Cuando ojeé las primeras páginas, sentí que este libro era
una obra maestra: es una
novela para niños pequeños, narrada en 7 capítulos. La subdivisión en
capítulos y el espacio mínimo dado a cada voz en los diálogos, dan al texto una dimensión teatral. Pero es el lenguaje, sobre todo, lo que aporta tensión a la narración. Pongo
ejemplos:
En la mayoría de textos para pequeños, se olvida la enorme
capacidad de las imágenes para hablar solas. Elzbieta, en cambio, confía en la
capacidad del lector para interpretar la escena; no nos sugiere que es de día,
y si una casa tiene las ventanas cerradas es porque su habitante está todavía
durmiendo.
Un texto debe entrar de lleno en materia, en la carne del
diálogo. Fuera los “hola” y “buenos días”, las presentaciones, las
maneras de los niños buenos. Pero no por ello se debe caer en la impertinencia. Escuchad la pureza cristalina del texto, nada más que
lo esencial: ¿Qué quieres, pajarito?
Bellísimo el paso a la tercera
persona que precipita el ritmo. Es el arte de la novela y
los puntos de vista. Lo que una película ocurre cuando la cámara encuadra un mismo diálogo desde diversos ángulos, en un texto sucede cuando cambia el sujeto. Ahora ha
desaparecido la dulzura del diálogo, hay algo que decir y se dice desde la tercera persona.
El libro continúa con un nuevo capítulo. No sabemos si es
un continuum del otro o no, sabemos
sólo que entra en escena un nuevo personaje, Totó, y que duerme en una camita
parecida a la de Lilí. Se repite exactamente la misma
historia que en el precedente, con las mismas voces, pero hay una novedad: la entrada en escena de un testigo
que ya sabe lo que va a pasar: Lilí.
En el texto original francés los dos niños son llamados
“hermanito y hermanita”. Ser hermano y hermana en los cuentos no es una cuesión
genética sino arquetípica: en la pareja femenino-masculino reencontramos toda
la potencia del mito platónico sobre el nacimiento del amor, la fuerza generatriz de los opuestos, el esfuerzo de la diferenciación del
otro. Nacen (para nosotros nacen en el libro) en la misma cama y viven en la
misma casa a diferentes tiempos. Y no es casualidad que los reencontremos
unidos al final del segundo capítulo. La pareja ha sido generada, ahora puede
generar. El tercer capítulo se titula, no por casualidad, LILÍ Y TOTÓ
SIEMBRAN UN JARDÍN.