martes, 13 de noviembre de 2012

El sentido de lo humano


Verónica Uribe: ¿Cuándo escribió La composición?
Antonio Skármeta: Estando en Berlín Occidental a finales de la década de los 70.

VU: ¿En qué hechos reales se inspiró esta historia?
AS: Por esos años se discutía mucho en Europa la relación entre literatura y realidad. Toda literatura que tuviera un tinte crítico acerca de la política contingente era juzgada como una suerte de literatura menor, transitoria o datée, como decían los franceses. Pero a mí lo que pasaba en Chile me interesaba fuertemente. En Alemania recibíamos muchos materiales de lo que sucedía en Chile bajo la dictadura y acerca de los mecanismos que hacían funcionar la represión. Un día llegaron a mis manos unos informes del Ministerio de Educación y de los organismos de censura del gobierno con instrucciones para proceder en los colegios y en general, en el campo de la cultura. Como se sabe, había en cada colegio un delegado militar a cargo del establecimiento y se daban recomendaciones a los maestros, a los rectores, alentando al soplonaje. Y esto a mí me impresionó muchísimo. 

En el cuento, Pedro Malbrán, el niño, pregunta:
"-¿Y yo también estoy en contra de la dictadura?"
Y la madre le contesta:
"-No, los niños no están en contra de nada. Los niños son simplemente niños. Tienen que ir a la escuela, querer mucho a sus padres, estudiar, jugar, etc..."

Esta instrucción del régimen militar que colocaba a los niños en un entorno de soplonaje y traición, el hecho de poner estas sugerencias siniestras en un documento, me llenó de indignación. Este era un conflicto entre otras gentes. Era una masacre de los demócratas por parte del gobierno represor. Pero meter a los niños en esto...

Entonces me dije, tengo que confiar en el ingenio, en la salud mental de los niños, en la fuerza, en el instinto que les da la naturaleza para vencer esta trampa, superar esta trampa que se les está tendiendo. Entonces concebí, basado en mi conocimiento del pueblo chileno, de su ingenio, de su solidaridad y fraternidad, el personaje de Pedro.

VU: El nombre de Pedro Malbrán, ¿de dónde surge? ¿Existió Pedro Malbrán?
AS: No, Pedro Malbrán no. Pero sí existía la escuela Siria, cerca de la Plaza Ñuñoa. El mayor de mis hijos asistió a esa escuela. Y Malbrán es un apellido muy caro para mí. Recuerda a Ernesto Malbrán, un actor chileno muy expansivo, muy explosivo, muy del gusto de los niños.

VU: ¿Fue pensado este libro como un homenaje a alguien? ¿Está dedicado a alguien?
AS: Está dedicado a los niños chilenos. Y, también a los niños alemanes. Unos y otros soportaron, en diferentes épocas, circunstancias similares. Recuerdo una historia terrible de Brecht en la que un niño vive una situación dramática que lo obliga a tomar una decisión y delata a sus padres. Entonces, era un doble dolor. Yo vivía en Alemania, un país que había recuperado la democracia, que estaba empeñada en revisar el pasado, en no olvidar. Una Alemania con una juventud maravillosa que era impecable frente a lo que habían hecho sus abuelos y padres. Era un doble dolor y una doble motivación.

VU: ¿Cómo cree que se inserta La composición en el mundo de hoy?
AS: Se inserta en ese intento de ternura, con delicadeza y destacando esos valores que son eternos en la gente y no tienen que ver con una contingencia política específica sino con todas aquellas instancias en donde la opresión restringe las ansias de libertad.

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