jueves, 23 de julio de 2015

Un encuentro "monstruoso" entre una editora y un ilustrador

Araya Goitia, editora de La Sayona y otros cuentos de espantos, nos cuenta acerca de su particular encuentro con la obra de arte del ilustrador Stefano Di Cristofaro, y de cómo se aventuraron (junto a la encargada de la dirección de arte Alejandra Varela) a editar un hermoso y terrorífico libro.

La primera vez que vi el trabajo de Stefano fue en un cuarto de baño. Sobre la pared bailaban dos monstruos: uno se quitaba el sombrero y hacía una reverencia, el otro sacaba la lengua. Tenían una belleza lúgubre que luego descubriría con frecuencia en su obra. Monstruos que bailan en la cocina cuando todos duermen, diablos que enamoran muchachas, duendes que se roban niños. En fin, todos aquellos seres que tememos, pero cuya alegría festiva nos parece fascinante. 

Estábamos en la Velada de Santa Lucía, en Maracaibo. Las casas de la comunidad se convirtieron en galerías de arte. Todo era fiesta de calle: música, gente apiñada, casas con las puertas abiertas, vecinos vendiendo helados caseros, bollitos y cervezas. En medio de aquel alboroto, un gigante de feria, pelirrojo, con una franela anaranjada: Stefano. 

Fotos de Maxi Montaño. 

Algunos meses después, cuando en Ediciones Ekaré nos propusimos publicar un conjunto de historias de terror de la autora Mercedes Franco, pensamos de inmediato en Stefano. Alejandra Varela, encargada de la dirección de arte del proyecto, y yo, le pedimos una prueba de ilustración a partir de una de las historias del libro: El gran Yaguarín contra el pájaro blanco, un cuento de brujería de la época de Juan Vicente Gómez. 

Una semana más tarde, con la ilustración en mano, fue evidente para todos la conexión entre el trabajo de Stefano y la historia de Mercedes. Empezamos a trabajar enseguida. Además de un complejo artista plástico, Stefano resultó ser bonachón, tímido y muy humilde. Tras un largo proceso de edición y de aprendizaje, logramos publicar La Sayona y otros cuentos de espantos, un primer proyecto editorial para Stefano, para Alejandra y para mí, de la mano de la veterana escritora Mercedes Franco y del equipo de Ekaré. 

A partir de aquella primera experiencia de los monstruos escondidos en el baño, hasta la impresión de La Sayona y otros cuentos de espantos, nos surgieron preguntas acerca del proceso creativo y la experiencia de Stefano Di Cristofaro como ilustrador novel. En la siguiente entrevista visual, Stefano nos ofrece algunas respuestas:

¿Cuáles son tus influencias en el arte? 
Mis referencias plásticas son principalmente Matisse, Chagall y Klee. Lo que más me gusta es mirar las pinturas en sí, no la historia detrás de las pinturas ni las situaciones que representan ni lo «oculto»: solo el lenguaje gráfico. Eso es lo que me gusta de Matisse: pinta solo una mujer, una forma. Para mí, eso es lo importante: la forma por la forma y el color. 



Obras variadas de Chagall y Klee. / Gran desnudo acostado en progreso. Henri Matisse. 























Paso mucho tiempo investigando sobre pintura en internet. Soy un obsesivo con los lenguajes: me meto en páginas y voy viendo. Así descubrí a Bill Traylor. Me gusta en él lo ingenuo, algo de niño... En general me interesa el arte naif; por ejemplo, me gusta el trabajo de los venezolanos Víctor Millán y Bárbaro Rivas.

Casa de los diablos. Víctor Millán. /Barrio Caruto. Bárbaro Rivas /Untitled (Lion) · Hunter en horseback. Bill Traylor. 

¿Qué otras referencias visuales utilizas como inspiración para trabajar?
Me gusta mucho viajar por Venezuela: La Gran Sabana, Mérida, el Ávila... Allí observo los paisajes, la vegetación y los suelos. Me encantan los suelos naturales. A veces un recuadro de suelo es más interesante que un edificio completo. Uno de los viajes que más me inspiró visualmente fue Roraima. Para mí era como estar en la luna.


Suelos. Fotografías de Stefano Di Cristofaro. 

 ¿Cómo eras de niño, qué cosas te inspiraban?

De niño era muy inquieto. Hablaba mucho y no paraba de moverme. Me ponían a pintar todo el tiempo para que me quedara tranquilo. Cuando era pequeño, me gustaba mirar la puerta de un closet de mi casa que tenía unas manchas que se me parecían a un mono. Me gustaba un libro que tenía ilustraciones de animales con su escala real, y otro que era la versión en italiano del Juan sin miedo de Charles Perrault: Giovanni senza paura. Visualmente me encantaban las portadas de los discos de mi tío, bandas de rock como Queen, Pink Floyd o Morphine.

                Mancha en el closet con forma de mono.                                             Queen/Innuendo. 

¿Diseñador e ilustrador?   
Nunca pensé ser ilustrador. La carrera de diseño me llevó a considerarlo. A mi familia le hubiera dado un infarto si hubiese decidido estudiar Artes Plásticas. Ahora están contentos con lo que hago. Durante mis estudios, me perfilé sobre todo en las áreas de ilustración y de tipografía. Siempre ambas competían de alguna manera. Me interesa que en mi trabajo, tanto de diseño como de ilustración, haya un acento sobre lo gráfico; que de alguna manera los tres discursos cuenten lo mismo, esa búsqueda de la belleza en la forma. 


¿Cuáles son tus espacios y rituales de trabajo?
En verdad no tengo un estudio fijo en mi casa. Mi familia y yo solemos cambiar de cuartos, vamos rotando, y así yo también voy trabajando en habitaciones diferentes. Para mí es importante tener mucho papel para trabajar. Genero mucho desperdicio. Me da un poco de lástima. Mientras trabajo, siempre escucho música, como la de Elizabeth Cotten. Es indispensable.



 ¿Cuál ha sido tu fascinación con los monstruos? ¿Cómo comenzaste a pintarlos?
Mi relación con los monstruos y los demonios comenzó con una investigación que hice sobre las máscaras de los Diablos de Yare. Tenía mucha curiosidad al respecto. Luego exploré otro tipo de máscaras. Mientras iba buscando surgieron más cosas: máscaras precolombinas de las culturas maya y azteca, petroglifos... A partir de esa fusión de referencias, comencé a dibujar y a pintar mis propios monstruos.

Petición. Stefano Di Cristofaro. 

Ilustrando La Sayona  
La Sayona y otros cuentos de espantos contiene cuentos de diferentes partes de Venezuela, recogí mis experiencias de viaje para ilustrar. Ya conocía muchos de estos paisajes: Los Andes, la costa, la selva... A lo largo del proceso de ilustración, escuchaba la música de Gualberto Ibarreto y de Jesús Ávila. 


Vegetación. Fotografía de Stefano Di Cristofaro. / ¿Cómo te llamas? I. Stefano Di Cristofaro.

Para pensar en la hermosa muchacha ahogada de la historia de La dama de Isla Blanca, usé como referencia la Ophelia de John Everett Millais.

Ophelia. John Everett Millais. / La dama de Isla Blanca II. Stefano Di Cristofaro.
¿Cómo te ves a ti mismo?
¿Cómo me veo? Curioso, insatisfecho, penoso... Esta locura en mi país, Venezuela, me llena de ganas de hacer cosas. Si migrara, tendría que ir a un lugar que tenga un poco de caos. Me gusta el caos.

Autorretrato. Stefano Di Cristofaro. 

miércoles, 8 de julio de 2015

El fascinante misterio de la imaginación

Reunimos algunas conversaciones de Mercedes Franco, autora de La Sayona y otros cuentos de espantos, a propósito del lanzamiento de este libro y de su reconocimiento en Los Mejores del Banco del Libro 2015. Así, hemos podido acercarnos a su infancia en Monagas, Venezuela, y conocer la fascinación por los mitos y leyendas que colman su obra literaria. La Sayona y otros cuentos de espantos pertenece a la colección Zaranda, dedicada a los cuentos de la tradición oral venezolana.

Mercedes Franco en el lanzamiento de La Sayona y otros cuentos de espantos. Librería El Buscón. Caracas, septiembre 2014.


¿La Sayona u otra aparición la persiguió cuando era niña? ¿Todavía la visitan?

No, sin embargo en la casa en donde nací, en el Tejero, Monagas, salían fantasmas. Por eso mi papá compró la casa casi regalada. En realidad no me visitan a mí, pero sí he acumulado muchos testimonios de apariciones a personas de mi familia y amigos.
 
Los fantasmas marcaron mi infancia desde pequeña. Me encantaba meterme en los cuartos y registrar los baúles. Una vez un fantasma se enamoró de mi mamá. Por las noches, ella solía acostarse en una hamaca y cantar; entonces se escuchaban las botas de alguien acercándose. Era muy gentil, dejaba flores.  Todos los días aprendía una historia nueva contada por las señoras que trabajan en mi casa en esos años. Ellas hacían que mi imaginación volara. Aún tengo esos cuentos en mi memoria.
 
Los cuentos, mitos de espantos, apariciones y fantasmas venezolanos han pasado de generación en generación. Además, usted ha publicado varias obras sobre este tema. ¿Por qué hacer una nueva publicación?

Siempre aparecen historias nuevas y me gusta que los niños y las niñas las conozcan. Esa Venezuela mágica, secreta, estimula su imaginación y hacen que se acerquen a su identidad cultural y se sientan más vinculados a sus raíces.

¿Cómo surgió el proyecto de La Sayona y otros cuentos de espantos?

Para mí era importante dar a conocer la terrible anécdota que me contó una señora trujillana. Ese cuento define a la Sayona y la separa de La Llorona u otras mujeres fantasmales. En Ediciones Ekaré se interesaron en estos cuentos y los plasmaron en una hermosa edición. El libro es divertidísimo para los niños. El misterio les fascina a todos. El ser humano se siente atraído por lo que no conoce. Cuando llegas a un sitio y ves una puerta trancada, inmediatamente te provoca abrirla.

¿Usted en verdad cree en esos mitos, apariciones o espantos?

Creo en el poder de la imaginación para crear mitos y  leyendas que a veces defienden al planeta, como el caso del venado de piedra que defiende la fauna y aparece para castigar a quienes dañan a los animales silvestres. También pienso que hay tal cantidad de testimonios de apariciones que bien podría existir una dimensión espiritual llena de seres mágicos.
 
Venezuela es rica en historias sobrenaturales y fantasmagóricas. El folklore de nuestro país es sumamente amplio y fantástico. No se queda en duendes y hadas como en otros países. Venezuela tiene, además de eso, mujeres espectrales, animales encantados, espíritus de agua y más.
 
Las historias de espantos venezolanas son muy fuertes y agresivas, por eso decidí hacer la lectura más amena para los niños, agregándole un pequeño toque de comedia.
 
¿Dónde conoció usted estas historias?

Fueron cuentos que oía de lavanderas, peones, campesinos, pescadores, abuelas. Y decidí dar a esas historias un toque literario y tratarlas con cierto humor para hacerlas más accesibles a las niñas y niños.

Ping Pong de espantos

¿Tiene alguna musa de inspiración?: Venezuela, su historia, sus personajes, sus secretos.

¿Recuerda con cuál libro se inició en la lectura?: Las novelas ejemplares de Cervantes y el Romancero Gitano de Federico García Lorca.

¿Escribir es una profesión o un hobby?: Es una imperiosa necesidad.

¿Qué le hizo saber que se dedicaría a ser escritor?: Desde que tenía diez años sentí la necesidad de contar historias. 

¿Cuáles autores lo inspiraron para escribir?: Aquiles Nazoa, Manuel Felipe Rugeles, Ramón Palomares, Orlando Araujo, Alejo Carpentier, Abel Posse…

¿De sus obras cuál ha sido la que más ha disfrutado escribir?: La Capa Roja y La Sayona y otros cuentos de espantos.

¿Qué libro le hubiese gustado escribir?: Uno ambientado en el medioevo.

¿Cuál es el libro más preciado de su biblioteca?: El Amadís de Gaula y la Historia universal de la infamia.

Un libro para soñar: El mundo de las Hadas, de Beatrice Phillspott.

¿Cuál autor venezolano recomienda leer?: Hay muchos. Luis Britto García, Eduardo Liendo. Ricardo Gil Otaiza. Los recomiendo.

¿Cuál es el mejor lugar para escribir?: El cuarto del escritor. O su oficina.

Un libro para leer en el baño: El Decamerón de Giovanni Boccaccio.

Libro de papel o electrónico: Ambos tienen sus encantos.

¿Consejos para un principiante en la escritura?: Aceptar con avidez las críticas y buscar la excelencia.

Foto del diario El Nacional. Ediciones Ekaré. Caracas, 2014.
Textos extraídos de: El Nacional, Tal CualCorreo del Orinoco y Qué leer Blog.

miércoles, 1 de julio de 2015

Animación en Clave de Sol

Es hora de contar y cantar con los videos musicales de Chumba la cachumba y Yo tenía diez perritostítulos de la colección Clave de Sol, con la cual se quiso rescatar algunas de las canciones tradicionales más emblemáticas de la cultura hispanoamericana.

 

 
 
¿Qué hacen los esqueletos cuando salen de sus tumbas? ¡Chumba la cachumba la cachumbambá!  Esta divertida canción para cantar y contar fue ilustrada por Carlos Cotte en 1995. Es el primer libro de Ediciones Ekaré donde el ilustrador utiliza técnicas digitales como una posibilidad más de su paleta. Los originales se realizaron en goache con toques en lápiz de color y, una vez escaneados, los retocó digitalmente añadiendo sombras, brillos y otros detalles.
 
 


 
¿Quieres contar otra vez? Uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve diez. Esta popular canción fue ilustrada por Laura Stagno en 2002. Trabajó con el collage y, luego de mudarse a Tokio, supo aprovechar los nuevos tipos de papeles que tenía a su disposición. Los perritos y demás elementos están dibujados y recortados sobre diferentes papeles -lisos o texturados- y encolados sobres fondos de papel de color plano o estampado.