lunes, 26 de marzo de 2018

Un camino de papel que lleva al mundo | Un chemin de papier qui mène au monde

Alain Serres (Biarritz, 1956) es escritor, guionista, docente y editor. Ha publicado más de ciento cincuenta libros en diferentes editoriales. Es el fundador y director de la editorial de libros para niños y jóvenes Rue du monde (Calle del mundo), creada en 1996. Con ella ha recibido tres veces el Premio Amerigo Vespucci de Francia y dos menciones en el Bologna Ragazzi Award, entre otros premios. En 2011 visitó Venezuela de la mano de la Embajada de Francia, la Alianza Francesa y el Banco del Libro, y participó en distintos encuentros y talleres con bibliotecarios, ilustradores y editores.


¿Qué es Coup de Coeur d’Ailleurs?
Es una colección que propone a los niños de 3 a 7 años una selección de los mejores álbumes publicados en otros países. De esta manera, presentamos libros de la India, de Noruega, de Irán, de México, de Mongolia, de Japón, de Lituania, de Australia… 25 títulos hasta el día de hoy. No son libros que cuentan la historia de su país de origen, sino buenos libros creados fuera de Francia.



¿Qué buscas en un libro al momento de traducirlo al francés e integrarlo a tu catálogo?
Creo que busco un aliento universal. Solo los mejores libros para niños son portadores de esa dimensión, de ese espíritu de infancia que no conoce fronteras. En ese sentido, aun si cuentan algo completamente distinto, los buenos libros de literatura infantil y juvenil nos hablan del jardín invisible de la paz, ese lugar donde nacen los libros que saben contarle el mundo a los niños, sin importar la lengua.
«Creo que busco un aliento universal.          Solo los mejores libros para niños son portadores de esa dimensión, de ese espíritu de infancia que no conoce fronteras». 




En el caso de Guachipira va de viaje, ¿qué fue lo que te hizo escoger este libro?
¡Guachipira es un caso particular! Es el único libro de la colección que está realmente anclado en una cultura. Eso me ayudó a entender que no hay que ser venezolano para amar el hecho de conocer la flora y la fauna de ese país. Lo que me resulta interesante de ese libro, es ver cómo Guachipira salva a su familia, que envejece con dificultades, partiendo lejos de su casa hacia tierras desconocidas para llevarles, claro, ciertas plantas, pero sobre todo, un poco de aire nuevo, refrescante, innovador.





La historia de Guachipira se desarrolla en paisajes venezolanos. Los lectores de Venezuela encuentran curioso que un libro así se haya traducido a otras lenguas. ¿Qué has podido recoger de las respuestas en lectores franceses?
La pequeña Guachipira ayuda a su familia gracias a la belleza natural de los paisajes de su país, pero también gracias a su audacia. Es ahí donde reside, para mí, la bella lección de vida del libro. Incluso, lectores franceses me han contado cómo han trasladado el viaje de Guachipira a sus propias vacaciones, buscando árnica de las montañas o huellas de marmota en los Alpes. 

Cuando viniste a Venezuela hace unos años tuvimos el placer de conocerte. En aquel momento participaste en varios encuentros profesionales y generaste un impacto en el ámbito editorial local. ¿Qué sientes que te llevaste de ese viaje?
Recuerdo encuentros acogedores con los protagonistas de la literatura infantil y juvenil en Caracas. Con editores curiosos y motivados; también, por supuesto, con el Banco del Libro, donde pude reconocer un largo y testarudo camino de trabajo que siempre busca lo mejor para los niños del país; también el bello equipo de Ekaré, hogar cuya labor traspasa las fronteras nacionales; y finalmente un encuentro conmovedor en el barrio popular de Petare, con una treintena de voluntarios, especialmente mujeres, que intentan propagar la alegría de los cuentos entre los niños de su comunidad. Hay muchas llaves en los libros y es fundamental llevarlas a la mayor cantidad de niños posible. Es una batalla que nosotros también libramos en nuestro país.
«Hay muchas llaves en los libros y es fundamental llevarlas a la mayor cantidad de niños posible». 

¿Alguna anécdota de la traducción y adaptación al francés?
Traducir un libro siempre es difícil, especialmente en el caso de los álbumes para niños. De verdad aprecio que el editor y la autora del libro confiaran en nosotros para adaptar libremente la obra. En algunos casos tuvimos que ser más explícitos, en otros casos entrar menos en detalle. Lo esencial estaba en que los niños franceses hicieran un bello viaje a través del álbum y que los docentes y bibliotecarios tuviesen ganas de aportar estas vitaminas que vienen de afuera a nuestros niños. Creo que esto ha funcionado, incluso siendo un libro que viene de Venezuela, ¡entre doce mil nuevos libros para niños y jóvenes que se publican cada año en Francia!


miércoles, 21 de marzo de 2018

Dibujar un viaje: proceso de ilustración del recorrido de Guachipira

Stefano Di Cristofaro, ilustrador venezolano, fue el encargado de dibujar a Guachipira en su viaje junto con todos los escenarios que visitó. Acá nos cuenta cómo fue ilustrar imágenes de la naturaleza que le proporcionó Arianna Arteaga Quintero, así como la transformación ocurrida con la colibrí protagonista de este recorrido por Venezuela.

"Stefano Di Cristofaro ilustra el texto de Arianna Arteaga de una manera atmosférica. (...) En general, las ilustraciones impresionan por su gama de colores en distintos tonos. Transmiten lo especial de la naturaleza y la atmósfera de las diversas biosferas de ese vasto país." Selección The White Ravens 2017

"Para poder ilustrar los paisajes que Guachipira visita, investigué cómo funcionan los biomas. Pasé bastante tiempo dibujando plantas, flores, montañas; guiándome principalmente por el maravilloso registro fotográfico de Arianna y con ayuda de internet. No todo el material que se generó fue utilizado. Luego de dibujar mucho, escogí con cuidado lo necesario para dar luz al paisaje y lograr situar al lector en el ambiente, sin caer en una ilustración científica".
Primeros estudios de plantas basados en el bioma de selva nublada


Plantas de selva nublada en la ilustración final
"Diría que la intención fue capturar la sensación que despiertan estos encantadores paisajes. Para eso también hubo un importante trabajo de color para generar distinción en las paletas según el clima del lugar, tal y como ocurre en las fotografías de Arianna".

Ilustración inspirada en el Parque Nacional Henri Pittier: pruebas de color y doble página final

Ilustración inspirada en la Península de Paria: boceto a línea, prueba de color y doble página final.

Ilustración inspirada en el Parque nacional Los Medanos de Coro: pruebas de color y doble página final


"Hay algo que me gustó mucho de Guachipira como personaje y es la transformación que tuvo. Para empezar, no era un colibrí, y por ser la protagonista, comencé con dibujos mucho más complejos. Sin embargo, la técnica que se gestó con las necesidades del libro hizo que cambiara radicalmente. A medida que fui depurando las ilustraciones, me atrajo la idea de que Guachipira fuese un personaje sencillo, simple y tan pequeño que casi se pierde en los paisajes".

Primera prueba de Guachipira


Pruebas de simplificación del personaje


Guachipira: personaje final



miércoles, 14 de marzo de 2018

Imágenes de un viaje hecho cuento: de la fotografía a la ilustración

Arianna Arteaga Quintero, viajera empedernida por tradición familiar, puede asegurar como pocos que conoce Venezuela de punta a punta, de costado a costado. De cada uno de los lugares que visita guarda una foto memorable y muchos recuerdos. Aquí algunas de las que sirvieron de inspiración para su libro Guachipira va de viaje, así como el relato de la autora sobre la transformación de sus imágenes en las ilustraciones de Stefano Di Cristofaro

"Estas fueron las fotos que le llevé en mi portátil a Stefano cuando lo conocí. Recuerdo perfecto entrar a la oficina de Ekaré y ver a aquel pelirrojote despeinado y pecoso, un poquito tímido, pero con una sonrisa dulce, amable, comprensiva. Abrí el archivo y le fui enseñando uno por uno los paisajes del manuscrito de Guachipira y alguna otra menudencia que me parecía que podía servirle para convertir mi viaje en magia, en dibujitos. 

Stefano se sorprendía, me preguntaba si las había tomado todas yo, le parecía curiosa —como quien mira un pajarito de colores— esa vida dispersa entre un paisaje y otro. 

Le expliqué lo emocionante que era ver a una tortuga marina salir del agua para desovar y, luego, él la dibujó enorme, tanto como mis ojos se abrieron al verla. Le conté de los monos araguatos que aullaban gruñidos de selva del Delta del Orinoco. Le hablé acerca de mis viajes. Y finalmente le conté de mi abuelita, de Caruao, de mi familia… y así Stefano se convirtió él mismo en un ciempiés rojo para no quedarse afuera de La Guachafita, el lugar idílico donde nos reuníamos todos. 

Así Guachipira, la historia que nació de mis viajes, se convirtió en otro viaje insólito, uno que de verdad no me esperaba".

Guachipira comenzó su viaje por la costa. Subió por un sendero que cruzaba un bosque de enormes helechos y árboles muy altos. Un árbol gigantesco y anciano, que se llamaba Niño, le habló lentamente. 

Parque Nacional Henri Pittier, Aragua, Venezuela.

Siguió su camino y llegó a una bahía de aguas claras y transparentes. Los delfines la rodearon y le dijeron: —Guachipira, aquí hay unas anémonas de todos los colores. Parecen flores. 

Parque Nacional Mochima, Sucre, Venezuela.

Una inmensa tortuga Cardón que había salido del mar a poner sus huevos le contó: —Guachipira, aquí cerca hay unas señoras que cultivan cayenas de todos los colores del arcoíris.

Península de Paria, Sucre, Venezuela.

Guachipira siguió su viaje. Llegó a un lugar en donde el gran río termina su camino y se abraza con el mar. Un mono araguato le dijo a grito pelado: —Guachipira, llévate estas flores de bora que flotan en el agua y nunca paran de crecer. 

Delta del Orinoco, Delta Amacuro, Venezuela.

Tierra adentro, llegó a la cumbre de un tepuy, una montaña de cima plana, repleta de piedras y flores muy raras. Una rana color carbón que caminaba en lugar de saltar, le dijo: —Aunque no lo parezca, esa cosa muy chiquita que está ahí es una flor que come insectos. 

Parque Nacional Canaima, Bolívar, Venezuela.

Navegando por los ríos, Guachipira llegó a una llanura grande como el mar pero de puro verde. Una garza elegantísima le saludó y se la llevó a volar.

Los Llanos, Barinas, Venezuela.

Guachipira subió a una montaña muy alta y fría. Allí encontró unas matas peludas con flores amarillas llamadas frailejones. 

Sierra Nevada, Mérida, Venezuela.

Ya estaba cansada y pensó que en esa arena tan caliente no podía haber flores. Entonces una iguana milenaria se acercó y le dijo: —No te rindas, Guachipira. Si te fijas bien encontrarás un cactus con una flor blanca como la luna. 

Parque Nacional Los Médanos de Coro, Falcón, Venezuela.

Finalmente, Guachipira pasó por Caracas. Los edificios, los carros y el ruido la asustaron, pero vio una hermosa montaña que la protegía. —Vente, Guachipira. En lo más alto de la montaña crece la rosa del Ávila.
Parque Nacional Warairarepano, cerro el Ávila, Caracas, Venezuela.

© Arianna Arteaga, Fotografía.