miércoles, 13 de mayo de 2020

Lectura en casa: hablan los especialistas

¿Cómo iniciamos la lectura en casa con niños? Cuatro especialistas de Chile, México, España y Venezuela nos responden algunas de las preguntas más frecuentes relacionadas con el hábito lector.

—1—
 ¿Cómo abordar la lectura si en casa no tenemos el hábito? ¿Por dónde se empieza?



VERÓNICA URIBE:
Bueno, si ya estás leyendo este blog, es que ya empezaste, porque lo principal es interesarse por la lectura. Hay muchos adultos que no eran lectores habituales y comenzaron a hacerse lectores junto a sus hijos, leyendo libros para niños junto a ellos. El mundo de los libros para niños es muy atractivo y se encuentran verdaderas joyas que cuentan historias con palabras e imágenes. Estas "joyas" no solo nos permiten adentrarnos en la literatura, el arte de la palabra, sino también en las infinitas posibilidades de las artes plásticas. 
Si estuviéramos en tiempos normales diría que escoger junto a los niños un libro en una biblioteca o en una librería es una buena manera de dar los primeros pasos. Como eso es más difícil ahora –esperemos que pronto cambie– buscar junto a los niños algunas lecturas recomendadas en blogs especializados (como Linternas y bosques, Cuando te presento el mundo, Donde viven los monstruos, La coleccionista, Fundación Cuatrogatos, entre otros) es una alternativa, si se pueden adquirir en alguna librería que envíe a domicilio o que permita recoger en su sede. 
Lo importante es que los niños se sientan comprometidos en la elección del libro: las portadas y los títulos son indicios para tener un atisbo sobre lo que nos espera con la lectura.

RUTH GALICIA:
Una gran entrada a la lectura es el reconocimiento de que todos ya leen (leemos) y que desde nuestras distintas necesidades y deseos practicamos distintas lecturas. ¿Por dónde se empieza? Para la lectura literaria se puede partir de la lírica tradicional, que es un bien cultural presente y vivo en las familias, un legado simbólico. Los portadores de texto son las madres, padres, familias que desde su oralidad pueden tender puentes hacia los textos en soporte libro. Este tránsito de la oralidad a lo escrito lo legitima. Se trata de generar sencillos encuentros centrados en el compartir; no leer para, sino leer con. Es decir, implica disponibilidad y complicidad entre quienes leen, escuchan, platican sus desconciertos y todo aquello que les llame la atención y les genere ecos de emociones, imágenes e incluso otras historias.

También es muy importante considerar que "el hábito" no es estático, ni una cuestión fija, es una cuestión de apetencia y necesidad.

PEP BRUNO:
Creo que debemos empezar por nosotros mismos: los adultos como modelo lector. Es importante que nos vean leer, que nos oigan hablar de nuestras lecturas, que compartamos pasajes que hemos disfrutado, que les leamos en voz alta... y sobre todo que logremos establecer una rutina lectora en casa que implique un tiempo (de silencio, sin otras distracciones) y un lugar donde leer cada día. Y, claro, también es buena idea contar con un lugar para los libros en casa.

LINSABEL NOGUERA:
Por el juego y lo lúdico. En mi experiencia, cuando convertimos la lectura en parte de un momento de juego todos lo disfrutamos: adultos y niños. Si no tenemos el hábito de leer ayuda muchísimo. El juego puede partir del libro o llevar a él desde sus personajes, la anécdota, las ilustraciones. Por ejemplo, un juego que funciona de ida y vuelta —es decir, podemos partir del libro o llegar a él— es organizar una búsqueda del tesoro reuniendo pistas que establezcan una relación con elementos de la historia y al conseguirlas todas ir a las páginas del libro donde encontramos esos elementos y ver qué pasa con la conversación espontánea que surge allí. La curiosidad generalmente nos lleva a querer saber qué pasa, qué cuenta el libro, a querer leer o que nos lean, que es más rico para los más pequeños. 
Y en el caso de los preadolescentes y jóvenes, lo lúdico, más allá del juego, puede ser ese momento de disfrute cuando comentamos lo leído, intercambiamos ideas, las articulamos con la experiencia de cada quien y convertimos la lectura en espacio de vínculo afectivo.
Así que esto nos lleva a otro elemento indispensable: un adulto proactivo que quiera generar estos espacios de disfrute compartido. Y no tiene que ser un lector habitual, basta con que propicie el momento un poquito cada día. 10 o 15 minutos, que pueden ir ampliándose. 
Me gusta decir que la lectura efectiva es la lectura afectiva. Y lo lúdico, lo placentero, lo que nos hace sentir bien y cómodos, es una manifestación de afecto. Entonces uno busca transferir esa sensación al espacio de encuentro con la lectura, en cualquiera de sus formatos.



—2—
¿Cómo puedo mantener la atención de los niños una vez iniciada la lectura?



RUTH GALICIA:
Partiría de un paso previo, seleccionar un libro que en la particularidad de los niños con quien se compartirán las lecturas nos permita puntos de encuentro. Pienso en los libros que tienen diversas puestas literarias de entrada, que sostienen la atención cuando el mediador hace un análisis de la estructura narrativa, el aporte y tensiones de las imágenes. Y comparte (no "enseña") que un buen libro no se agota en solo una lectura. Ir celebrando cada hallazgo que las niñas y los niños van encontrando puede generar entusiasmo y atención. La atención es una construcción que parte de la honestidad, que confiere la importancia a cada momento en que se desarrolla la lectura.

PEP BRUNO:
La capacidad de atención es algo que se puede ir cultivando con el tiempo: no atiende el mismo tiempo y de la misma manera un niño de 3 años que un niño de 10. Pero sí es importante: primero, contar con buenas lecturas (que les interesen, emocionen, provoquen, les hagan identificarse...) y, segundo, que se queden mejor con ganas de más, que con ganas de acabar. También es importante controlar el uso y evitar el abuso de pantallas, especialmente con los más pequeños.

LINSABEL NOGUERA:
Antes de la lectura: ofreciendo libros que respondan a sus gustos e intereses, a su momento de referencias cognitivas de acuerdo a su edad y madurez emocional. 
Estimulando que sean los niños quienes eligen el libro que quieren que se lea. Y aquí es importante tener entonces una biblioteca de donde escoger. No tiene que ser muy grande, cinco libros ya es el inicio de una.
Creando espacios apropiados para leer y escuchar. Un nido de lectura, parafraseando a Yolanda Reyes. Un lugar que invite a la acción de leer, libre de otros estímulos como pantallas (incluyendo el teléfono móvil del adulto), organizarse para que no haya nada más que reclame la atención en ese rato, que sea acogedor, cómodo, iluminado y genere un ambiente de cercanía emocional. Podemos acondicionar un lugar pequeño en la habitación de los niños y convertir la cama en ese nido durante ese momento de leer.
Durante la lectura: haciendo una lectura viva, jugar con las voces, las pausas, el volumen, los cambios de velocidad. 
Manteniendo un ritmo que le permita al que escucha o lee con nosotros seguir la trama, las acciones y disfrutar de las ilustraciones. 
Destacando lo que no es obvio sin revelarlo totalmente, para que sea el niño quien lo descubra y despierte en él el gozo de leer entre líneas, de leer imágenes, de confirmar sus hallazgos y convertirse en un lector activo. 
Combinando lectores, intercambiando momentos para leer por turnos, cuando ya los niños saben leer. 
Estimulando la lectura de imágenes, dejándolos encontrar en las ilustraciones lo que dice el texto y que lo complementa, lo que desde ellas da marco de referencia y amplía el sentido de lo que se cuenta.

VERÓNICA URIBE:
Es muy importante elegir bien el momento de leer. Es habitual leerle a los niños, al final del día, prontos a dormir. Pero también se puede buscar alguna pausa entre juegos, en esos espacios de tranquilidad que a veces se dan durante el día, para seleccionar juntos el libro que se va a leer o dejar que el niño escoja solo.
Leer en voz alta siempre requiere algo de práctica. Pero en la medida en que se haga habitual, será más fácil encontrar el tono, seguir el ritmo de las palabras, apurar o ralentizar la lectura a medida que se desarrolla la historia.
Ahora, si los niños no mantienen la atención, tal vez haya que cambiar de libro, con la misma libertad con que los adultos dejamos aparte un libro que no ha logrado interesarnos y, quizá, retomarlo más adelante.



—3—
 ¿Las interrupciones en la forma de preguntas o comentarios son aconsejables o no debo permitirlas? Cuando los más pequeños quieren pasar la página o cambiar de libro, ¿debo parar? ¿cómo puedo retomar la lectura después?



PEP BRUNO:
Me gusta pensar en la lectura en voz alta más como un diálogo que como un monólogo. Por eso, cuando hay interrupciones que tienen que ver con esa lectura forman parte, naturalmente, de ese diálogo en el que lector, escuchador e historia andan enredados. Las interrupciones que tienen que ver con la lectura (dudas, preguntas, comentarios sobre lo que se está leyendo) nos dan pistas del interés que está despertando en nuestro pequeño auditorio y pueden ser magníficos disparadores para otras lecturas, búsquedas, conversaciones, etc.

VERÓNICA URIBE:
Si primero pensamos en que destinaremos un tiempo del día, más que a la lectura, al encuentro con los libros, todo puede resultar más fácil. Podemos sentarnos junto a los niños con varios libros por delante y dejarlos ver, tocar, hojear; podemos hablar sobre las portadas, sobre las imágenes; podemos leer alguna página suelta. Es probable que deseen saber más, que quieran y nos pidan que leamos ese libro del que han escuchado un trozo. Y también podrán interrumpir y preguntar, a medida que se avanza en la lectura, pero si la historia es verdaderamente interesante y la leemos bien, es probable que las interrupciones sean breves y las preguntas acotadas, como nuestras respuestas. Y la lectura fluirá.

RUTH GALICIA:
La lectura es un proceso orgánico, las interrupciones son más bien intervenciones de los lectores que escuchan una lectura. Durante la lectura, quienes escuchan ponen a prueba la congruencia de quien les lee, cuando alguien hace notar un detalle de la imagen, una palabra, está aportando hebras para tejer una conversación, e incluso abre la posibilidad para leer en más de una ocasión el libro. Este hecho va descubriendo varias capas del libro. 
Hay ciertas rituales al leer que los niños y las niñas van reconociendo, por ejemplo mientras se lee podemos mirar a quien "interrumpió" sin ampliar sus comentarios, pero sí registrándolo para que al término de la lectura forme parte de la conversación que detonamos. 
Sobre pasar la página o querer cambiar de lectura: los más pequeños están descubriendo cómo funcionan los artefactos llamados "libros". Nosotros como mediadores requerimos conocer y reconocer el fin que perseguimos: ¿que se familiaricen con los libros? ¿Que reconozcan que aquella canción o cuento que vive en la oralidad de sus familias ahora la ven en un libro? ¿Que descubran la rima que detona el juego del lenguaje? ¿Qué descubran cómo la imagen les ofrece una historia alternativa al texto escrito? 
Más bien podemos hacer una breve pausa, muy corta, que de paso a la continuidad, e invariablemente tener presente qué aportaron. 
Retomar la lectura puede ser hacer una segunda lectura, donde ya se trata de un texto enriquecido por las "interrupciones" que en la primera lectura pudieron surgir.

LINSABEL NOGUERA:
Las preguntas relacionadas a la lectura son siempre bienvenidas. Eso indica que tenemos la atención del niño. A mí me funciona hacer un gesto breve para que el niño sienta que su necesidad de respuesta será atendida apenas pueda, cierro la idea que tengo en ese momento de la lectura, hago una breve pausa para responder y enlazo con la historia otra vez vinculando la respuesta con lo que sé que viene a continuación.
Si la respuesta a la pregunta se responde al avanzar en la lectura, simplemente digo algo como "¡Ah!, ¿ves? Esa es una buena pregunta y seguro más adelante encontraremos la respuesta. ¿Seguimos?".

Esto plantea un reto sencillo para el adulto que lee: hay que haber leído antes la historia para anticiparnos a las preguntas y tener respuestas breves y pertinentes. 
Otra reacción frecuente de los más pequeños es querer cambiar de libro o pasar la página. En ese caso los dejo explorar los libros, satisfacer su necesidad de tocarlos y recorrerlos. Luego propongo escoger cuáles quieren que leamos y a esa selección le damos un orden: 1°, 2°, 3°. Me quedo solo con el primero y dejo en reserva los demás, explicando que los vamos a ver todos, pero que para disfrutarlos tenemos que leer uno por uno. La idea es reducir la cantidad de estímulos alrededor de la lectura principal.



—4—

¿Cómo leer con niños de distintas edades
a la vez?



RUTH GALICIA:
Partimos de que leer con niños de un mismo rango de edad o de distintas edades, implica generar comunidades lectoras. Generar un ambiente en un clima de afecto y respeto que legitime desde la distribución de la mirada, la cercanía corporal, la recuperación de lo dicho indistintamente de la edad, desde la inclusión, puede crear una red de sentidos en que todos aportan.

LINSABEL NOGUERA:
Eso depende de las edades de los niños. 
Si es un bebé y un niño más grande, tener al bebé en el regazo y al otro niño al lado puede ayudar.

En general, lo primero es encontrar lecturas que aborden temas de interés común, con una extensión intermedia entre el promedio de las edades de los niños y lograr la manera de incorporar activamente a los más grandes a la dinámica de la lectura.

PEP BRUNO:
Hay libros que contienen centros de interés comunes para distintas edades. También está la opción de hacer distintas lecturas: lectura para el más pequeño y lectura para el más mayor. Nosotros en casa leíamos o contábamos un cuento cada noche a cada uno de nuestros hijos. Seguimos leyendo todas las noches en voz alta hasta que el pequeño cumplió los catorce años. De hecho hoy en día de vez en cuando seguimos leyendo en voz alta cuando estamos todos juntos.

VERÓNICA URIBE:
No es fácil, pero si se logra que haya una hora de la lectura en casa, como costumbre, se pueden turnar día a día los libros que interesan más a los grandes, con los que son más apropiados para los pequeños. Los unos y los otros muy probablemente encontrarán cosas de interés en el libro para "más grandes" o en el para "más pequeños".


—5—
¿Cómo puedo propiciar la conversación y el diálogo sobre lo que leímos?



VERÓNICA URIBE:
Lo más interesante de la lectura es que los libros se transformen en motivo de conversación familiar y debemos ir más allá de preguntar simplemente : "¿Te gustó?". Podemos hacer preguntas algo más interesantes como sugiere el especialista Aidan Chambers. Por ejemplo: "¿Qué es lo que más te gustó de este cuento? ¿Y lo que menos te gustó? ¿Hay algo que te pareció extraño? ¿Te fijaste en donde ocurre la historia? ¿Te gustaría vivir allí? ¿Hay algo que cambiarías del cuento?". 
Es un experiencia muy buena repasar las ilustraciones, encontrar cosas escondidas, fijarse en detalles. Los niños son excelentes lectores de imágenes y nos sorprenderá todo lo que pueden ver, generalmente más que los adultos acostumbrados a encontrar significados principalmente en las palabras. 
Muchos cuentos para niños tienen frases rimadas, aliteraciones, versos, canciones o palabras especiales que pueden comenzar a ser parte del vocabulario familiar. Del mismo modo, podemos recordar pasajes o personajes de un cuento leído cuando estamos haciendo otras cosas y así los libros comenzarán a ser parte de nuestra vida cotidiana.

RUTH GALICIA:
Partamos por considerar que los libros (en sus distintos soportes) son un texto, que detona textos en los escuchas o lectores. Es la curiosidad honesta de qué hilos toco en ellos, lo que puede generar que sus voces sean necesarias para compartir al libro enriquecido. Abrirse a los hallazgos que ellos van enunciando, regresando a mirar la imagen, o a releer la palabra, el párrafo que les inquietó, gustó o desconcertó, identificando aquello que les hizo eco con otras historias u otros libros, validando las conexiones de las versiones o historias contadas en sus familias.

LINSABEL NOGUERA:
Haciendo preguntas abiertas que propicien el intercambio de ideas.

Validando las apreciaciones del niño, lo que lo estimula a seguir compartiendo. Si estamos de acuerdo, celebrar la coincidencia. Si no estamos de acuerdo, reconocer y respetar su apreciación, argumentando con propiedad y brevemente la nuestra, cerrando con otra pregunta que estimule la conversación. 
Y propiciando que esta misma dinámica suceda entre ellos. 
Aidan Chambers tiene un libro donde aborda este tema con calidez, honestidad y sugerencias sencillas: Dime, editado por el Fondo de Cultura Económica.

PEP BRUNO:
Más que preguntar (que parecería casi como un test o un examen posterior a la lectura) puedes comentar las cosas que más te han gustado, sorprendido, interesado... y esperar que los niños también comenten, aporten su punto de vista, etc. La conversación y el diálogo en casa (a partir de libros o no) es algo que también puede y debe cultivarse, dejando tiempo y espacio para ello.

*** 

VERÓNICA URIBE (Chile), reconocida editora de libros para niños y fundadora de Ediciones Ekaré y Ediciones Ekaré Sur. Ha publicado numerosas adaptaciones de cuentos y versos de la tradición criolla, indígena y europea, algunas de las cuales han sido traducidas a otros idiomas. Autora de varios libros, entre ellos: El mosquito zumbador, Cuentos de Diego y Daniela, Aquí veo, El libro de oro de los niños.

RUTH GALICIA (México), es Licenciada en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es especialista en Lectura y Primera Infancia, diplomada por la Biblioteca Vasconcelos y la UNAM. También es diplomada en Literatura Infantil y Juvenil por la UNAM y la Universidad Iberoamericana (IBERO).

PEP BRUNO (España), es Licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad Complutense de Madrid. Es narrador oral, editor, escritor y lector crítico. Ha publicado numerosos cuentos para niños, entre ellos, Escarabajo en compañía, libro en homenaje al autor estadounidense Arnold Lobel, y Escarabajo de vacaciones.

LINSABEL NOGUERA (Venezuela), es Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela (UCV). Especialista en Literatura Infantil y Juvenil, cuenta con un máster en Libros para Niños y Jóvenes por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Además, es fundadora y coordinadora de La rana encantada, proyecto dedicado a la promoción de lectura desde 2008 en Caracas. Su más reciente proyecto es la librería, ludoteca y galería Tres Paraguas, en Gavá, Cataluña.

1 comentario:

  1. Me parece fantástico el tema!! Me identifico totalmente con sus consejos. Ninguno de mis sobrinos lee en sus respectivas casas, pero en la mía se animan y hasta piden que leamos.. es porque cuando leo en voz alta es divertido y los he enseñado a valorar las ilustraciones.. como dijo el famoso chespirito: sin querer queriendo, han aprendido que en casa de la tía se lee y es un vínculo especial que tengo con ellos

    ResponderEliminar