lunes, 26 de noviembre de 2012

La celebración del español

El Instituto Cervantes conmemoró el 23 de junio, día del español, compartiendo la palabra preferida de diversos personajes de nuestra cultura. Skármeta, además de confesar la suya, ofreció su visión encantada del idioma.




martes, 20 de noviembre de 2012

De "La composición" de Antonio Skármeta a "Pequeña revancha" de Olegario Barrera


Según el propio Skármeta (2003) fue a finales de los setenta cuando elaboró el primer borrador de su cuento [La composición], llamado entonces Tema de clase. Se publicó por primera vez en francés en una “edición dominical de Le monde y en la traducción castellana pasó a llamarse La composición”. Las fechas de su publicación en castellano son imprecisas aunque contamos con algunos datos. De los pocos críticos que tientan una fecha de la publicación en castellano Donald Shaw se pregunta sobre el año 1978. Asimismo, el cuento circuló por algunos medios impresos; al menos así llegó a manos del director [de cine] Barrera quien, después de leerlo en la sección de “El cuento del lunes” de El Diario de Caracas, decidió realizar el filme Pequeña revancha, estrenado en 1984. 

Antes de 1984, el cuento había adquirido notoriedad. Skármeta ya había recibido ofertas para llevarlo al cine, cuando Barrera le propuso realizar una adaptación televisiva:

En la primera carta Skármeta me contestó que ya antes había recibido solicitudes similares respecto al mismo cuento, pero él no había cedido los derechos porque planeaba hacer una película, puesto que él también es cineasta. A pesar de eso, me pedía que le enviara una descripción de cómo veía yo La Composición en el cine, así que, a vuelta del correo, yo le envié un primer guión que a él le gusto y así me dio los derechos (Graziano, 1986: 15-17).

Posteriormente, se publicó en la selección de cuentos La Cenicienta en San Francisco y otros cuentos (Santiago de Chile: Andrés Bello, 1990). Finalmente, ha llegado hasta hoy como libro para niños, gracias a la edición realizada por Ediciones Ekaré (Caracas, 2000) en la que se incorporaron las ilustraciones de Alfonso Ruano. Con una adaptación para la radio alemana, traducido a varios idiomas, ha recibido premios tan importantes como el otorgado por la UNESCO al mejor libro para niños en “Literatura infantil y juvenil en pro de la tolerancia” (2003).

Pequeña revancha fue algo más que la ópera prima de Barrera que, hasta entonces, se había desempeñado como montajista en los ’70. Significó un antes y un después, especialmente porque en ese filme se concentrarían las opciones estéticas y los valores en torno a la construcción de lo real, marcados por la indagación en la cotidianidad de personajes sencillos con gran capacidad de acción. Cotidianidad elaborada sin falsos heroísmos y con una mirada esperanzadora.

A menudo los escritores se encuentran frente a una terrible pregunta: ¿sucedió así de verdad? Los lectores buscan la verdad detrás de las obras de fantasía. Saben que la literatura es un modo peculiar de dialogar con el mundo y esperan encontrar señales sobre la experiencia compartida de vivir en este mundo, para entenderlo mejor (Skármeta, 2003: 1).

Justamente, la elección por contar las historias íntimas, centradas en personajes inscritos en su cotidianidad, generalmente, opresiva; de valorar la construcción de un lenguaje coloquial entreverado con su capacidad de resurgir imaginarios del fútbol, el cine o la música o de elegir una alta referencialidad con visos poéticos, le han otorgado a Skármeta un lugar privilegiado dentro de la narrativa chilena y latinoamericana y, además, son los códigos narrativos e ideológicos que lo enlazan con el filme de Olegario Barrera.



Estudio publicado en 2006 por Diana Medina Meléndez como tesis doctoral para la Universidad Autónoma de Barcelona

martes, 13 de noviembre de 2012

El sentido de lo humano


Verónica Uribe: ¿Cuándo escribió La composición?
Antonio Skármeta: Estando en Berlín Occidental a finales de la década de los 70.

VU: ¿En qué hechos reales se inspiró esta historia?
AS: Por esos años se discutía mucho en Europa la relación entre literatura y realidad. Toda literatura que tuviera un tinte crítico acerca de la política contingente era juzgada como una suerte de literatura menor, transitoria o datée, como decían los franceses. Pero a mí lo que pasaba en Chile me interesaba fuertemente. En Alemania recibíamos muchos materiales de lo que sucedía en Chile bajo la dictadura y acerca de los mecanismos que hacían funcionar la represión. Un día llegaron a mis manos unos informes del Ministerio de Educación y de los organismos de censura del gobierno con instrucciones para proceder en los colegios y en general, en el campo de la cultura. Como se sabe, había en cada colegio un delegado militar a cargo del establecimiento y se daban recomendaciones a los maestros, a los rectores, alentando al soplonaje. Y esto a mí me impresionó muchísimo. 

En el cuento, Pedro Malbrán, el niño, pregunta:
"-¿Y yo también estoy en contra de la dictadura?"
Y la madre le contesta:
"-No, los niños no están en contra de nada. Los niños son simplemente niños. Tienen que ir a la escuela, querer mucho a sus padres, estudiar, jugar, etc..."

Esta instrucción del régimen militar que colocaba a los niños en un entorno de soplonaje y traición, el hecho de poner estas sugerencias siniestras en un documento, me llenó de indignación. Este era un conflicto entre otras gentes. Era una masacre de los demócratas por parte del gobierno represor. Pero meter a los niños en esto...

Entonces me dije, tengo que confiar en el ingenio, en la salud mental de los niños, en la fuerza, en el instinto que les da la naturaleza para vencer esta trampa, superar esta trampa que se les está tendiendo. Entonces concebí, basado en mi conocimiento del pueblo chileno, de su ingenio, de su solidaridad y fraternidad, el personaje de Pedro.

VU: El nombre de Pedro Malbrán, ¿de dónde surge? ¿Existió Pedro Malbrán?
AS: No, Pedro Malbrán no. Pero sí existía la escuela Siria, cerca de la Plaza Ñuñoa. El mayor de mis hijos asistió a esa escuela. Y Malbrán es un apellido muy caro para mí. Recuerda a Ernesto Malbrán, un actor chileno muy expansivo, muy explosivo, muy del gusto de los niños.

VU: ¿Fue pensado este libro como un homenaje a alguien? ¿Está dedicado a alguien?
AS: Está dedicado a los niños chilenos. Y, también a los niños alemanes. Unos y otros soportaron, en diferentes épocas, circunstancias similares. Recuerdo una historia terrible de Brecht en la que un niño vive una situación dramática que lo obliga a tomar una decisión y delata a sus padres. Entonces, era un doble dolor. Yo vivía en Alemania, un país que había recuperado la democracia, que estaba empeñada en revisar el pasado, en no olvidar. Una Alemania con una juventud maravillosa que era impecable frente a lo que habían hecho sus abuelos y padres. Era un doble dolor y una doble motivación.

VU: ¿Cómo cree que se inserta La composición en el mundo de hoy?
AS: Se inserta en ese intento de ternura, con delicadeza y destacando esos valores que son eternos en la gente y no tienen que ver con una contingencia política específica sino con todas aquellas instancias en donde la opresión restringe las ansias de libertad.