia durante el proceso de ilustración.

Cuando yo era niña, mi mamá —que era una gran lectora— nos contaba un cuento todas las noches antes de dormir. Leía usando solo una lámpara sobre el libro, para que la noche siguiera “puesta” en nuestra habitación. Aquellos libros tenían mucho texto y apenas una imagen cada tantas páginas, como solían ser las ediciones de cuentos de hadas de antaño.

Recuerdo hoy cómo, con cada vuelta de página, yo la interrumpía con mucha curiosidad diciéndole: “¡Déjame ver...!”. Y ella de vez en cuando me revelaba la imagen.

Muchos años después, al comenzar a ilustrar, reviví este fascinante juego de leer e imaginar, pero además ahora yo podía crear las imágenes y llevarlas al papel. Es un reto tratar de sacar las imágenes que tienes en tu memoria, o las que puedes crear a partir de una referencia, y reproducirlas en la forma en que tú quieres que se vean.

Cuando eres ilustrador y te entregan un manuscrito, quisieras complacer a todos logrando plasmar en el papel lo que se imaginan. Pero esto es imposible. Solo es posible cerrar los ojos, leer y leer muchas veces el texto, abrir los ojos, imaginar, pensar... y comienza un proceso como cuando cocinas y tienes todos los ingredientes en la mesa.

Creación de personajes

La gran montaña, escrito por José Antonio Delgado, narra la historia de cuatro amigos que sueñan con escalar una gran montaña. Estos cuatro amigos están inspirados en los integrantes del Proyecto Cumbre, que para entonces habían escalado grandes cumbres como el Everest. Teniendo esto en cuenta, me basé en relacionar a cada uno de los animales del cuento con algunos de ellos para la creación de los personajes.

A Yak lo crearía a partir de una foto que le pedimos a Frida —la esposa de José Antonio— de su pequeño hijo Tomás, porque era tan gracioso y tenía un pelo así como despelucado que nos recordaba a los yaks. Le pregunté a José Antonio con cuál se identificaba él y me dijo que con Elefante. Carlos Castillo con su característico pañuelo en la cabeza sería Canguro y finalmente Marcus Tobía, Camello.

Hice varias pruebas donde aparecían en bocetos los animales humanizados vestidos con ropa de escaladores, pero nos gusto más que se vieran como animales en sus cuatro patas. Lograr un lenguaje sencillo y con ternura era importante para resaltar los valores de amistad, solidaridad, perseverancia y trabajo en equipo.




Lo más importante para mí era resolver el recorrido que hacen los personajes desde que salen de su casa hasta que llegan a la cumbre de la gran montaña. Hice muchos bocetos y mapas hasta lograr armar una maqueta miniatura del libro completo. El storyboard creo que solo lo entiendo yo porque los hago muy pequeños, ya que así consigo ver rápidamente el conjunto y desarrollo de la historia para posteriormente definir las escenas.




Referencias y técnicas

Como referencias usé el libro “Camino a la cumbre: del Ávila al Everest” y otro libro muy completo que me prestó José Antonio sobre el Tíbet. Del último tomé imágenes de templos, personas, lugares, símbolos y los típicos banderines tibetanos.

Camino a la cumbre: del Ávila al Everets y referencias fotográficas

Para la técnica, use óleo sobre papel Fabriano de algodón. El óleo es un material difícil para ilustrar porque tarda en secar, pero el color es profundo y luminoso, y quería que así fuera porque el cuento era para niños pequeños. Todo el trabajo está realizado a mano suelta.

Boceto escena final

Ilustración terminada escena final

Tampoco utilicé líneas negras para los contornos, sino el mismo color de la forma en creyón para que el color fuera predominante. El diseño del libro marcaba que las ilustraciones serían sangradas, es decir, ocuparían todo el espacio de las páginas. Tuve cuidado de no intensificar mucho el color en la parte donde se agregarían los textos, para así facilitar su lectura.

Detalle escena final

El fondo de la portada y contraportada lo hice aparte en una doble página utilizando óleo, rasgando y superponiendo los blancos. Las guardas a línea negra, figuras sencillas, que luego se convertirían digitalmente a blanco con los motivos y símbolos tibetanos.

Guiños escondidos


Quise incluir un juego. Al inicio del cuento, donde Elefante está en su cuarto leyendo, piensa: “¿Podré tocar el sol y la luna?”. Allí coloqué en la ilustración al sol y a la luna en el mismo lugar que en la última página del cuento cuando (¡finalmente!) todo el grupo llega y dice: “Era casi como tocar el sol y la luna”. Lo quise ilustrar de esta forma para que, si el lector pinza las páginas intermedias y las mueve para ver la primera y última página, se pueda observar al sol y la luna superpuestas, casi tocándose.

Y finalmente, en el pequeño mapa, que aparece al final de la historia, se ve todo el recorrido de los cuatro amigos desde que salen de casa hasta llegar a la gran montaña. 

De colofón dibujé una foto, a manera de postal, en la que aparecen todos contentos posando con los abrigos que les tejió la Abuela Canguro.




viernes, 21 de mayo de 2021

Camino a la gran montaña: un testimonio de Frida Ayala

José Antonio Delgado “El Indio” (Caracas, 1965 - Nanga Parbat, 2006) fue un destacado montañista venezolano, ingeniero mecánico y autor del libro La gran montaña. Fundó el Proyecto Cumbre y junto a ellos realizó la primera expedición venezolana en alcanzar la cima del Everest. Su esposa, la también montañista y directora del Festival Ascenso, Frida Ayala, nos cuenta cómo hace quince años un hombre de montaña se sentó a escribir un libro ilustrado.

  

Un muchacho y el Everest

 

José Antonio tenía pasión por la montaña desde niño, pero cuando subió por primera vez el Pico Humboldt en Mérida se enamoró para siempre del montañismo. Eso fue en bachillerato. Luego continuó haciendo grandes montañas en Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, México. En 1994 alcanza la cumbre del Cho Oyu, una de las 14 montañas en el mundo con una altura de 8000 msnm, tras haber escalado la mítica montaña Ama Dablam.

 

El Everest fue un sueño durante casi quince años para él. Ningún equipo de venezolanos había alcanzado su cumbre. Hasta que finalmente en 1997 comenzó la "ruta" al Everest junto con el resto de los miembros del Proyecto Cumbre, Carlos Castillo, Marco Cayuso, Carlos Calderas, Martín Echevarría y Marcus Tobía. El 23 de mayo de 2001 la expedición llegó al punto más alto del Everest.



 

Escribir La gran montaña

 

Todas las noches les contábamos cuentos a nuestros hijos, Sofía y Tomás. Teníamos la colección completa de libros de Ekaré. Un día los niños pidieron un cuento inventado. Y se hizo costumbre. Cada noche, nos daban dos personajes. Yo inventaba un cuento donde tocaba ver qué hacer con una princesa, un unicornio, una pelota, un robot… Pero José empezó a contar su propio cuento y cada día lo fue perfeccionando.

 

El cuento era "La gran montaña": la travesía de un grupo de amigos por subir la montaña más alta del mundo. Después, con la ayuda de algunas técnicas que yo usaba en preescolar con mis alumnos, pasamos a escribirlo.

 

Los personajes de la historia salieron de los viajes de José Antonio. Cuando Proyecto Cumbre hizo el Everest hace ya 20 años, mi hija y yo viajamos a Nepal e hicimos un paseo a una granja de elefantes, y luego nos montamos en un elefante en Chitwan. Así nació el primer personaje del cuento.

 

Luego, el yak era un animal que a José le fascinaba. Toda la cultura sherpa se sustenta en este animal que, a pesar de convivir con el hombre, se mantiene mucho en su estado salvaje.



Es gracioso porque Carmen Diana (la editora), cuando hicimos el libro, me pidió una foto de Tomás, que era un bebé, para que Carmen Salvador ilustrara al yak inspirada en él.


El camello bactriano lo había conocido en los viajes a Muztagh Ata y Gasherbrum. Siempre hablábamos de ese camello y de recorrer la ruta de la seda, pero no se dio.

 

Para terminar, nos faltaba uno... y llegó canguro. Sin ninguna otra explicación más que nos trajo un atributo que necesitábamos para el cuento.



 

Me encanta como José incluyó detalles de nuestra vida. Por ejemplo, cuando dice "son distintos, pero se ríen igual que nosotros". Esa frase la dijo mi hija una vez que una familia china se mudó a nuestro edificio (algo nuevo para ella) y me pareció hermoso que lo incluyera en el libro.





15 años después, un legado

 

Convertí su historia en una conferencia que doy en colegios públicos y privados, en zonas populares como Caucagüita o en un centro comercial. Cada vez que cuento el libro y hago la presentación sobre la vida de José, es todo muy conmovedor. Llevo los equipos y les enseño sobre el significado de "La gran montaña" como un sueño; algo que quieres lograr.


 

Un día, luego de contar el cuento y realizar el taller de "Alcanzar tu sueño", uno de los muchachos se animó a hablarle a una niña de quien había estado enamorado por mucho tiempo. Sin duda, el cuento tiene una forma de acercarse no solo a los niños sino también a los adultos que de forma desprevenida sienten la metáfora profundamente, y una y otra vez me dicen lo inspirados que están para ir tras sus grandes montañas. Creo que allí reside parte de su emoción.

 

En Venezuela y Latinoamérica, José Antonio sigue siendo un ícono y referencia del montañismo. El Festival Ascenso que fundó continúa activo. Y recientemente, se realizó una obra de teatro en Italia llamada I guardiani del Nanga” donde toman como referencia los siete mejores y más destacados montañistas del Nanga Parbat que murieron en esta mítica montaña. José Antonio fue uno de ellos.

 

También continúa circulando el documental sobre su vida "Más allá de la cumbre" (2008), cuyo director Juan Carlos López decidió usar el cuento de "La gran montaña" como hilo narrador. Decisión que considero acertada porque da una profundidad de quién era José Antonio como persona y como montañista.

 

Para mí, su legado principal ha sido su vida, enseñanzas y pasión. Y por supuesto, nuestros dos hijos amados.

Recuerdo que uno o dos días antes de irse a Pakistán llegó muy contento. Me dijo que me tenía un regalo muy especial. Y me enseñó la maqueta del cuento. Originalmente yo había hecho unos dibujos que no fueron aceptados, pero cuando vi las ilustraciones de Carmen Salvador quedé fascinada. Todavía siento que "La gran montaña" es el regalo de José para mí.