martes, 17 de abril de 2018

Opciones editoriales: Célebres casos del detective John Chatterton

La serie del famoso detective-gato creada por el autor e ilustrador Yvan Pommaux, fue recientemente reeditada en un único libro que reúne las tres historias llenas de misterio y humor previamente publicadas en títulos separados.

Detective John Chatterton, Lilia y El sueño interminable son las tres historias que Yvan Pommaux desarrolló dentro del género policíaco y el lenguaje del cómic, con un investigador gatuno especialista en resolver enigmas relacionados con los clásicos de la literatura. Para estos casos en particular, el autor e ilustrador francés se basa en tres cuentos populares (Caperucita roja, Blancanieves y La bella durmiente) para crear el universo de personajes antropomorfos y zoomorfos de Chatterton.


Las primeras ediciones publicadas por Ekaré eran de tapa dura, medían 21x27cm y se imprimieron en papel recubierto. 

Con la edición de 2017, se propone una nueva lectura en serie de los tres casos del felino detective. Esta cuenta con un total de 117 páginas en rústica y se imprimió en papel offset. Además, se redujo a un tamaño de 24x17,4cm, más amigable entre las manos.
 

Primeros títulos publicados entre los años 1999 y 2002.


Libro que reúne las tres historias, publicado en 2017.

miércoles, 11 de abril de 2018

Oír con la mirada: sesión de cuentos inclusiva

La Biblioteca Central de Rivas-Vaciamadrid fue el lugar de encuentro de dos lenguajes ancestrales: la oralidad y los gestos. Tato Ruiz y Trinidad Moreno ofrecieron un cuentacuentos muy especial, con narración oral, música y lengua de signos. Carolina Lesa Brown, especialista en literatura infantil y colaboradora en diversas terapias que incorporan la literatura a tratamientos de niños con necesidades educativas especiales, comparte con nosotros lo que vivió esa tarde de oír y ver cuentos.  
«Antes de los libros, hubo voces. La memoria era un canto» escribe la narradora Janet Pankowsky. A pesar del tiempo, a pesar de la distancia, si algo ha unido a las diferentes culturas del mundo eso ha sido la necesidad de la música y la palabra. Oír cuentos conecta con ese rincón ancestral, latente, casi de fuego, que pide comunicar y compartir. 
El 16 de febrero de 2018, en la biblioteca central de Rivas Vaciamadrid, la sesión con Tato no solo nos trasladó hacia ese placer prehistórico, sino que amplió sus fronteras hacia otro lugar donde aprendimos a mirar al otro. Aquella tarde, al son del cuatro, los cuentos se oyeron, pero también se vieron, se palparon, se transformaron en imágenes, para que las personas sordas o con diversidad funcional pudieran iniciar el mismo viaje. Para ir juntos, dejamos que los niños que lo necesitaban entraran antes para conocer el espacio y hablar con el narrador. También, preparamos una anticipación en pictogramas sobre quién era Tato, qué haría y qué se esperaba del público. La pared también participó: se estrenó como contenedor de paneles en el que Tato indicaba, a través de pictos, qué venía después. Pero él no estuvo solo en el escenario: a su lado, Trinidad traducía en lengua de signos los maravillosos cuentos y canciones que salían de su voz. Incluso, nos enseñó que sus alegres movimientos respondían al carácter del narrador. 
Dice Temple Grandin, adulta con autismo y profesora universitaria: «tenemos que trabajar para mantener involucrados a los niños en el mundo». El acceso a nuestros bienes culturales más preciados, como la literatura y la música, es una necesaria forma de hacerlo. Tender la mano desde la imaginación, abrazar desde la tradición, acompañar desde el propio universo simbólico es, a mi entender, una de las formas más bellas de inclusión. «La narración oral sucede en la mirada de quien escucha», recuerda Janet Pankowsky. Y en ese diálogo, el 16 de febrero, todos nos encontramos.










martes, 3 de abril de 2018

Tradición y constancia en "Guachipira va de viaje"

Norma González Viloria, especialista en educación, folklore y literatura oral, reseña el valiente recorrido de la pequeña Guachipira por los paisajes venezolanos. Un recorrido que, además de ser un viaje por lugares emblemáticos de Venezuela, nos propone un relato lleno de tradición y perseverancia.

Ella es pequeña e inexperta. Aparentemente no está preparada para asumir ciertas tareas, muy delicadas y de gran trascendencia. Pero Guachipira ha recibido un legado, las historias de su abuela la han ido preparando como relevo. Con genuino interés indagaba: “¿cuál es el remedio para el hipo chino? ¿en dónde queda el fin del mundo? ¿las flores de manzanilla saben a manzana?”. De igual manera, en silencio, escuchaba las historias al final del día. 

Y el momento llegó. “Guachipira notó cosas muy extrañas en su casa … algo andaba muy mal”. Fue entonces cuando la abuela dijo: “Hay que buscar flores nuevas para arreglar este desastre, pero yo ya estoy muy vieja”. Allí “supo lo que tenía que hacer … Estaba sola y tenía miedo, pero batió fuerte sus alas y tomó impulso …” 

Se inicia el viaje, Guachipira recorre Venezuela en busca de flores nuevas, desde el Parque Henri Pittier hasta las costas de oriente, de allí baja por el Delta hasta Canaima, llega a los Llanos, pasa a la Sierra Nevada, continúa por los Médanos de Coro y regresa por el Waraira Repano, ese cerro que algunos llaman El Ávila, hasta llegar “agotada a casa, con un bolso lleno de flores y con tantas historias que contar que se le atragantaban en la garganta”. Pero calla y entrega las flores que recogió con ayuda de muchos, que la alentaron y guiaron en su búsqueda. 

Inolvidable la figura del anciano árbol, llamado Niño, que le entrega la flor de una bromelia. Hermosas las anémonas que Guachipira guarda en agua de mar. Y el ramo de cayenas, “tan grande y tupido que hasta podía usarlo de cama”. Las flores moradas con rayitas azules y amarillas y la otra chiquita que halló en un tepuy y su encuentro con el araguaney, lleno de flores amarillas y con la laguna verde que le ordena que se arrope entre las hojas del frailejón “porque viene la noche y te vas a congelar”. Y la iguana que le dice, en medio de la arena caliente, “no te rindas Guachipira” y entonces sigue, sigue buscando y encontrando, hasta que está lista para volver. 

Ahora, cuando la poción ha sido preparada, y mientras la saborean, después de la cena, estando todos reunidos, es el turno de Guachipira. Su voz se alza con la fuerza de su viaje, de su experiencia. Cuenta su viaje. Confirma que esas eran las flores, y habla de algunas nuevas que encontró. Es la historia de su comunidad que repite para reafirmarse y reafirmarlos. Y yo la veo. Habla con la fuerza de sus logros, relata cuán lejos ha ido y oigo cuán cerca está de su abuela y de su tradición. 

Aguardo, impaciente por escucharla de nuevo.


Norma González Viloria


Arianna Arteaga, autora de "Guachipira va de viaje", narra el cuento en compañía de la agrupación "Casa de Árbol" en los jardines de la librería Sopa de Letras en Caracas. Video de Gabo Cárdenas @gabo_cardenas