¿Por qué escribir para niños?
Quizá no se trata tanto de decidir para quién escribir, sino de las historias que quieres escribir. Y las historias que quiero contar se mueven por los territorios de las posibilidades, de las asociaciones inesperadas y de la curiosidad.
¿Qué esperas conseguir en el lector?
Probablemente que se apasione por la historia y la deje resonar en su imaginación conjurando de esta manera caminos, palabras e historias personales.
¿Qué fue lo más difícil de lograr en la historia de En casa de mis abuelos?
Desarrollar una trama con su punto de investigación y misterio en el marco de las aguas tranquilas de la evocación y la nostalgia y conseguir que una historia tan personal como esta para Alba y para mí pudiera ser interesante para el lector.
¿Cómo trabajas al narrador (en este caso un niño) para que sea verosímil?
En esta historia hay muchos elementos reales, hilados por una voz literaria que, saliendo de las contingencias de la vida del campo, busca razones emocionales capaces de expresar un sentir universal. Al final el narrador no es un niño sino alguien que recuerda (desde su momento actual) como eran aquellos momentos que fueron tan felices para él.
¿Cuál es tu momento preferido del día para escribir?
Al atardecer, porque es el momento en el que se depositan las ideas. El día para mí pertenece a la actividad, a la inquietud y la agitación.
¿Qué harías si en invierno lloviesen colores en tu casa?
Bueno, esa es una pregunta trampa. Si pasara en casa de mis abuelos sufriría un ataque de melancolía muy difícil de llevar. Si pasara en mi casa no me quedaría más remedio que subir a ver al vecino y preguntarle qué demonios está haciendo en el suelo.
Con el bastón del abuelo y las medias de la abuela, ¿qué jugarías?
Eso lo sé seguro: con un bastón y unas medias puedes llegar a cualquier parte, puedes atar cosas, acercar ramas y recoger lo que se ha caído a un lugar inalcanzable. Con un bastón y unas medias puedes llegar a todas partes. A veces, con esto de la era moderna nos olvidamos de que antes usábamos lo que teníamos a mano para hacernos la vida más fácil y, en cierto modo, aquello era mucho más divertido que tenerlo todo hecho de antemano.
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