miércoles, 20 de diciembre de 2017

Matías, la serie del topo dibujante

Rocío Martínez, autora e ilustradora de la popular Serie Matías, nos acerca a los comienzos de la historia del topo artista, ideal para iniciar a los niños en el mundo del arte. 



Yo quería compartir con los niños esas frustraciones que tienes cuando estás aprendiendo a dibujar; cómo quieres que algo te salga bien y nadie te entiende, o cómo crees que algo te ha salido maravilloso y se estropea de la forma más tonta. Quería explicarles a los niños que eso nos pasa a todos: niños, mayores o topos.

Entonces escribí tres cuentitos: Matías dibuja el sol, Matías y el color del cielo y Matías pintor famoso. Hice unos bocetos, monté una maqueta de 9x9cm, tres ilustraciones a color, y me lo llevé a la Feria Infantil de Bolonia para presentarlo a editores. Allí los vio el que entonces era editor de Anaya Infantil, Antonio Ventura que, muy generosamente, me presentó a Verónica Uribe, editora de Ekaré, pensando que encajaban mucho mejor con el espíritu de esta editorial. ¡Acertó! Fue un encuentro muy grato pero breve, como ocurre en todas las ferias y más si has improvisado la cita (suerte que Verónica sabía de la buena intuición de Antonio). Dos días después, a su paso por Madrid, camino de Venezuela, me llamó para invitarme un café más largo y a formar parte de la familia Ekaré: ¡fue una sorpresa que aún recuerdo gratamente!

La idea les había gustado mucho, pero querían un tamaño y formato diferentes: 20x20 cm, en tapa dura, ¡todo un lujo! Y más porque se trataba de la primera publicación de la recién fundada Ekaré Europa. 

La edición fue un intercambio de correos fluidos, como quien tiene una charla sobre un hijo en común al que quieres. Trabajar con Verónica ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido en edición. Me hacía ver el libro "desde fuera", como lo hace el lector, pero sin perder la libertad que necesitamos los autores para contar lo que queremos.

Ya pasado un tiempo de su publicación, al releer Matías dibuja el sol, me di cuenta de que mis personajes no tenían una edad concreta. ¿Por qué?, porque ¡Samuel era padre! Sin embargo, los niños se identifican con Matías como si fueran niños de su edad, ¡esas incoherencias tan enriquecedoras de los cuentos!

Desde que publiqué Matías pierde su lápiz, el cuarto libro que nació de la pérdida de una persona muy querida para mí, tengo una cajita en la que voy guardando los lápices que se hacen pequeñitos.

El final de Matías retrata a Penélope, el quinto libro de la serie, no terminaba de llegarme. Barajé varias posibilidades, pero ninguna me gustaba. Hasta que un día, viendo una exposición sobre el retrato en el Museo del Prado de Madrid, me vino la idea: ¿cómo vería Matías esta exposición?, ¿le gustará retratarse?, ¿y retratar a sus amigos?

Para presentar la serie en Madrid, Irene Savino, su ingeniosa y sensible diseñadora, encargó unos Matías en pasta de papel. Me regalaron uno de ellos que me acompaña en los encuentros que tengo con niños. El pobre Matías ha pasado por tantas manos, incluidas las de mis hijos (mi hijo le dibujó algo en el cuaderno y mi hija le adornó la camiseta, "porque estaba muy sosa"), que ha sufrido algunos daños, incluyendo la pérdida de su lápiz que tuve que reponer. Matías, a pesar de ser un personaje imaginario, se deja querer.


miércoles, 6 de diciembre de 2017

Entrevista ilustrada: Rocío Martínez

Autora de la serie Matías, se especializó en grabado en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Ha ilustrado para editoriales en varios lugares del mundo: Japón, Francia, Inglaterra, Venezuela y México. Fue seleccionada en 1997 y 2001 para exponer su trabajo en la Feria del Libro Infantil de Boloña. Ha ilustrado alrededor de veinticinco libros para niños, contando Escarabajo en compañía de Pep BrunoEn esta entrevista contesta con ilustraciones algunas de nuestras preguntas.

Si fueras un personaje de ficción,
¿cuál serías?

Matías retrata a Penélope. Ekaré, 2006
¿Qué libro te hubiese gustado escribir?
Donde viven los monstruos. Kalandraka, 2014
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
De cómo nació la memoria deEl Bosque.  FCE, 2008
¿Qué cosa no te comerías nunca?
Dónde los guardaré para que no se pierdan. Ediciones SM,  2001 
¿A qué le tienes miedo?
María y la Luna. ANAYA, 2011   
¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Matías retrata a Penélope. Ekaré, 2006
¿De dónde venimos?
Nanaquë. Thule Ediciones
¿Qué te inspira?
El de-sastre perfecto. Edelvives, 2010
¿Las vacaciones ideales?
Escarabajo en compañía. Ekaré, 2014

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Angela Lago: cuestionamientos y descubrimientos

Angela Lago (1945-2017) fue una escritora e ilustradora brasileña, autora del libro de Ediciones Ekaré, De noche en la calle. Durante algún tiempo se desempeñó como trabajadora social y, en 1972, realizó un curso de Diseño Gráfico en la Universidad de Napier en Edimburgo. Recibió numerosos reconocimientos internacionales, entre los que se destacan el premio Noma en 1986 y dos nominaciones al Premio Hans Christian Andersen en 1990 y 1994. A modo de homenaje, rescatamos un texto de la autora presentado en una feria del libro en 1995: con esto podemos acercarnos a uno de sus trabajos más emblemáticos. 


Es muy difícil teorizar cuando nuestros cuestionamientos y pequeños descubrimientos son distintos, son siempre otros, ante cada nuevo trabajo. Por eso, me permitiré contar aquí mi trayectoria personal. Ciertamente no es ninguna gran novela. Para que ustedes no se aburran mucho, la contaré de la manera más corta y sencilla posible.

A mediados de los 70 dejé mi empleo de asistente social –trabajaba en una clínica para niños con dificultades psicopedagógicas– y después de estar unos años fuera de Brasil, volví dispuesta a hacer lo que siempre he querido en la vida: contar cuentos para niños.


Pensaba que sería a través de los recuerdos de mi infancia que tendría paso a la infancia de los demás.
Empiezo a entender que la memoria es caleidoscópica. Es una invención siempre actualizada que reconstruyo de acuerdo con la óptica escogida.

Además, me pregunto si no debemos ofrecer a los niños trabajos sin visado en el pasaporte, sino, por el contrario, menos previsibles, aunque al principio quizás más difíciles de apreciar.


Fue con esta postura que, volviendo a la mesa de dibujo, intenté hacer el libro Cena de rua (De noche en la calle). En ese libro, no existe propiamente una historia. Si O Cântico dos Cânticos es un poema, éste quiere ser un reportaje, ser testigos de los niños de la calle. Opté por colores y pinceladas fuertes y no utilicé ningún detalle además de lo estrictamente necesario para referir el relato. En este libro no quiero distraer al lector.

Creo que De noche en la calle es mi mejor trabajo, a pesar de que es el menos querido por mi sobrino de seis años, con el que actualmente hago mi encuesta de opinión. La verdad es que Chiquinho tiene tal horror por este libro que a veces llego a pensar en la posibilidad de sugerir a mi hermana que lo utilice como castigo. Entretanto, Chiquinho se refiere a este trabajo más a menudo que a los otros y quiero creer que es el que más le impresionó.

En De noche en la calle solucioné mejor uno de los desafíos que más me interesa del libro de imágenes: el de la utilización de la unión central de las páginas. El diseño para el libro presupone el uso de ocho márgenes y no apenas los cuatro de una hoja sin doblar. La línea formada en el medio de dos páginas generalmente es para el ilustrador un problema a ser evitado. En este libro creo que conseguí utilizarla como un recurso para acentuar la emoción y el movimiento. O hice que coincidiese allí la esquina más lejana de una construcción en perspectiva. Cuando pasamos la hoja ese cuidado se hace sentir.



En verdad creo que las limitaciones y dificultades en el trabajo son estimulantes. Quiero aprender a confiar cada vez más en las posibilidades que ellas ofrecen, incluso en las que se abren por mis propias limitaciones y dificultades. Y también en los errores. Los errores, en los trabajos creativos, nos llevan a caminos casi siempre más interesantes que los simples aciertos.

Es, por lo menos, la más cómoda de mis convicciones. En realidad para nosotros, los que trabajamos para los niños, no hay muchas comodidades. Es que tenemos más que nadie, un compromiso con la verdad. Por eso nos cuesta, algunas veces, abandonar la dulzura por la pasión.



Texto publicado con mayor extensión en Hojas de Lectura, Nº 34, junio 1995. 

jueves, 26 de octubre de 2017

Una ojeada digital: Nico y Pato

Pep Bruno, además de narrador oral, escritor y editor, es el autor de Escarabajo en compañía, un libro en homenaje a Arnold Lobel, ilustrado por Rocío Martínez. Hace un tiempo, en su blog Por los caminos de la tierra oral, publicó una reseña sobre el libro de Bernat MuntésNico y Pato, la historia de una amistad que crece y de una familia que se multiplica. Entra y verás.






El libro nos cuenta una historia bien sencilla (insisto, no la confundamos con simple): un día de lluvia llaman a la puerta y Nico, el pequeño de la casa, va a abrir: en el umbral de la puerta está Pato. Desde ese día Nico y Pato son amigos inseparables, pero de pronto un día algo sucede.

Un cuento bien hermoso contado con un texto muy pulcro y unas ilustraciones también muy limpias que permiten respirar a la historia y hacer que los pequeños lectores se fijen en los detalles importantes. Una historia sobre la amistad (y muchas otras cosas más, caramba) que los pequeños de la casa vivirán como muy cercana.

Me gusta mucho, insisto, la sencillez de la historia (depurada y perfecta) y cómo está todo tramado (contado con un ritmo alegre y muy adecuado). Me parece estupenda la segunda parte (ay, no quiero dar detalles), una muestra de la exacta medida de la amistad entre Nico y Pato y, sobre todo, me encanta el final: una resolución feliz, sorprendente y divertida. Bien divertida.

Un librito delicioso que disfrutarán grandes y pequeños. Y también un libro álbum ideal para contar y compartir. Echadle un vistazo, os va a gustar.

martes, 17 de octubre de 2017

Lectura, poética y política en la primera infancia

"Dar de leer a los más pequeños puede favorecer la equidad desde el comienzo de la vida, puesto que ofrece a todos los niños la oportunidad para descifrarse, expresarse, acceder a la cultura y aprender en igualdad de condiciones". Esta frase pertenece al texto de la escritora y educadora Yolanda Reyes en torno a la lectura en la primera infancia. Nacida en Colombia, en 1959, Reyes es autora de numerosos ensayos sobre la formación de lectores, además de ofrecer destacados seminarios y conferencias. En 1990 se unió a Cristina López, Irene Vasco y Carmiña López, para crear un espacio dedicado a la primera infancia. Así nació Espantapájaros, un referente en el panorama de la educación inicial en Colombia y Latinoamérica. 

Hablar de literatura en la primera infancia implica abrir las posibilidades a todas las construcciones de lenguaje –oral, escrito y no verbal– que envuelven amorosamente a los recién llegados para darles la bienvenida al mundo. Las experiencias literarias para la infancia abarcan diversos géneros: la poesía, la narrativa, los libros-álbum y los libros informativos, pero más allá de géneros y textos, aluden a la piel, al tacto y al contacto, a la musicalidad de las voces adultas y al ritmo de sus cuerpos que cantan, encantan, cuentan y acarician. Esa importancia de la experiencia literaria en la psiquis humana también ha replanteado la idea tradicional de la "lectura", en tanto que antes y mucho más allá de lo alfabético, los niños "leen" de múltiples maneras, es decir, descifran e interpretan diversos textos. 
El lugar de la literatura: un recorrido desde el nacimiento.
La voz y la madre poesía
En esas primeras "conversaciones" con múltiples lenguajes que enlazan a la madre y al padre con el recién nacido, podemos decir que nace la literatura y, más exactamente, la poesía. Así, mientras incorporan las voces de sus seres queridos, se entrenan como "oidores poéticos" y ese entrenamiento es crucial, tanto para la adquisición del lenguaje verbal, como para la consolidación de sus vínculos afectivos. Los arrullos, juegos, rimas y cuentos corporales  transmiten al bebé una experiencia poética que  se imprime en su memoria y lo ayuda a "pensar" en el lenguaje, es decir a explorar sonidos similares y diferentes, acentos, intenciones y  matices de su lengua materna.





Los bebés "leen" con la piel y las orejas y su atención se centra más en la musicalidad de las palabras que en su sentido literal, como lo hacen los poetas.





Primeras aventuras por el mundo de los libros

©Tintaleo
Las posibilidades de sentarse, gatear, dar sus primeros pasos y decir sus primeras palabras, ofrecen al bebé nuevas perspectivas del mundo y, a medida que éste se ensancha, accede también a esos "mundos-otros" de los libros de imágenes que hojea junto a los adultos, en la pequeña biblioteca del jardín o del hogar. Cuando le leemos a un bebé, él descubre que, en esa convención cultural llamada libro, se hace de cuenta que esas imágenes de bebés o de perros, "representan" perros o bebés reales. Pero, además, las imágenes que se encadenan le permiten descubrir otra operación crucial de la lectura: la organización del tiempo en el espacio gráfico del libro y el orden espacial. Así se descubre, no sólo la "direccionalidad" de la lectura sino también que, en ese conjunto de líneas y de páginas la humanidad "guarda" sus historias y que allí podemos encontrar algo nuestro: que esos personajes y esas historias nos representan.

Explorar los mundos de la ficción y los de la realidad

A medida que el lenguaje verbal se va sofisticando y otorga poderes de abstracción y de imaginación, los niños descubren la complejidad de un mundo paralelo e invisible, no exento de sombras y de monstruos. Además del poder emocional que posee la ficción para nombrar los dramas infantiles y darles una resolución simbólica, los niños descubren que existe un lenguaje distinto al cotidiano. Todo ese acopio de historia nutre el pensamiento, y la prueba de ello es la cantidad y la calidad de los recursos narrativos que poseen los niños que han tenido contacto permanente con los cuentos y que incorporan, casi sin darse cuenta, las estructuras temporales y las operaciones de planeación propias de la lengua del relato, lo cual se traduce también en la forma como pueden contar historias sobre sí mismos. Adicionalmente, las historias contadas o leídas permiten explorar las convenciones del lenguaje escrito: las pausas, las inflexiones y los tonos interrogativos o exclamativos que se usan "para escribir la oralidad", les sirven como un archivo que será indispensable para su posterior acercamiento a la lectura  alfabética.




Esta experiencia como lectores, en tanto  constructores de sentido, resultará crucial para su desarrollo emocional y cognitivo y les ofrecerá bases para acercarse paulatinamente a las operaciones propias de la lengua escrita.



A las puertas del lenguaje escrito

©Tintaleo
Aprender a leer y escribir, en el sentido alfabético, es un complejo rito de tránsito, pues el lenguaje escrito no es la mera transposición del lenguaje oral y requiere de complejos procesos de análisis y síntesis para acceder a otra forma de comunicarse. Por ello, el contacto con la literatura proporciona herramientas imprescindibles para familiarizarse con el lenguaje escrito: la conciencia fonológica desarrollada mediante la exposición al juego con la música y la poesía permite saber que las palabras pueden descomponerse y brinda claves sonoras para la decodificación; las estructuras narrativas de los cuentos facilitan el acceso al "mundo-otro" de los símbolos escritos; la experiencia espacial de hojear libros de imágenes ofrece nociones de lateralidad,  definitivas para el manejo del espacio gráfico; la riqueza de vocabulario facilita las nuevas operaciones de construcción de sentido y, todo ello, adicionalmente fomenta el deseo de leer.


El significado de "dar de leer" en la primera infancia



Conversar espontáneamente sobre lo leído y leerles mucho, pero sobre todo "leer-los", lo cual implica conocer y escudriñar, más allá de las páginas, quiénes son, qué historias prefieren y cómo éstas se relacionan con sus experiencias.




La experiencia literaria se vive y se disfruta a través de la mediación adulta y por ello, no se puede hablar de un lector "autodidacta" en la infancia, sino de una pareja lectora (niño-adulto) o más bien, de un triángulo amoroso (libro- mediador-niño). Las voces adultas, sus "cuerpos que cantan", sus rostros y sus historias son los textos por excelencia de los más pequeños y sus modelos lectores. Cantar, jugar y contar significa también "contar con ellos", es decir, escucharlos, estimular su deseo de contar sus experiencias e historias, acompañarlos con palabras afectuosas, rítmicas o divertidas, dejarlos tocar, probar, hojear y comentar sus libros.

Leer cuentos a los niños es nutrir su pensamiento y su imaginación y ofrecerles el material esencial para crear su propia historia con todos los lenguajes posibles: los ya inventados y los están por inventar. He ahí el lugar de la literatura en la construcción de los cimientos de la casa imaginaria; he ahí el legado para que cada niño pueda llegar adonde quiera: "al infinito… ¡y más allá!".




LIBROS DE EDICIONES EKARÉ PARA LOS MÁS PEQUEÑOS


A partir de 0 años
Los libros de la colección Pikinini reúnen las características ideales para que desde sus primeros meses, los bebés puedan relacionarse con divertidas historias, juegos y canciones: cartón, textos breves y rítmicos, ilustraciones coloridas, esquinas redondeadas, un tamaño accesible a manos pequeñas. 




A partir de 4 años
El momento en que los niños comienzan a iniciarse en la lecto-escritura es muy importante, por ello es primordial presentarles buenas historias que ellos disfruten escuchar y leer varias veces.






Texto publicado, con mayor extensión, en la página web de Espantapájaros.
Algunas imágenes pertenecen a Tintaleo, librería online de literatura infantil en español.