lunes, 30 de septiembre de 2013

Ungerer desde su propia voz

Terry Gross entrevista para NPR a Tomi Ungerer. El audio está en inglés, nosotros rescatamos algunos de los temas tratados y los tradujimos: escuchen la picardía del autor desde su propia voz, sigan la conversación y disfruten sus variaciones.

 

Dibujar en tiempo nazi

Los nazis me lavaron el cerebro. Cuando ves cualquier dibujo que hice de niño, encontrarás dos categorías: los que hacía en la escuela y los que hacía en casa. Cabe aclarar que mi destino era ser alemán en la escuela, francés en casa y alsaciano en la calle cuando jugaba con mis amigos. Debo decir, también, que los dibujos que consideraba como míos eran los franceses ya que en la escuela debía dibujar imágenes de propaganda. Ahí fue que aprendí que no se puede vencer a un sistema. De verdad. Cuando estás siendo obligado, si te dicen que hagas algo para el Führer, dibujas para Führer. Así, mis primeros dibujos fueron de Adolf Hitler y sus propagandas. Sin embargo, debo admitir que filtraba elementos graciosos dentro de mis dibujos. Recuerdo una vez que tuve que hacer un retrato del Führer dando un discurso y puse una jarra de cerveza (de la que el Führer no tomaba). Por fortuna, nadie tuvo objeciones. La cosa es que, sin importar el origen de la tiranía, siempre se puede salir uno con la suya, no por medio del asesinato, sino con este otro tipo de cosas. La mente siempre es libre. Nadie puede quitártela.  

Nos obligaron a alistarnos como soldados. La idea era que nosotros no pensáramos por nosotros mismos: el Führer pensaba por nosotros. Para entonces todo se volvió más tranquilizante porque no era un buen alumno. Hasta los profesores me decían que no me preocupara porque el Führer también necesitaba artistas. Es decir, la cosa estaba diseñada para ganarle a los padres; para ganarle los hijos a los padres. Incluso nos ofrecían dinero para dejar a nuestras familias e ingresar a las escuelas Nazis.

Estados Unidos censura el tema del miedo


Sendak y yo tuvimos suerte de encontrar a Ursula Nordstrom, nuestra editora. Ante el tema de la censura, ella fue temeraria. Simplemente no le importó lo que dijera la gente. Debo decir que la mayoría de mis cuentos para niños tienen elementos de miedo. Y, para equilibrar este dato, debo decir también que los niños en mis libros nunca tienen miedo. Esto es un poco autobiográfico. Crecí en la guerra, en la última cabecera de puente que tenían los alemanes sobre el Rin, en Alsacia. Debo decir que vi la guerra como cualquier otro soldado de infantería por tres meses. Pero no recuerdo a mi madre padeciendo de miedo. Creo que el miedo es un elemento inculcado por los adultos la mayoría del tiempo. Y recuerdo que, incluso, bromeábamos durante los bombardeos. Así que siempre he intentado incluir este elemento en mis libros para niños.

La complicidad de los 60 dólares


Oh, hice muchas muchas cosas al llegar a EEUU. Es una tierra de oportunidades. Fue increíble cómo todo el mundo me trató bien. Es esos días, podías llamar a cualquier director de arte o editor, la secretaria te daría una cita y podías ir a enseñar tu obra. Recuerdo haber llegado con 60 dólares en mi bolsillo; no tenía portafolio, por lo que cargaba mis dibujos debajo del brazo. Hasta que un día comenzó a llover y entré a una farmacia que quedaba entre la calle 43 y Broadway, donde creo que aún permanece. Allí, pedí una caja, sabes, para mis dibujos. Entonces me dieron una caja que generó muchas emociones encontradas, porque era una caja de condones Trojan.

Variedad de vocaciones


Para muchas personas, el hecho de que experimentara con diversos géneros y formas de ilustración, fue difícil. Creo que la gente quiere estereotipar a los artistas bajo un mismo estilo a lo largo de toda su vida, para mí esto sería absolutamente aburrido. No podría hacer eso, con el mayor de los respetos. Para mí, cada libro es un reto y cada libro tiene que ser hecho de una manera novedosa. Tengo que intentar hacer algo distinto, y tengo que seguir adelante. Soy inquieto y muy curioso.

¿Por qué ilustrar erotismo?


Porque creo que es, realmente, una forma de libertad. Creo que las personas pueden hacer lo que quieran mientras no hagan daño a nadie, y mientras haya un mutuo consentimiento y todo eso. Y, realmente, el aspecto erótico de mi vida se desarrolló en una época tardía. Además, he sido muy curioso. Sabes, viví en Hamburgo, en un burdel, donde escribí un libro acerca de lo que allí ocurría: el trabajo de mujeres maravillosas que hacen lo que ningún psicoanalista haría. Y como siempre me ha fascinado encontrar el elemento humano detrás de todo...

El lector va primero


Siempre rompí todo tabú posible, tal como lo hizo Maurice Sendak. No con la intención de hacerlo sino porque soy un agente provocador por profesión. Está bien. Pero no siempre intento escandalizar; está dentro de mí. Y pienso, tú sabes, que a los niños les gustan los chistes. Los niños no son idiotas. Ellos saben de dónde vienen los bebés. Lo que desconocen es de dónde vienen los adultos. No respetamos la mente de los niños suficientemente aunque ellos puedan entender todos los chistes dentro de mis libros mejor que nadie.

Entrevista tomada de la web de NPR · Traducción realizada por Laura Sánchez

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