Beatriz Elena Robledo, investigadora colombiana de literatura infantil, escribe sobre la diversidad que ofrece leer a Ivar Da Coll:
Hablar de Ivar Da Coll es hablar de un creador. Creador de un mundo expresado en doble clave: texto e imagen. Este ejercicio creativo en el que, desde su origen, se fusionan los colores, las figuras, las técnicas de la ilustración con las palabras, la historia, el diálogo, requiere un gran talento. Y eso es lo que tiene Ivar Da Coll: talento. Pero un talento cultivado con oficio y vocación de explorador. Ivar es el único representante en nuestro país [Colombia] de ese singular y delicioso género –conquista de los libros para niños– llamado libroálbum. Género en el que no basta una simple relación entre imagen y texto, sino en el que además es necesaria la tensión y la lucha por el sentido entre estos dos lenguajes. Vendrán otros, jóvenes creadores que se irán abriendo camino en este campo que se instala con mesura en nuestro medio, pero él seguirá siendo el pionero.
El camino para llegar al libro-álbum es diferente para cada creador. Algunos vienen de las artes gráficas y por casualidad o azar devienen en el oficio de crear libros para niños; otros provienen del mundo de la pintura; y otros se forman en la academia como ilustradores. Ivar viene de un espacio que quizás logre explicar su vocación literaria: el teatro. Su formación inicial es la de titiritero. Oficio que lo acerca desde una mirada lúdica al universo de los niños, y que le da los elementos esenciales para crear personajes. Y quizás estos sean dos secretos que explican su consolidación como creador de libros para niños: la construcción de personajes y una intuición, expresada en voluntad creativa, para descifrar el mundo infantil.
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Para el titiritero que no ha dejado de ser, la imagen es escenografía, es teatrino. La imagen además es la posibilidad de mostrar a los personajes y su mundo en toda su expresión. Hasta en los textos más narrativos, sale su condición de dramaturgo. En sus obras los conflictos están concentrados y se resuelven en el mismo escenario. El tiempo presente prima por sobre el pretérito, lo que intensifica el conflicto; el diálogo expresa a los personajes y en la dialéctica de la conversación se resuelven las tensiones. Podríamos referirnos a la obra de Ivar Da Coll como la expresión de una dramaturgia, pero de una dramaturgia referida a los conflictos cotidianos de la infancia. El miedo, el olvido del cumpleaños del amigo, el drama de tener un hermanito que desplaza la atención de los adultos, la dificultad de guardar un secreto, las pesadillas encarnadas en monstruos, la partida de la casa buscando la compañía de un adulto que le dé lo que necesita, son los conflictos a partir de los cuales Ivar crea los personajes y las historias. Y en esta recreación de la vida infantil demuestra una agudeza de percepción que le permite no sólo crear historias cercanas a los niños, sino que además los interpreta, los revela y les devuelve las vivencias de su propio mundo con una gran calidad literaria y artística.
Los aciertos de Ivar también son técnicos y formales. Sus personajes animales están lejos de una simple reproducción de la realidad. Son creaciones muy suyas, algunos son híbridos de varios animales que al fusionarse logran crear seres con nombre y personalidad singular; otros representana un animal conocido. Vaca, gato, gallina, pato, pero dibujados con expresiones que los hacen únicos. Eusebio no es cualquier gato, es Eusebio: tierno, sensual, tranquilo, amoroso… Eulalia no es cualquier vaca, es Eulalia: vanidosa, suave y elegante. Y esos calificativos no están escritos en ninguna parte, los construye el lector a partir de la imagen de cada personaje. Allí está la maestría del creador. Quizás los personajes humanos se parezcan más entre sí, pero por sus expresiones sabemos si están tristes, alegres, atemorizados, enojados, en fin, sabemos qué están sintiendo sin que el texto nos lo haga explícito. Al mirar el conjunto de su obra, podemos afirmar con certeza que Ivar Da Coll logra crear un mundo poblado de seres diversos a quienes les caben calificativos comunes: la inocencia y la candidez propia de la infancia protegida que aún no se ha enfrentado a la dureza de la vida. Por eso su literatura acoge, arrulla, divierte y genera gozo en sus lectores tanto pequeños como grandes. Celebramos este homenaje a un artista consagrado a su oficio y quien ha demostrado con su obra estar del lado de los niños.
Texto tomado del catálogo de la exposición "Ivar y sus amigos" para la Biblioteca Nacional de Colombia, 2007 · Gracias a María Osorio por facilitarnos este material