Fray Cesáreo de Armellada fue un misionero e investigador de la literatura oral pemón. Algunas de las historias que recopiló fueron llevadas al libro álbum por Ediciones Ekaré: El Rabipelado Burlado, El Tigre y el Cangrejo y El Tigre y el Rayo. En su correspondencia con las editoras, solía enviar largas misivas escritas con su bella caligrafía y acompañadas de estampitas de San Francisco de Asís.
A continuación se transcribe una carta enviada a Ediciones Ekaré en 1978 a propósito de la publicación de las Narraciones indígenas:
"[...] Mi mayor deseo es que tengan éxito en estas tareas de acomodación, ilustración y divulgación de las narraciones indígenas. Tales tareas redundan en bien de nuestros indios, cuya imagen se mejora en el público lector; y también redunda en honor de quienes hicimos el esfuerzo de estudiar sus lenguas y sus creaciones literarias. Ambas cosas se las agradezco en mi 'condición' de Padre Indio, con que soy conocido y que mucho me agrada".
Fray Cesáreo de Armellada
Nació el 1 de febrero de 1908 en Armellada, España. Su nombre de pila era Jesús María García Gómez. A los quince años se comenzó a preparar para sacerdote y a los veintitrés años se ordenó como padre capuchino.
En 1933, con veinticinco años, fue enviado como misionero a Upata, en Venezuela. Desde Upata, Fray Cesáreo se trasladó a la Gran Sabana para convivir con los indígenas locales y se estableció en Santa Elena de Uairén. El llamado “Padre Indio” permaneció en estas tierras hasta 1943, explorando la región y conociendo a sus habitantes. Durante todo este tiempo realizó sus recorridos a pie y llevando cargas en su espalda, o bien en precarias embarcaciones navegando los afluentes del río Orinoco, muchas veces aquejado por el paludismo. Entre las excursiones que realizó se cuentan las de Kamarata, Kavanayén y Tucupita, en Delta Amacuro. Da testimonio de estos viajes en el siguiente comentario:
"Viajábamos a un lugarcito de indios. De allí, íbamos a otro lugarcito de indios que estaban bastante separados, un día, dos días de viaje... Pero lo hacíamos a nuestro gusto, a nuestro placer y gozábamos mucho de esa región que tiene buen clima, muchísimos ríos, muchísimas cascadas, muchísimos cerros bellísimos".
Dedicó su vida al estudio sistemático de la lengua pemón y a la recopilación de su cultura y tradición oral. Además del pemón llegó a hablar otras cinco lenguas indígenas con fluidez. Su labor de investigación ha sido fundamental en el rescate de los mitos, costumbres y riqueza lingüística de los indígenas en Venezuela. Llegó a publicar al menos una docena de libros entre los que cabe destacar “Gramática y diccionario de la lengua pemón” y “Taurón Pantón I y II”.
Los indígenas le tenían en muy alta estima y le permitieron vivir entre ellos como uno más, dándole el nombre de “Padre Indio”. Él mismo se creó el pseudónimo “Emasensen Tuari”, con el que firmaba algunos escritos, y que significa “el pobre corresenderos”.
En 1943 se trasladó de vuelta a Caracas por orden de sus superiores. Entre sus labores posteriores, fue Director de la revista "Venezuela Misionera", Director del Archivo Arzobispal de Caracas, académico de la Academia Venezolana de la Lengua y Director del Centro de Lenguas Indígenas de la UCAB. En 1965 se tituló como Periodista por la Universidad Católica Andrés Bello, siendo el estudiante más longevo en graduarse para su momento. Mereció, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Cultura Popular Aquiles Nazoa en 1995. Falleció en Caracas en 1996 y sus restos fueron trasladados al Santuario de Kavanayén, una comunidad pemón.