Raphael Urwiller, confundador de Icinori, hace un acercamiento a su trabajo como ilustrador en ¿Cuánta tierra necesita un hombre? (Combien de terre faut-il à un homme? en francés), adaptación de un emocionante cuento de Tolstoi sobre la ambición y la codicia, escrito por Annelise Heurtier.
¿Cuál es la
diferencia entre Icinori y Raphael Urwiller?
Icinori es un territorio que contiene algunos trabajos de
Mayumi Otero y Raphael Urwiller, así que una buena parte de nuestro trabajo es
a cuatro manos. ¿Cuánta tierra necesita un hombre? no está firmado por Icinori,
pero habita en el mismo territorio.
Icinori es una forma de ecosistema gráfica e imaginaria que se
construye entre dos. Es un lugar privilegiado, dedicado al descubrimiento y a
la experimentación, donde cada uno puede aportar y buscar en total libertad.
¿Cómo trabajaste en ¿Cuánta tierra necesita un hombre??
¿Cuál fue tu inspiración?
El texto es muy sombrío. Así que tenía que destacar las
imágenes para hacer el libro más atractivo, respetando, al mismo tiempo, la
historia. El diseño fue un
hermoso trabajo de equilibrio sobre el filo de la navaja, para no caer en un
pathos expresionista o la decoración gratuita.
Repetí algunas dobles páginas porque se veían falsas.
El texto está en tensión, las ilustraciones debían construir sin suavizar. Esa
es la razón por la que acepté el proyecto. Fui el diseñador del libro para que todo fuese coherente
con el contenido, desde la elección del formato a la tipografía, pasando por la elección del
papel. Cada elemento es artífice del todo.
Mis referencias son
muy variadas. Hay por supuesto la sombra
del constructivismo ruso, el Lubok (imaginario popular ruso). Hice muchas
lecturas de Tolstoi para integrar el espíritu mismo de la obra. No podemos olvidar las formidables vanguardias de los libros
para niños y jóvenes y de los carteles provenientes de los países del Este
(Lébedev, los hermanos Stenberg, Parain, etc.). Sin contar mis propias
referencias que van desde el punk underground hasta los grabados japoneses de
los años setenta, pasando por todo tipo de imaginería popular (las pinturas de
Zuber, Espinal, y otro arte efímero).
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