miércoles, 27 de febrero de 2019

Las visitas de Nani: ¿ha llegado un extraño?

¿Cómo sabe un editor si un libro pertenece o no a su catálogo? ¿Es este último una estructura inamovible o, por el contrario, se trata de un cuerpo vivo y orgánico que crece y se reinventa? Cecilia Silva-Díaz, editora de Ekaré, docente, investigadora y coordinadora del Máster en Libros y Literatura para Niños y Jóvenes de la UAB; nos habla de cómo una historia puede ser el reflejo de la vida y dinamismo del catálogo de una editorial.

Las visitas de Nani es la historia de una familia sindh procedente de una zona de la India que hoy pertenece a Pakistán. La convulsión política y económica que condujo a la separación de los dos países obligó a los abuelos a migrar. Con los años, la familia acaba dispersa en lugares muy distantes: Casablanca en Marruecos, Accra en Ghana, Demarest y Los Ángeles en EEUU, Madrid, Pune en India… En cada una de sus visitas a los hijos y nietos, Nani, la abuela viajera, se las ingenia para transmitir los rituales, historias, recetas y rutinas propias de su cultura de origen.

Karishma Chugani va desplegando la saga familiar, valiéndose de texto y cautivadoras miniaturas que iluminan y expanden la narración. Es una historia del ámbito doméstico, pero está cargada de referencias culturales. De manera que a las celebraciones, recetas, mantras, historias de dioses, fechas patrias, y trajes, propios del hinduismo sindh; se suman rituales musulmanes, figuras y telas africanas y elementos de la cultura pop como Los Beatles, Jurassic Park o el Ipad. 

Los lectores están invitados a entrar en el espacio íntimo en el que transcurre la vida familiar, con las tristezas y las risas; los nacimientos y las partidas. El resultado es un libro festivo, discreto, colorido y también exótico (por lo menos, para muchos de sus lectores). También es un libro auténtico. 

Esta autenticidad la percibí desde el primer momento, cuando Karishma y yo nos reunimos por primera vez con un chai (té especiado) entre las manos y muchas páginas de bocetos, dibujos, anotaciones y preciosas miniaturas de las que solo podía desviar la mirada atraída por el aroma a galletas y especias que despedían “Las famosas Nankathais de Nani” (las recetas del chai y las galletas están en el libro). Es un libro que nace del amor y esconde el gesto que lo agradece.

En Ekaré, nos encantaba el proyecto, pero tuvimos muchas dudas sobre si debíamos publicarlo. Nunca habíamos hecho un libro así, y, sobre todo: ¿cómo podía una editorial que había nacido con el ánimo de hacer libros latinoamericanos incorporar al catálogo una historia sindh, que percibíamos como exótica? ¿por qué publicar un libro tan particular y, en apariencia ajeno, como Las visitas de Nani?


Voy a intentar dar respuesta a estas preguntas. 

Un amigo lector dice que, así como los escritores de ficción están obsesionados con el narrador, los editores lo están con el catálogo. Estoy de acuerdo. Los editores piensan constantemente en su catálogo, lo contemplan e imaginan cómo hacerlo crecer. Un catálogo es el medio por el cual se expresa un editor. Por eso, cuando llega una propuesta, no solo toca valorarla en sí misma, también hay que preguntarse si es o no adecuada dentro del catálogo. Algunos títulos se ajustan al catálogo como el zapato de Cenicienta. Otros, encajan un poco menos: tienen salientes, protuberancias, que sobresalen del conjunto. Pueden llegar a ser ese rasgo distintivo en una anatomía sin sorpresas, como lo es una nariz grande en un rostro armónico. Crear un catálogo es crear un cuerpo coherente, con sus miembros, extremidades y rasgos particulares, pero un cuerpo natural, que crece orgánicamente; nunca algo monstruoso, nunca un encorsetado frankestein. 

Preguntarnos sobre cómo encajaba Las visitas de Nani en el catálogo nos ha hecho pensar sobre el recorrido de Ediciones Ekaré. Sin abandonar la vocación latinoamericana y las raíces venezolanas, la editorial ha ido cambiando debido a su propio recorrido. Por motivos políticos y logísticos, parte de la actividad central en Caracas, ha tenido que mudarse a Barcelona. Somos una editorial latinoamericana que, como Nani, trajimos en nuestras maletas un catálogo que reflejaba nuestra cultura de origen, un catálogo que sigue vivo y creciendo y que continúa empeñado en la transmisión cultural de nuestra y de todas las culturas particulares. Con el tiempo hemos ido incorporando autores y asimilando rasgos culturales del entorno. Somos una editorial barcelonesa, una editorial española, somos una editorial de inmigrantes y seguimos siendo una editorial caraqueña, venezolana, latinoamericana.

En un plano más personal, la historia y la familia de Nani, no son muy diferentes a la historia de mi familia dispersa por el mundo. Nani me recuerda a mi abuela, quien heredó de su padre la inevitable tentación de celebrar cada pequeña cosa de la vida con una comida y una reunión familiar en la que, como en la mesa de la familia sindh, había muchos platos e incluso, una botella de whisky del caminante.

También me recuerda a mi mamá, que visita semanalmente a sus nietos desde la pantalla de un ordenador, y que, cuando puede, viaja a Lisboa, Nueva Delhi o Bogotá con sus maletas llenas de casabe (pan de mandioca de los indígenas), torontos (chocolates venezolanos) y los libros de narraciones indígenas de Ekaré. Como ella, hay muchas abuelas venezolanas cargadas de maletas en las que viajan pedazos de su cultura que quieren compartir. Mi madre no es la única, un grupo de WhatsApp de mujeres venezolanas que han dejado su país se llama “Las abuelas de la maleta”.

Si un catálogo es reflejo de un editor, Las visitas de Nani, en su aparente exotismo, nos hace pensar en lo que hemos vivido y nos sirve de presentación. Es un libro que encaja en el catálogo y que a la vez muestra caminos posibles en los que sigue estando lo esencial. 

Este año Ediciones Ekaré celebra cuarenta años. Dicen que a los cuarenta conservas mucho de esa frescura y osadía juvenil (que no debe perderse nunca), y a la vez tienes la madurez y experiencia para saber quién eres y qué es lo que te ha acompañado siempre. 

Entiendo que la vida humana y la de las empresas y los sueños tienen tiempos diferentes, pero la analogía sirve para explicar cómo la aparente osadía editorial de publicar una obra como Las visitas de Nani, si se piensa en relación a un catálogo, se percibe como un acto consecuente, expresivo y auténtico, un acto casi íntimo.


Imágenes de la exposición "Las visitas de Nani: un viaje al interior de un libro de viajes", de Karishma Chugani,
en la librería Panta Rhei de Madrid (febrero de 2019
)

1 comentario:

  1. Nada más acertadamente latinoamericano hoy como hoy que narrar viajes de mujeres con bultos de amor familiar. La errancia de hijas, hermanas, madres y abuelas representa, con alegrías, nostalgias y tristezas, la renovación de nuestros orígenes en la distancia. Flujos humanos de Honduras, Guatemala y Venezuela,hoy, ayer de Chile, Argentina, Colombia y otros más. La historia de Nani me huele a cilantro como cuando visito a mi hermana cargada de recuerdos. Joya de Ekaré.Gracias.

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