martes, 29 de octubre de 2013

La opción por el libro-álbum

Verónica Uribe, una de las fundadoras de Ekaré y autora de los Cuentos de Diego y Daniela (entre muchas otras vocaciones), escribió en 1999 un texto crítico sobre el libro-álbum y su definición, constitución y alcance. Ekaré invita:

Dos lenguajes

Fue Monika Doppert, nuestra directora de arte de los inicios de Ekaré, la primera persona que nos hizo detenernos a pensar en dedicarnos al libro-álbum como editorial. "Las ilustraciones", dijo, y yo lo he repetido muchísimas veces hablando del libro-álbum, "no están allí para adornar el libro, ni para facilitar la lectura. Las imágenes son un lenguaje: comunican ideas, transmiten, informan".

Esto que parece tan obvio una vez que se escucha, nos lleva inmediatamente a pensar en el libro-álbum como un género que combina dos lenguajes: el de las palabras, el escrito, y el de las imágenes. Y creo que en este reconocimiento elemental, la presencia conjunta de dos lenguajes, que algunos hacen y otros no, radica la diferencia entre aquellas editoriales que publican de verdad libros-álbum, y las que publican simplemente textos acompañados de ilustraciones. Nuevamente digo algo que parece obvio, pero no es así. En América Latina hay muy pocas editoriales que de verdad se dediquen al libro-álbum, que lo hayan considerado seriamente como posibilidad, aunque hay muchas, o casi todas, que publican libros con ilustraciones.

Porque desprenderse de la predominancia, de la tiranía del texto no es fácil. Muchos dicen que el libro ilustrado comienza siempre en un texto, que es la base sobre la cual se construye el resto. Y ésta es, muchas veces, la premisa sobre la que se establece, no tan sólo una manera de entender y trabajar el álbum, sino que se manifiesta en otros ámbitos, por ejemplo, las relaciones contractuales: el autor tiene regalías pero no el ilustrador; o bien, se considera que el texto es una pieza terminada, inmodificable y las ilustraciones están allí para acompañar sin tocar.

Yo prefiero decir que la base ideal para un libro-álbum no es un texto sino una historia, un hilo narrativo muchas veces escueto, construido en palabras o imágenes, que se va modificando, enriqueciendo, complicando y definiendo con la presencia de otras imágenes y palabras. Pero trabajar así no es fácil, yendo y viniendo de la palabra a la imagen. Sólo resulta un proceso fluido cuando el autor del texto y el de las imágenes es la misma persona. De hecho, muchos sostienen que la excelencia en el libro-álbum sólo se consigue cuando esta condición está dada. Tomi Ungerer decía en una charla en Bologna que los únicos libros-álbum que quedarán en la historia de la literatura infantil como clásicos de este género serán aquellos que fueron hechos por un autor-ilustrador.

Tal vez ésta sea una afirmación extrema. En todo caso, el autor del texto es uno y el ilustrador, otra persona -que es la situación más frecuente, al menos en nuestra experiencia-. Es doblemente importante que el proceso editorial siga pautas que rescaten y refuercen la concepción de que estamos en presencia de dos lenguajes igualmente importantes, cada uno con su propia especificidad.

Dos lenguajes en tensión

Igual como antes con Monika Doppert, me encontré con un concepto desarrollado por Perry Nodelman que ha sido particularmente iluminador para mí. Es el concepto de tensión entre texto e imágenes. En un buen libro-álbum, dice Nodelman, las palabras y las imágenes cuentan dos historias diferentes y es la distancia entre la historia que nos narran las palabras y la historia que nos cuentan las imágenes lo que hace al libro interesante.

Las palabras nos empujan hacia adelante, queremos saber qué es lo que va a pasar, queremos descubrir el completo significado de lo que nos están diciendo, de manera que debemos continuar, terminar la oración, terminar el párrafo, pasar la página. Las imágenes, por el contrario, nos detienen para que exploremos en más detalle las escenas específicas que ilustran. Se produce, automáticamente, una tensión entre estos dos lenguajes.

El suspenso que crean las palabras por sí solas es un constante movimiento hacia adelante que se acelera hasta un clímax, pero las imágenes han aislado momentos que nos hacen detenernos y mirar. El goce de un buen álbum es esta constante tensión entre estos momentos de contemplación y la corriente de palabras que los unen. Este stacatto en los libros-álbum es muy diferente al ritmo de una historia contada sólo con palabras.

Las imágenes comunican de manera diferente que las palabras. Como debemos detenernos a contemplarlos, nos alejamos de la trama contada por las palabras, pero la atención que prestamos a los detalles visuales es recompensada con la comprensión más profunda de los sucesos y de los personajes. Las imágenes no pueden retratar la acción. Cuando los ilustradores aceptan la cualidad estática de las imágenes y las utilizan en combinación con el envión hacia adelante de las palabras, crean álbumes verdaderamente interesantes. 

En Bologna, Tomi Ungerer resumía de manera simple este análisis de Nodelman: lo importante en los libros-álbum es el ritmo; los libros-álbum tiene el ritmo de reloj. Tic, tac, tic, tac. Tic, una página, tac, otra página, tic, el texto, tac, las imágenes. 

Tensión entre imágenes y palabras: "Diego y los limones", un caso particular

Encontrar el camino del juego entre las imágenes y las palabras es uno de los grandes retos del libro-álbum. Para ilustradores y editores es importante sentir el ritmo, el vaivén, ese acercarse y alejarse de las imágenes verbales y las gráficas como si estuvieran desmadejando los hilos de un baile.

Ivar Da Coll lo hace con gracia. En este caso, (en "Diego y los limones mágicos" de Cuentos de Diego y Daniela) literalmente tuerce el texto para inventar un camino laberíntico hacia el mundo mágico de la casa de la bruja. Y esta es la casa de la bruja en un entorno poco habitual, un descuidado jardín tropical. Después del primer viaje a casa de la bruja en compañía de la abuela, los niños hacen un segundo viaje, solos. El camino se ha desplegado en parte, pero sigue siendo insólito.

Primer viaje a casa de la bruja, Ivar Da Coll para "Los limones mágicos"
 
Segundo viaje a casa de la bruja, Ivar Da Coll para "Los limones mágicos"

Hay una constante en este libro con la que ha jugado el ilustrador. Aunque el texto no establece diferenciaciones mayores entre el espacio de la casa de la bruja y el espacio de la casa de la abuela, con excepción de decir que la casa de la bruja es tétrica, el ilustrador enfatiza la "normalidad" de la casa de la abuela: ordenada, estable, equilibrada, con la casa de la bruja: deformada, abigarrada, en precario equilibrio.

Casa de la bruja, Ivar Da Coll para "Los limones mágicos"


Casa de la abuela, Ivar Da Coll para "Los limones mágicos"
Texto escrito, con mayor extensión, en 1999 por Verónica Uribe para el III Seminario Internacional del Banco del Libro, Caracas.

viernes, 25 de octubre de 2013

Una ojeada digital: Flix y El ogro de Zeralda

Flix

Teo y Flora Garra, una feliz pareja de gatos, quedan estupefactos al descubrir que su hijo recién nacido es un perro pug. Los señores Garra crían a Flix enseñándole a trepar árboles como los gatos y a comer ratones fritos. Por otro lado, su padrino, un perro sabueso, enseña a Flix a llevar con orgullo su herencia canina. Una curiosa vida entre dos mundos hace que Flix rompa las barreras de discriminación entre perros y gatos. Una historia sobre la diversidad escrita con el particular sentido del humor de Tomi Ungerer.


  El ogro de Zeralda  

Un ogro aterroriza una villa todas las mañanas para devorar niños pequeños. Con el tiempo, todos los padres esconden a sus hijos y no queda ni un solo niño a la vista. Sin embargo, lejos de la villa, en medio del bosque, hay una niña que nunca ha escuchado hablar del terrible ogro: Zeralda. Un día los caminos de Zeralda y el ogro se cruzan de una forma muy inesperada y apetitosa. Una escalofriante y divertida historia para los paladares más finos. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

La diversidad de un autor

Queridos lectores, conozcan a Tomi Ungerer:


Ahora les presentamos sus trazos, tal como los dejó cuando dijo "voilá" y los publicó bajo el nombre de Flix:





 



 

Por último, dejamos un boceto y cómo lucen los textos cuando serán traducidos a otros idiomas. Al ser parte de la ilustración, hay que dibujarlos también:
                        
 


Imágenes obtenidas de la web del museo Tomi Ungerer