lunes, 23 de julio de 2012

Picuyo y la experiencia del color

Irene Savino, diseñadora y directora de arte de Ekaré y Picuyo, cuenta cómo coincidieron los elementos para la realización del libro:

Es usual que al leer una historia le demos forma en nuestra mente a los personajes y espacios del relato. Para un director de arte, esta acción casi inconsciente, puede ser el primer paso hacia la materialización de un futuro libro ilustrado. Cuando leí por primera vez el manuscrito de Picuyo, lo imaginé en acuarelas de colores impactantes. El mar, con intensos tonos de azul diluido y, cruzando el cielo como una llamarada, Picuyo, el pájaro del sol.

Años atras, en una Feria de Bologna, conocí el trabajo de Leticia Ruifernandez. Inolvidables sus cuadernos de viaje, donde registra con frescas pinceladas de acuarela los pasajes, pueblos y gentes que va encontrando en sus andanzas. Algunos de sus cuadernos los había realizado en los meses que pasó en Latinoamérica.

Al buscar ilustrador para Picuyo no pensé en nadie mas. Por una parte valoraba la destreza plástica de Leticia y por otra me parecía fundamental que hubiese estado en la costa caribeña, lugar donde trascurre este cuento.

En Ekaré pensamos que las mejores ilustraciones surgen cuando el ilustrador apela a experiencias propias y las mezcla con las exigencias de la historia que ilustra. El paso de Leticia por lugares similares a la ambientación de Picuyo iban a servir para brindar veracidad a sus ilustraciones.

Enviamos el manuscrito a Leticia y nos alegró mucho que le entusiasmara ilustrarlo. A diferencia de la mayoría de los ilustradores Leticia no hace bocetos. Generalmente, en esbozos muy sueltos, los ilustradores apuntan una primera puesta en escena que continuarán desarrollando hasta llegar a las ilustraciones finales. En Picuyo no pasó así. La primera imagen de Leticia para un libro es ya un original. No obstante, si el resultado no termina de convencer, está dispuesta a corregir o repetir lo que haga falta hasta un resultado totalmente satisfactorio. Es una ilustradora que trabaja rápido, cuando entra de lleno en el libro, no para hasta acabarlo.

A los pocos meses, Leticia nos sorprendió: enviaba las ilustraciones. Allí estaba el mar Caribe en intensos azules,



Juan y su abuela,


Y, como una llamarada, Picuyo, el pájaro del sol, dejando “en la arena una delicada trilla de diminutas huellas.”


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