miércoles, 15 de junio de 2016

Un trabajo de equilibrio: ¿Cuánta tierra necesita un hombre?

Raphael Urwiller, confundador de Icinori, hace un acercamiento a su trabajo como ilustrador en ¿Cuánta tierra necesita un hombre? (Combien de terre faut-il à un homme? en francés), adaptación de un emocionante cuento de Tolstoi sobre la ambición y la codicia, escrito por Annelise Heurtier




¿Cuál es la diferencia entre Icinori y Raphael Urwiller?

Icinori es un territorio que contiene algunos trabajos de Mayumi Otero y Raphael Urwiller, así que una buena parte de nuestro trabajo es a cuatro manos. ¿Cuánta tierra necesita un hombre? no está firmado por Icinori, pero habita en el mismo territorio.

Icinori es una forma de ecosistema gráfica e imaginaria que se construye entre dos. Es un lugar privilegiado, dedicado al descubrimiento y a la experimentación, donde cada uno puede aportar y buscar en total libertad. 


¿Cómo trabajaste en ¿Cuánta tierra necesita un hombre?
¿Cuál fue tu inspiración?

El texto es muy sombrío. Así que tenía que destacar las imágenes para hacer el libro más atractivo, respetando, al mismo tiempo, la historia. El diseño fue un hermoso trabajo de equilibrio sobre el filo de la navaja, para no caer en un pathos expresionista o la decoración gratuita. 

Repetí algunas dobles páginas porque se veían falsas. El texto está en tensión, las ilustraciones debían construir sin suavizar. Esa es la razón por la que acepté el proyecto. Fui el diseñador del libro para que todo fuese coherente con el contenido, desde la elección del formato a la tipografía, pasando por la elección del papel. Cada elemento es artífice del todo.

Mis referencias son muy variadas. Hay por supuesto la sombra del constructivismo ruso, el Lubok (imaginario popular ruso). Hice muchas lecturas de Tolstoi para integrar el espíritu mismo de la obra. No podemos olvidar las formidables vanguardias de los libros para niños y jóvenes y de los carteles provenientes de los países del Este (Lébedev, los hermanos Stenberg, Parain, etc.). Sin contar mis propias referencias que van desde el punk underground hasta los grabados japoneses de los años setenta, pasando por todo tipo de imaginería popular (las pinturas de Zuber, Espinal, y otro arte efímero). 


Imágenes obtenidas de la página web de Icinori. Entrevista original en francés. 

jueves, 9 de junio de 2016

Una ojeada digital: Issun Bôshi

Había una vez una pareja de campesinos sin hijos que esperanzados cantaban: “Queremos un hijo, aunque sea pequeño, pequeñín…” Su deseo se cumplió y nació Issun Bôshi, “el que no es más alto que un pulgar”. En 2014, Ediciones Ekaré publicó en español el libro de Icinori: Issun Bôshi, ganador del premio Los Mejores Libros para Niños y Jóvenes del Banco del Libro, en la categoría de Traducciones



En esta adaptación del popular cuento japonés, el pequeño Issun Bôshi emprende su viaje en busca de un lugar "a su medida" en un mundo desconocido y peligroso que pone a prueba su ingenio para superar los obstáculos que encuentra en el camino. Pronto se hace merecedor del cariño y la admiración de la gente y en especial de la hija de un gran señor, quien encuentra en él su compañía y su salvación. 
El dúo Icinori, nos ofrece esta armónica combinación entre ilustración y texto. Con serigrafías en tonos amarillos, azules y naranjas, las ilustraciones ambientan la historia con delicadeza y calidez; el complemento perfecto, un texto ágil que fluctúa entre la emoción y la acción logrando mantener viva la atención del lector a través de este viaje iniciático que parecería terminar con una hazaña heroica pero que en realidad abre las puertas a un nuevo destino. 
Texto de Paula Acuña Raga, miembro del jurado de Los Mejores Libros para Niños y Jóvenes del Banco del Libro 2016. 

viernes, 3 de junio de 2016

Un aire de libertad: entrevista a Icinori

Icinori es una pareja de diseñadores integrada por Mayumi Otero y Raphael Urwiller. Sus libros se caracterizan por un tratamiento inconfundible de la imagen, el color y la composición. En 2014, Ediciones Ekaré publicó en español Issun Bôshi, basado en un cuento popular japonés. En 2012, Michel Lagarde entrevistó al dúo en París. Hemos rescatado y traducido algunos fragmentos de la entrevista.



¿Pueden presentarse y hablar de su trabajo como editores e ilustradores?

Apasionados por las imágenes, el grabado y el diseño contemporáneo, empezamos a diseñar para la prensa, luego comenzamos la edición independiente de libros para niños y jóvenes. Icinori fue creado en un momento en el que nos sentíamos asfixiados en clases, sin terminar ningún proyecto. De esta manera, nos lanzamos a la edición experimental para probar la calidad de nuestras imágenes, cuestionar el libro como objeto y experimentar la unión triangular entre el diseño, el papel y el color. 



La serigrafía se impuso como un medio de formación imprescindible, a falta de una máquina offset a la mano. Icinori se transformó en algo complementario a nuestro trabajo por encargos. Aquí tenemos un aire de libertad total, es nuestro espacio de búsqueda independiente. Icinori nos permite inventar nuevas soluciones y aplicar estos hallazgos en otros proyectos. Muchas veces estos trabajos resultan gratificantes.



Sus primeras ilustraciones aparecen en la revista Le Tigre, y también en las revistas XXI, DADA, Forbes, Wired y Nowbrow. ¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?

Amamos hurgar en la historia de las imágenes modernas y antiguas, también en el arte popular, sin olvidar el arte contemporáneo. Adoramos, obviamente, a Pierre La Police, Tom de Pékin, Killoffer, Wagenbreth, Hagelberg, pero tratamos de ampliar al máximo nuestros aires de inspiración, fuera de los campos de la ilustración contemporánea.




Desde los grandes grabados de Goya a Durero, pasando por David Hockney y Kuniyoshi, el renacimiento florentino, de Gozzolli a Della Francesca, los cartelistas pop japoneses: Yokoo Tadanori o Shigeo Fukuda, la prensa gráfica militante, de Raw a Garo y, en mayor escala, Tomi Ungerer, Saul Steinberg, Jossot, Bazooka, Doré, Shrigley, Tony Cragg, Maurizio Cattelan, Superstudio y Archizoom, Bukowsky y Beckett, los hermanos Chapman, los tapices del siglo XVIII, el arte en bruto chino, etc. Siempre tratamos, para cada nuevo trabajo, conciliar los antagonismos de nuestras referencias: invocar el constructivismo ruso e intentar hacerlo dialogar con los grabados barrocos del siglo XIX, tirar la escultura pop de los años setenta contra las estampas japonesas… La gimnasia gráfica es fastidiosa a veces, pero resulta muy emocionante.


Ustedes realizaron sus estudios en las Artes Decorativas de Strasbourg, cuna de muchos talentos. ¿Cuáles han sido las principales enseñanzas para su carrera de autores?

Nos dedicábamos a los workshops paralelos, propuestos por los profesores de arte, para explotar el máximo potencial y que, lamentablemente, en una escuela con acceso a los talleres y una gran variedad de formación, había sido olvidado, incluyendo los proyectos de edición de libros. La enseñanza de la ilustración era a veces muy limitada. Tratábamos de alimentarnos de otras fuentes, de otras prácticas, de otras reflexiones, y expandir nuestro territorio de inspiración, más allá de lo contemporáneo y de las ilustraciones. Nos dejamos llevar por una intensa voluntad de desarrollar un trabajo de autor, independiente y singular. Después de tener ciertas dudas, en si seguir un camino más orientado al arte, escogimos la ilustración por la pasión que sentimos hacia las imágenes impresas y la narración, por el gusto de la creación basada en el diálogo.



Entrevista tomada de la web de Michel Lagarde.