jueves, 5 de noviembre de 2015

Una ojeada digital: Morella Fuenmayor (1963-2002)

"Los mundos creados por Morella, cálidos, francos y expresivos, tal como era ella misma, siguen muy vivos en sus historias. Nos acompañan y emocionan cada vez que abrimos uno de sus libros".

Directora de arte de Ediciones Ekaré 












jueves, 29 de octubre de 2015

Los mundos expresivos de Morella Fuenmayor

Irene Savino, diseñadora y directora de arte de Ediciones Ekaré, comparte su experiencia de trabajo junto a Morella Fuenmayor (1963-2002), ilustradora de siete títulos de Ekaré, a quien rendimos homenaje a propósito de los 25 años del clásico libro: Rosaura en bicicleta


Conocí a Morella una tarde de hace casi treinta años en el Instituto de Diseño de Caracas. Estaba interesada en ilustrar, sabía que yo trabajaba en Ediciones Ekaré y quería mostrarme sus dibujos. Como directora de arte tuve la suerte de acompañarla en el proceso de desarrollo de siete de sus libros, siete propuestas diferentes en cuanto al tema, edad del destinatario y técnicas de realización, todas ellas abordadas con delicadeza y escrupulosidad.

El book de Morella no era diferente ni más variado, pero en sus trabajos quedaba claro que dibujaba con acierto y que su trazo era seguro y limpio. De este primer encuentro, lo que más me llamó la atención fue cómo, a pesar de su timidez, Morella transmitía la firmeza de haber escogido su profesión: iba a ser ilustradora. 


En Estaba la pájara pinta, Morella construyó el espacio dibujando a lápiz un mínimo de elementos: un banco y un árbol. La ambientación se completa con una paleta restringida de colores primarios. Mediante la recreación cuidadosa de expresiones, poses y miradas plasmó en sus personajes algo tan inasible como es la relación de afecto que se desprende del juego amoroso de una madre con su hijo.  El resultado es un libro encantador, profundo en su simpleza.


La observación de los detalles como herramienta en la búsqueda de motivos para la representación se evidencia en su segundo libro, Un día en la oficina de 1987. La cotidianidad de una oficina se rompe cuando un padre lleva a su hijo al trabajo. Utilizando la misma técnica del libro anterior, da en este un mayor protagonismo al escenario de la oficina. El ambiente es el detonante de las acciones.

Rosaura en bicicleta planteó nuevos retos: la técnica para lograr la atmósfera deseada, los personajes y situaciones -que a pesar de lo inusual debían parecer cotidianas-, la secuenciación que no tenía que perder ritmo ni interés hasta llegar al esperado final. Al volver a hojear este libro queda claro que las decisiones que tomó Morella fueron las acertadas para hacer real, literariamente hablando, el mundo luminoso de la Señora Amelia y de Rosaura, su gallina, que pide una bicicleta para su cumpleaños.

La experiencia de Rosaura en bicicleta le permitió abordar con madurez el cuento de Orlando Araujo, Miguel Vicente pata caliente. Aquí vuelve a destacar la recreación del personaje, un niño en los escenarios de su ciudad. Morella realizó una cuidada recopilación de entornos. Recorrió Caracas para captar con sus bocetos detalles significativos en lugares emblemáticos. 

Uno de los procesos que vivimos de manera más gustosa fue el de Las recetas de misia Elena, de 1993, con textos de Elena Iribarren, editora de Ediciones Ekaré en esos tiempos. Morella preparaba cada receta para poder recrearla. Disfrutábamos mucho cuando nos visitaba para mostrar los avances del libro y las reuniones se acompañaban de ricas barritas de chocolate y ponquecitos de auyama. A pesar de que en Las recetas de misia Elena no hay narración, Morella no renunció a crear personajes que mostrarán en una serie de recuadros ilustrados los diferentes pasos de la elaboración de cada plato. Cada receta es “preparada” por un niño caracterizado con su propia personalidad.

Con la utilización de la acuarela recreó la vida de una familia monoparental donde La cama de mamá es el lugar polifacético donde mejor se está. Las ilustraciones, ambientadas en el interior de la casa, cuentan a través de infinidad de detalles la cotidianidad de los personajes que allí viven. Un pequeño mundo de relaciones familiares, de complicidades entre hermanos y cuidados maternales que confluyen en la cama de mamá.

 1. Samantha | 2. Atalanta | 3. Felipe 
Hacia finales de los años noventa trabajamos juntas por última vez en El libro de los nombres, un título que aún se mantiene inédito. Se trata de un diccionario de nombres que con mucho rigor preparó Verónica Uribe. Encargamos a Morella la entrada de cada capítulo, queríamos que ilustrara un personaje representativo cuyo nombre empezara con la letra correspondiente. Con buen tino, Morella seleccionó los caracteres y los representó con la simpleza de la línea. Aparecen la incansable Atalanta en la A, Felipe, aficionado a los caballos en la F, Samanta la que escucha en la S, entre otros. Y aquí también logró lo que tan bien sabía hacer: personajes significativos.

viernes, 9 de octubre de 2015

Una invitación a imaginar: entrevista a Daniel Barbot

Daniel Barbot nació en Francia y vivió muchos años en Venezuela. Allí escribió dos de los libros más memorables de Ediciones Ekaré: Rosaura en bicicleta y Un diente se mueve. A propósito del 25° aniversario de Rosaura en bicicleta, nos concedió una entrevista desde París.  


Antes de ser escritor, usted trabajó como obrero y mesonero por muchos años. ¿Qué lo inspiró a convertirse en autor de libros para niños?

Cuando mi familia y yo viajamos de Francia a Venezuela, mi hija Clarisse (protagonista del cuento Un diente se mueve) tenía ya cinco años. En ese tiempo íbamos mucho al parque y yo escuchaba atentamente la reacción de los niños. A Clarisse le gustaba escuchar historias, pero historias inventadas por mí, no las que estaban en los libros. Después de inventar tantos cuentos, yo quedaba con la sensación de algo mágico que podía transmitir a los niños. Mi esposa, Aracelis Ocante, había ilustrado para Ediciones Ekaré El Tigre y el Rayo y se enteró de que buscaban un autor de libros para niños. Entonces, me animó a escribir una historia. Al poco tiempo, se me vino la pregunta: ¿Qué hace el ratón con el diente? Y así nació el cuento Un diente se mueve, mi primer libro para niños. Luego vendría la historia de Rosaura en bicicleta, una historia sobre un animal familiar que hace cosas insólitas y divertidas de leer.

¿Cómo se da su proceso de escritura?

Para mí es importante que la historia salga de una manera espontánea. A veces me siento y puedo imaginar un cuento en diez o quince minutos. No tengo que pensar mucho cuando la idea está bien definida. Creo que lo importante es que sea un proceso natural.

Un diente se mueve, Ediciones Ekaré 2012. 

Rosaura en bicicleta se ha convertido en un clásico de Ediciones Ekaré y este año cumple 25 años desde su publicación. ¿Cómo surgió la historia?

En esa época yo tenía la idea de convertir un animal común, como la gallina, en un personaje que divirtiera a los niños. Rosaura es una gallina, pero no es cobarde ni tiene miedo, cuando quiere algo va y viene hasta conseguirlo. La Señora Amelia es una señora que, como muchas del campo, tiene muchos animales, vive con ellos, son parte de su familia. En Venezuela esto es algo muy común, ver a la gente con sus gatos y loros. Y creo que eso inspiró la historia.

Rosaura en bicicleta, Ediciones Ekaré 1990.
De Rosaura en bicicleta se ha dicho mucho, pero ¿qué quiso transmitir con esta historia?

Yo creo que es muy importante desarrollar la imaginación de los niños. Cuando veo a los niños en la calle, siento que están imaginando cosas diferentes al contexto en el que se encuentran, están en otro mundo. El mensaje que yo quería transmitir con Rosaura era precisamente ese poder imaginar cosas diferentes, que una lata fuese un avión o que una gallina montase una bicicleta. Invitar a los niños a soñar, especialmente cuando están muy pequeños.


Un diente se mueve, 1981. 
¿Los niños de hoy en día leen tanto como los de antes?

No estoy seguro de la respuesta. No sé en realidad si los niños de hoy en día quieran seguir leyendo con tantas cosas nuevas, con el aporte moderno. No sé si aún están interesados en soñar e imaginar historias como las de Rosaura o las del señor Pulga. De esta última historia no se habla mucho, pero surgió de una situación cotidiana con mis hijos, cuando quedamos atrapados en el tráfico y nos imaginamos que sería maravilloso poder pegar un salto. Mi esposa Aracelis y yo opinamos que el libro no tiene sustituto. Nuestros nietos siguen leyendo libros impresos y les gustan, pero no sabemos con seguridad si es así para los otros niños.



¿Cuál es el autor de libros para niños que siempre recomienda?

Definitivamente Tomi Ungerer.

Entrevista realizada por Careny Galarraga. Caracas, 2015.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Morella Fuenmayor: una mirada infinita

Morella Fuenmayor (1963-2002) fue una de las ilustradoras de libros para niños más reconocidas y galardonadas de Venezuela. Su trabajo siempre reflejó esos momentos íntimos y memorables de personajes e historias que, hoy en día, siguen en el imaginario de diferentes generaciones. En esta ocasión recordamos sus ilustraciones, pero ahora, desde su propia voz. 

“Yo dibujo desde que tengo memoria y recuerdo que de pequeña me gustaban mucho los libros ilustrados: los cuentos de Grimm, Las mil y una noches, los cuentos de hadas. En una oportunidad vi en clase, en el Instituto de Diseño, el libro La calle es libre. Recuerdo que aquello me provocó un gran impacto; incluso creo que allí nació mi admiración por Monika Doppert, una de mis ilustradoras favoritas”. 

Rosaura en bicicleta, 1990

"Para Rosaura en bicicleta me fui a la parte colonial de La Guaira. Para mí es muy importante la atmósfera, y es lo que más me cuesta, el ambiente, la perspectiva. Los personajes me cuestan menos. En esta primera etapa, que es de observación, haces algunos bocetos, recoges y asimilas cosas para luego sentarte a trabajar”. 

Ilustración original de Miguel Vicente pata caliente, 1992
La cama de mamá, 1994
“Cuando se comienza un nuevo proyecto hay una etapa interesante y muy bonita: la de la investigación y recolección de información. Para Estaba la pájara pinta me fui a un parque a observar los bancos, las mamás y los niños. Cuando estaba ilustrando Un día en la oficina, siempre que iba a entrevistas de trabajo me fijaba en las personas y en los objetos, los estantes, el escritorio, las papeleras”. 

Ilustración original de Estaba la pájara pinta, 1987

Un día en la oficina, 1987


“Alguna gente tiene metida en la cabeza que como son libros para los niños, hay que trabajar con círculo, cuadrado y triángulo, con formas muy básicas. No estoy de acuerdo porque eso es subestimar la capacidad del niño. Los niños están preparados para mucho más de lo que se cree. Es asombroso cuando les enseñas un libro y ellos ven cosas en las que uno ni siquiera se ha fijado”. 

El conde Olinos, 2000

Miguel Vicente pata caliente, 1992

“Me gusta ilustrar para niños, pero hay que tener bien claro que ilustrar no es pintar. Son cosas distintas y hay que separarlas. En los libros para niños hay que respetar y tomar en cuenta ciertas cosas. Hay que tener muy presente la impresión, el medio de reproducción; hay que saber algunos trucos, algunas trampas”. 

La cama de mamá, 1994 
"No hay nada más gratificante que un niño se ría con las ilustraciones de uno, que las vea y le encanten. Ese es el premio. No importa el jurado de especialistas o bibliotecarios. El niño es, en definitiva, el que tiene la última palabra". 


Frases de "Entrevista a Morella Fuenmayor" por Claudia Larraguibel. Texto cortesía del Centro de Información y Documentación del Banco del Libro

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Entre chimó y cocuy: el bautizo de La Sayona

Con sus instrumentos a cuestas y la complicidad de los cuentos de espantos, la banda de Domingo en llamas compartió su música en la presentación de La Sayona y otros cuentos de espantos en los espacios de la librería El Buscón de Caracas. 

Bautizo con chimó de La Sayona y otros cuentos de espantos en la librería El Buscón. Caracas, 2014. 

Esa tarde el escenario se mostraba desfavorable, casi de terror: hubo apagones en varias zonas de Caracas, a lo que se sumó una lluvia torrencial. En este clima y gracias a la generosidad de la librería El Buscón y de su directora, Katyna Henríquez, presentamos el libro La Sayona y otros cuentos de espantos, muy apropiado para las circunstancias.

Los asistentes escucharon atentos las emotivas palabras de Mercedes Franco, autora del libro; María Elena Maggi, especialista en literatura infantil y Araya Goitia, editora del proyecto. La autora, el ilustrador y la editora bautizaron La Sayona y otros cuentos de espantos con chimó, un compuesto del tabaco que se utilizó para elaborar las ilustraciones originales del libro.

Más tarde, entre cocuy con papelón y limón, y guarapita de parchita, llegó el turno de Domingo en llamasproyecto liderado por José Ignacio Benítez. Su propuesta musical, al igual que la propuesta del libro, conjuga ecos de la tradición oral, poesía, referencias locales y literarias, herencias del folklore y de su propia impronta estética.

Al salir de la librería la lluvia ya había acabado y la luz había vuelto a cada rincón de la ciudad, pero los espantos seguían auscultando en silencio los rumores del encuentro en la librería El Buscón. Un encuentro en llamas. 


José Ignacio se encargó de la guitarra, armónica y voz, y lo acompañaron los músicos:
 Chapis Lasca (guitarra española y flauta), 
Héctor Tosta (banjo y guitarra), Simón Hernández 
(batería y bajo) y Enrique Pérez (batería y bajo).

lunes, 7 de septiembre de 2015

De tinta, papel y espantos

Imprimir un libro es un proceso que requiere mucho cuidado. En el caso de La Sayona y otros cuentos de espantos, el mayor reto consistió en reproducir fielmente las ilustraciones originales y asegurar una excelente calidad gráfica en el acabado final.


Impresión de La Sayona y otros cuentos de espantos en Caracas por Gráficas Acea.

Para evitar un contraste excesivo entre las ilustraciones originales y el blanco del papel, se escogió un Saima Antique 80grs. color crema (un tipo de papel recubierto y sin porosidades). Sin embargo, las transparencias de las ilustraciones, elaboradas originalmente en aguada con chimó, tendían a saturarse al momento de imprimir y se corría el riesgo de perder sus matices. Por esta razón, solicitamos la asesoría de Javier Aizpúrua, de la Editorial Ex-Libris, veterano de las artes gráficas, gran amigo y cómplice de Ediciones Ekaré desde sus inicios. Javier intervino digitalmente todas las ilustraciones originales a fin de reducir la saturación del negro sobre el Saima Antique. 

1. Ilustración en chimó | 2. Montaje digital de la ilustración | 3. Impresión de la ilustración

Pliego interior de La Sayona y otros cuentos de espantos

La portada de La Sayona y otros cuentos de espantos fue también un reto de impresión. A la hora de calibrar la superposición del negro sobre el amarillo, se corría el riesgo de que la imagen se tornara "verdosa". El equipo de Gráficas Acea, liderado por Vladimir Mujica, realizó varias pruebas hasta conseguir el color final. Las impresiones demoraron en secar, puesto que el retiro (la parte interna de la portada) es de color negro puro, y podía manchar la primera página del libro. Para evitarlo se le aplicó un barniz de protección que agilizó el secado.

1. Ilustración en chimó | 2. Montaje digital de la ilustración | 3. Impresión de la ilustración en la portada
 
Pliego de la portada de La Sayona y otros cuentos de espantos


jueves, 23 de julio de 2015

Un encuentro "monstruoso" entre una editora y un ilustrador

Araya Goitia, editora de La Sayona y otros cuentos de espantos, nos cuenta acerca de su particular encuentro con la obra de arte del ilustrador Stefano Di Cristofaro, y de cómo se aventuraron (junto a la encargada de la dirección de arte Alejandra Varela) a editar un hermoso y terrorífico libro.

La primera vez que vi el trabajo de Stefano fue en un cuarto de baño. Sobre la pared bailaban dos monstruos: uno se quitaba el sombrero y hacía una reverencia, el otro sacaba la lengua. Tenían una belleza lúgubre que luego descubriría con frecuencia en su obra. Monstruos que bailan en la cocina cuando todos duermen, diablos que enamoran muchachas, duendes que se roban niños. En fin, todos aquellos seres que tememos, pero cuya alegría festiva nos parece fascinante. 

Estábamos en la Velada de Santa Lucía, en Maracaibo. Las casas de la comunidad se convirtieron en galerías de arte. Todo era fiesta de calle: música, gente apiñada, casas con las puertas abiertas, vecinos vendiendo helados caseros, bollitos y cervezas. En medio de aquel alboroto, un gigante de feria, pelirrojo, con una franela anaranjada: Stefano. 

Fotos de Maxi Montaño. 

Algunos meses después, cuando en Ediciones Ekaré nos propusimos publicar un conjunto de historias de terror de la autora Mercedes Franco, pensamos de inmediato en Stefano. Alejandra Varela, encargada de la dirección de arte del proyecto, y yo, le pedimos una prueba de ilustración a partir de una de las historias del libro: El gran Yaguarín contra el pájaro blanco, un cuento de brujería de la época de Juan Vicente Gómez. 

Una semana más tarde, con la ilustración en mano, fue evidente para todos la conexión entre el trabajo de Stefano y la historia de Mercedes. Empezamos a trabajar enseguida. Además de un complejo artista plástico, Stefano resultó ser bonachón, tímido y muy humilde. Tras un largo proceso de edición y de aprendizaje, logramos publicar La Sayona y otros cuentos de espantos, un primer proyecto editorial para Stefano, para Alejandra y para mí, de la mano de la veterana escritora Mercedes Franco y del equipo de Ekaré. 

A partir de aquella primera experiencia de los monstruos escondidos en el baño, hasta la impresión de La Sayona y otros cuentos de espantos, nos surgieron preguntas acerca del proceso creativo y la experiencia de Stefano Di Cristofaro como ilustrador novel. En la siguiente entrevista visual, Stefano nos ofrece algunas respuestas:

¿Cuáles son tus influencias en el arte? 
Mis referencias plásticas son principalmente Matisse, Chagall y Klee. Lo que más me gusta es mirar las pinturas en sí, no la historia detrás de las pinturas ni las situaciones que representan ni lo «oculto»: solo el lenguaje gráfico. Eso es lo que me gusta de Matisse: pinta solo una mujer, una forma. Para mí, eso es lo importante: la forma por la forma y el color. 



Obras variadas de Chagall y Klee. / Gran desnudo acostado en progreso. Henri Matisse. 























Paso mucho tiempo investigando sobre pintura en internet. Soy un obsesivo con los lenguajes: me meto en páginas y voy viendo. Así descubrí a Bill Traylor. Me gusta en él lo ingenuo, algo de niño... En general me interesa el arte naif; por ejemplo, me gusta el trabajo de los venezolanos Víctor Millán y Bárbaro Rivas.

Casa de los diablos. Víctor Millán. /Barrio Caruto. Bárbaro Rivas /Untitled (Lion) · Hunter en horseback. Bill Traylor. 

¿Qué otras referencias visuales utilizas como inspiración para trabajar?
Me gusta mucho viajar por Venezuela: La Gran Sabana, Mérida, el Ávila... Allí observo los paisajes, la vegetación y los suelos. Me encantan los suelos naturales. A veces un recuadro de suelo es más interesante que un edificio completo. Uno de los viajes que más me inspiró visualmente fue Roraima. Para mí era como estar en la luna.


Suelos. Fotografías de Stefano Di Cristofaro. 

 ¿Cómo eras de niño, qué cosas te inspiraban?

De niño era muy inquieto. Hablaba mucho y no paraba de moverme. Me ponían a pintar todo el tiempo para que me quedara tranquilo. Cuando era pequeño, me gustaba mirar la puerta de un closet de mi casa que tenía unas manchas que se me parecían a un mono. Me gustaba un libro que tenía ilustraciones de animales con su escala real, y otro que era la versión en italiano del Juan sin miedo de Charles Perrault: Giovanni senza paura. Visualmente me encantaban las portadas de los discos de mi tío, bandas de rock como Queen, Pink Floyd o Morphine.

                Mancha en el closet con forma de mono.                                             Queen/Innuendo. 

¿Diseñador e ilustrador?   
Nunca pensé ser ilustrador. La carrera de diseño me llevó a considerarlo. A mi familia le hubiera dado un infarto si hubiese decidido estudiar Artes Plásticas. Ahora están contentos con lo que hago. Durante mis estudios, me perfilé sobre todo en las áreas de ilustración y de tipografía. Siempre ambas competían de alguna manera. Me interesa que en mi trabajo, tanto de diseño como de ilustración, haya un acento sobre lo gráfico; que de alguna manera los tres discursos cuenten lo mismo, esa búsqueda de la belleza en la forma. 


¿Cuáles son tus espacios y rituales de trabajo?
En verdad no tengo un estudio fijo en mi casa. Mi familia y yo solemos cambiar de cuartos, vamos rotando, y así yo también voy trabajando en habitaciones diferentes. Para mí es importante tener mucho papel para trabajar. Genero mucho desperdicio. Me da un poco de lástima. Mientras trabajo, siempre escucho música, como la de Elizabeth Cotten. Es indispensable.



 ¿Cuál ha sido tu fascinación con los monstruos? ¿Cómo comenzaste a pintarlos?
Mi relación con los monstruos y los demonios comenzó con una investigación que hice sobre las máscaras de los Diablos de Yare. Tenía mucha curiosidad al respecto. Luego exploré otro tipo de máscaras. Mientras iba buscando surgieron más cosas: máscaras precolombinas de las culturas maya y azteca, petroglifos... A partir de esa fusión de referencias, comencé a dibujar y a pintar mis propios monstruos.

Petición. Stefano Di Cristofaro. 

Ilustrando La Sayona  
La Sayona y otros cuentos de espantos contiene cuentos de diferentes partes de Venezuela, recogí mis experiencias de viaje para ilustrar. Ya conocía muchos de estos paisajes: Los Andes, la costa, la selva... A lo largo del proceso de ilustración, escuchaba la música de Gualberto Ibarreto y de Jesús Ávila. 


Vegetación. Fotografía de Stefano Di Cristofaro. / ¿Cómo te llamas? I. Stefano Di Cristofaro.

Para pensar en la hermosa muchacha ahogada de la historia de La dama de Isla Blanca, usé como referencia la Ophelia de John Everett Millais.

Ophelia. John Everett Millais. / La dama de Isla Blanca II. Stefano Di Cristofaro.
¿Cómo te ves a ti mismo?
¿Cómo me veo? Curioso, insatisfecho, penoso... Esta locura en mi país, Venezuela, me llena de ganas de hacer cosas. Si migrara, tendría que ir a un lugar que tenga un poco de caos. Me gusta el caos.

Autorretrato. Stefano Di Cristofaro. 

miércoles, 8 de julio de 2015

El fascinante misterio de la imaginación

Reunimos algunas conversaciones de Mercedes Franco, autora de La Sayona y otros cuentos de espantos, a propósito del lanzamiento de este libro y de su reconocimiento en Los Mejores del Banco del Libro 2015. Así, hemos podido acercarnos a su infancia en Monagas, Venezuela, y conocer la fascinación por los mitos y leyendas que colman su obra literaria. La Sayona y otros cuentos de espantos pertenece a la colección Zaranda, dedicada a los cuentos de la tradición oral venezolana.

Mercedes Franco en el lanzamiento de La Sayona y otros cuentos de espantos. Librería El Buscón. Caracas, septiembre 2014.


¿La Sayona u otra aparición la persiguió cuando era niña? ¿Todavía la visitan?

No, sin embargo en la casa en donde nací, en el Tejero, Monagas, salían fantasmas. Por eso mi papá compró la casa casi regalada. En realidad no me visitan a mí, pero sí he acumulado muchos testimonios de apariciones a personas de mi familia y amigos.
 
Los fantasmas marcaron mi infancia desde pequeña. Me encantaba meterme en los cuartos y registrar los baúles. Una vez un fantasma se enamoró de mi mamá. Por las noches, ella solía acostarse en una hamaca y cantar; entonces se escuchaban las botas de alguien acercándose. Era muy gentil, dejaba flores.  Todos los días aprendía una historia nueva contada por las señoras que trabajan en mi casa en esos años. Ellas hacían que mi imaginación volara. Aún tengo esos cuentos en mi memoria.
 
Los cuentos, mitos de espantos, apariciones y fantasmas venezolanos han pasado de generación en generación. Además, usted ha publicado varias obras sobre este tema. ¿Por qué hacer una nueva publicación?

Siempre aparecen historias nuevas y me gusta que los niños y las niñas las conozcan. Esa Venezuela mágica, secreta, estimula su imaginación y hacen que se acerquen a su identidad cultural y se sientan más vinculados a sus raíces.

¿Cómo surgió el proyecto de La Sayona y otros cuentos de espantos?

Para mí era importante dar a conocer la terrible anécdota que me contó una señora trujillana. Ese cuento define a la Sayona y la separa de La Llorona u otras mujeres fantasmales. En Ediciones Ekaré se interesaron en estos cuentos y los plasmaron en una hermosa edición. El libro es divertidísimo para los niños. El misterio les fascina a todos. El ser humano se siente atraído por lo que no conoce. Cuando llegas a un sitio y ves una puerta trancada, inmediatamente te provoca abrirla.

¿Usted en verdad cree en esos mitos, apariciones o espantos?

Creo en el poder de la imaginación para crear mitos y  leyendas que a veces defienden al planeta, como el caso del venado de piedra que defiende la fauna y aparece para castigar a quienes dañan a los animales silvestres. También pienso que hay tal cantidad de testimonios de apariciones que bien podría existir una dimensión espiritual llena de seres mágicos.
 
Venezuela es rica en historias sobrenaturales y fantasmagóricas. El folklore de nuestro país es sumamente amplio y fantástico. No se queda en duendes y hadas como en otros países. Venezuela tiene, además de eso, mujeres espectrales, animales encantados, espíritus de agua y más.
 
Las historias de espantos venezolanas son muy fuertes y agresivas, por eso decidí hacer la lectura más amena para los niños, agregándole un pequeño toque de comedia.
 
¿Dónde conoció usted estas historias?

Fueron cuentos que oía de lavanderas, peones, campesinos, pescadores, abuelas. Y decidí dar a esas historias un toque literario y tratarlas con cierto humor para hacerlas más accesibles a las niñas y niños.

Ping Pong de espantos

¿Tiene alguna musa de inspiración?: Venezuela, su historia, sus personajes, sus secretos.

¿Recuerda con cuál libro se inició en la lectura?: Las novelas ejemplares de Cervantes y el Romancero Gitano de Federico García Lorca.

¿Escribir es una profesión o un hobby?: Es una imperiosa necesidad.

¿Qué le hizo saber que se dedicaría a ser escritor?: Desde que tenía diez años sentí la necesidad de contar historias. 

¿Cuáles autores lo inspiraron para escribir?: Aquiles Nazoa, Manuel Felipe Rugeles, Ramón Palomares, Orlando Araujo, Alejo Carpentier, Abel Posse…

¿De sus obras cuál ha sido la que más ha disfrutado escribir?: La Capa Roja y La Sayona y otros cuentos de espantos.

¿Qué libro le hubiese gustado escribir?: Uno ambientado en el medioevo.

¿Cuál es el libro más preciado de su biblioteca?: El Amadís de Gaula y la Historia universal de la infamia.

Un libro para soñar: El mundo de las Hadas, de Beatrice Phillspott.

¿Cuál autor venezolano recomienda leer?: Hay muchos. Luis Britto García, Eduardo Liendo. Ricardo Gil Otaiza. Los recomiendo.

¿Cuál es el mejor lugar para escribir?: El cuarto del escritor. O su oficina.

Un libro para leer en el baño: El Decamerón de Giovanni Boccaccio.

Libro de papel o electrónico: Ambos tienen sus encantos.

¿Consejos para un principiante en la escritura?: Aceptar con avidez las críticas y buscar la excelencia.

Foto del diario El Nacional. Ediciones Ekaré. Caracas, 2014.
Textos extraídos de: El Nacional, Tal CualCorreo del Orinoco y Qué leer Blog.

miércoles, 1 de julio de 2015

Animación en Clave de Sol

Es hora de contar y cantar con los videos musicales de Chumba la cachumba y Yo tenía diez perritostítulos de la colección Clave de Sol, con la cual se quiso rescatar algunas de las canciones tradicionales más emblemáticas de la cultura hispanoamericana.

 

 
 
¿Qué hacen los esqueletos cuando salen de sus tumbas? ¡Chumba la cachumba la cachumbambá!  Esta divertida canción para cantar y contar fue ilustrada por Carlos Cotte en 1995. Es el primer libro de Ediciones Ekaré donde el ilustrador utiliza técnicas digitales como una posibilidad más de su paleta. Los originales se realizaron en goache con toques en lápiz de color y, una vez escaneados, los retocó digitalmente añadiendo sombras, brillos y otros detalles.
 
 


 
¿Quieres contar otra vez? Uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve diez. Esta popular canción fue ilustrada por Laura Stagno en 2002. Trabajó con el collage y, luego de mudarse a Tokio, supo aprovechar los nuevos tipos de papeles que tenía a su disposición. Los perritos y demás elementos están dibujados y recortados sobre diferentes papeles -lisos o texturados- y encolados sobres fondos de papel de color plano o estampado.

jueves, 25 de junio de 2015

Ecos de una toma

Gracias a su innovadora propuesta narrativa, Al sur de la Alameda, novela híbrida escrita por Lola Larra e ilustrada por Vicente Reinamontes, ha sido reconocida por lectores y especialistas LIJ como una novela relevante dentro del panorama de la literatura para jóvenes. A continuación, presentamos una entrevista a la autora, algunos fragmentos de lo que se ha dicho y un adelanto digital de la novela.

"Al sur de la Alameda ha sido, sobre todo, un proyecto comunitario. Y en ese sentido, como escribir suele ser un trabajo tan solitario, ha sido una experiencia muy reconfortante e interesantísima trabajar en grupo, con Vicente Reinamontes y con las dos editoras, con el director de arte, con la diseñadora y con el productor gráfico". 
Lola Larra en MiauBlog 


"Un libro emocionante y vital que toca un ámbito poco transitado de la literatura juvenil: el de las protestas estudiantiles, el de las reivindicaciones, el de las manifestaciones con policía que golpea fuerte; el de la implicación en la lucha por más y mejores derechos, por un mundo mejor".
Por Pep Bruno
Por los caminos de la tierra oral 

"Lola Larra ha cuidado cada detalle, cada diálogo, cada personaje en su complejidad, cada escenario, para aportar emoción y verdad a la voz narrativa (intimista por su forma de diario), y construir esta novela de lectura adictiva sobre las relaciones sociales, el amor, la amistad, la convivencia, y el compromiso social, que tanta falta hace siempre, y que nunca ha sido ajeno a los adolescentes". 
Cinco ovejas negras 

"Creo que ahí está el máximo acierto de este relato. En la elección de una voz narrativa tan parecida a la de muchos jóvenes que se mueven entre el móvil, el gimnasio o la peluquería, a los que posiblemente no les interesa «la realidad», porque no la han mirado".
Blog de Gemma Lluch


"Ahora, la novela llega a España también con el aval de los libreros especializados del Club Kiriko: «No hay muchos libros en castellano que, dirigidos a adolescentes, planteen el compromiso político como algo que les puede implicar»".
Babelia, diario El país


"Al sur de la Alameda es una novela ilustrada con una estética muy moderna, que nos enlaza con las revueltas estudiantiles de los ochenta contra Pinochet, con un lenguaje moderno, directo y muy fresco, que engancha. Una novela política donde no deja de reflejarse la realidad de la adolescencia, el amor, los celos, la sexualidad, los enfrentamientos y las envidias".  
    El Asombrario & CO 



jueves, 11 de junio de 2015

Un proceso creativo sin fórmulas

En esta oportunidad, Vicente Reinamontes comparte el proceso creativo detrás de las ilustraciones de Al sur de la Alameda, novela gráfica basada en las tomas estudiantiles ocurridas en Chile en 2006. 

Cuando me invitaron a ilustrar Al Sur de la Alameda, la verdad es que me emocioné un montón. No sólo era la primera vez que ilustraba un proyecto tan gordo, sino que, además, se trataba de una historia con la que pude  vincularme inmediatamente.

Por una parte, la historia ocurría en medio de un hito importantísimo para Chile, en donde miles de jóvenes se enfrentaron al gobierno y a las grandes instituciones para exigir un cambio profundo en el modelo educativo chileno. La relevancia de este hecho nos obligó, tanto a Lola Larra y a mí, a ser muy cuidadosos en la forma de desarrollar nuestra creatividad, ya que sucesos como estos integran tantas voces y experiencias, que es muy difícil decidir cuáles serán las protagónicas. Por otra parte, Ekaré Sur me abrió las puertas para plasmar e integrar muchas fijaciones personales que quería resolver con mi trabajo. Al fin y al cabo, formé parte de la generación de estudiantes movilizados y recuerdo muy bien como la “revolución” no sólo sucedía en las marchas o las asambleas, sino también en nuestros corazones (por muy cursi que suene), ya que muchos nos vimos enfrentados a nuevos cambios en la manera de pensar, sentir y vincularse con el otro.

En el trabajo creativo no existen fórmulas cien por ciento lineales o estructuradas, los componentes racionales y emocionales se van entretejiendo sin orden aparente. He hecho el esfuerzo de poder presentar, de la manera más coherente posible, algunas de las cosas que investigué, utilicé o me inspiré para poder ilustrar esta historia.


Como gran parte de la novela ocurre dentro de un colegio en toma, fue importante decidir qué tipo de guiños podían llevarnos directamente a este imaginario. La arquitectura de un colegio cercano al centro histórico de la ciudad, las texturas que encontramos en las paredes, las frases y consignas que los adolescentes escriben en muros y, el detalle más importante: las salas vacías con los pupitres apilados en la reja del colegio, que nos transportan inmediatamente a los acontecimientos sucedidos durante ese año. 


Los verdaderos protagonistas de la historia: estudiantes chilenos de secundaria. En ese año era muy común que los adolescentes formaran parte de tribus urbanas, por ello, me concentré en plasmar esos códigos de vestimenta sobre el uniforme escolar de los personajes (pantalones entubados hechos en casa, chapitas en las mochilas, pelos teñidos, piercings, accesorios por todos lados, flequillos emo, etc.). A pesar de estar en ánimos de protesta, los estudiantes seguían fieles a su uniforme escolar; por esto, el movimiento ocurrido ese año recibe el nombre de Revolución Pingüina, ya que con sus uniformes en blanco y negro, parecían pingüinos marchando por la Alameda.


Un elemento indispensable dentro de toda manifestación son los mensajes y consignas políticas pintadas sobre grandes lienzos o murallas de la ciudad. Revisé la mayor cantidad de archivo fotográfico y llegué a un gran número de consignas que quedaron en la memoria colectiva por la agudeza de la crítica, el humor y la creatividad que utilizaban para dar su mensaje. Ya sea en paredes, suelos, puertas, baños o carteles, hay muchos mensajes de este tipo que se pueden ir encontrando en las páginas de la novela.


Como los estudiantes pasaban mucho tiempo encerrados en los colegios, quise utilizar las mismas texturas que podemos encontrar en esos espacios como recurso gráfico en las ilustraciones. Las texturas nos llevan a materialidades, las materialidades a espacios, y los espacios a momentos con los que nos podemos vincular. Creo que la textura roñosa, avejentada y áspera que inunda Al Sur de la Alameda, nos transporta a un lugar que permanece en el pasado, a una situación que ha quedado abandonada o empobrecida.


Con respecto a las texturas y al pasado, fue importante repasar las distintas formas que han existido de ilustrar y graficar los movimientos políticos en la modernidad. Tanto en Chile como en el resto del mundo, existen diversos artistas gráficos vinculados al afiche y al cartelismo. Como antes los recursos eran más limitados, y hacer una representación realista resultaba muy engorroso o caro, esos artistas debían ingeniárselas para explotar las herramientas que tuviesen a mano y dar con una expresividad que comunicara un mensaje directo y claro. Siempre me han impresionado los afiches políticos del Chile de los años 60 y 70, por cómo resuelven su gráfica con muy pocos colores, y me encantan los errores de calce en las matrices de serigrafía que generan texturas y matices de colores que dan vida a las imágenes. No puedo dejar de lado el cartelismo polaco que, obsesionado con los horrores de la guerra, otorgaron al dibujo y a la figura humana una expresividad incomparable. Este tipo de referentes, me inspiraron tanto en la paleta cromática, como en la composición de alguna de las imágenes.


Una vez terminada la investigación, y teniendo claro cómo serían los colores, ambientaciones, texturas, personajes y perspectivas, fue necesario desarrollar un storyboard que permitiera revisar, a modo de boceto, cómo se vería todo el trabajo ilustrado dentro de la historia. De esta manera, resultaba más fácil comentar y corregir el trabajo por adelantado, sin temer a perder el tiempo a desarrollar una ilustración hasta el último detalle y luego terminar rechazada.


Como dibujar a tantos personajes, mirados en distintas perspectivas y con diferentes expresiones, puede resultar muy difícil, le pedí a varios amigos cercanos que compartieran los rasgos faciales que nos imaginábamos de los personajes. Ya que gran parte de las expresiones y puntos de vista desde donde se miran a los personajes estaban ya definidos en el storyboard, resultaba muy fácil fotografiarlos para luego basarme en ellos para dibujar. Obviamente, como mis amigos no compartían la edad de los personajes, era necesario ir haciendo pequeños arreglos para que se vieran más jóvenes. Incluso, como anécdota, utilicé mi propio rostro para basarme en uno de los personajes de la historia, que es bastante mayor y, además, mujer.