martes, 3 de abril de 2018

Tradición y constancia en "Guachipira va de viaje"

Norma González Viloria, especialista en educación, folklore y literatura oral, reseña el valiente recorrido de la pequeña Guachipira por los paisajes venezolanos. Un recorrido que, además de ser un viaje por lugares emblemáticos de Venezuela, nos propone un relato lleno de tradición y perseverancia.

Ella es pequeña e inexperta. Aparentemente no está preparada para asumir ciertas tareas, muy delicadas y de gran trascendencia. Pero Guachipira ha recibido un legado, las historias de su abuela la han ido preparando como relevo. Con genuino interés indagaba: “¿cuál es el remedio para el hipo chino? ¿en dónde queda el fin del mundo? ¿las flores de manzanilla saben a manzana?”. De igual manera, en silencio, escuchaba las historias al final del día. 

Y el momento llegó. “Guachipira notó cosas muy extrañas en su casa … algo andaba muy mal”. Fue entonces cuando la abuela dijo: “Hay que buscar flores nuevas para arreglar este desastre, pero yo ya estoy muy vieja”. Allí “supo lo que tenía que hacer … Estaba sola y tenía miedo, pero batió fuerte sus alas y tomó impulso …” 

Se inicia el viaje, Guachipira recorre Venezuela en busca de flores nuevas, desde el Parque Henri Pittier hasta las costas de oriente, de allí baja por el Delta hasta Canaima, llega a los Llanos, pasa a la Sierra Nevada, continúa por los Médanos de Coro y regresa por el Waraira Repano, ese cerro que algunos llaman El Ávila, hasta llegar “agotada a casa, con un bolso lleno de flores y con tantas historias que contar que se le atragantaban en la garganta”. Pero calla y entrega las flores que recogió con ayuda de muchos, que la alentaron y guiaron en su búsqueda. 

Inolvidable la figura del anciano árbol, llamado Niño, que le entrega la flor de una bromelia. Hermosas las anémonas que Guachipira guarda en agua de mar. Y el ramo de cayenas, “tan grande y tupido que hasta podía usarlo de cama”. Las flores moradas con rayitas azules y amarillas y la otra chiquita que halló en un tepuy y su encuentro con el araguaney, lleno de flores amarillas y con la laguna verde que le ordena que se arrope entre las hojas del frailejón “porque viene la noche y te vas a congelar”. Y la iguana que le dice, en medio de la arena caliente, “no te rindas Guachipira” y entonces sigue, sigue buscando y encontrando, hasta que está lista para volver. 

Ahora, cuando la poción ha sido preparada, y mientras la saborean, después de la cena, estando todos reunidos, es el turno de Guachipira. Su voz se alza con la fuerza de su viaje, de su experiencia. Cuenta su viaje. Confirma que esas eran las flores, y habla de algunas nuevas que encontró. Es la historia de su comunidad que repite para reafirmarse y reafirmarlos. Y yo la veo. Habla con la fuerza de sus logros, relata cuán lejos ha ido y oigo cuán cerca está de su abuela y de su tradición. 

Aguardo, impaciente por escucharla de nuevo.


Norma González Viloria


Arianna Arteaga, autora de "Guachipira va de viaje", narra el cuento en compañía de la agrupación "Casa de Árbol" en los jardines de la librería Sopa de Letras en Caracas. Video de Gabo Cárdenas @gabo_cardenas


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