En torno al 80 cumpleaños de Max Velthuijs, Verónica Uribe, editora de Ediciones Ekaré, escribió este artículo. Para conocer a Sapo, viene bien leerlo.
Una inspirada creación
Dicen que todos los ilustradores se dibujan a sí mismos en sus personajes. Pero cuando a Max Velthuijs le preguntaron si él era Sapo, protagonista de su más famosa serie de libros para niños, lo negó con mucha firmeza. Sin embargo, quienes vimos al ilustrador holandés en su visita a Venezuela sumergiéndose en las cálidas aguas del Caribe con un traje de baño con rayas blancas y rosadas, idéntico al que usa el inocente Sapo, no dudamos de que Max era Sapo. Y el convencimiento no vino exclusivamente de su atuendo de baño, sino de su sonrisa, de oreja a oreja, y de alguna de sus reflexiones, como cuando hablando de los viajes, dijo: «Me gusta viajar, pero sólo cuando no tengo que hacerlo. Desde mi casa, miro por la ventana y digo: "Qué agradable sería ir a..." Entonces, justo antes de partir, me siento muy extraño y digo: "¿Por qué he de salir de mi casa? Me gusta este lugar"». Lo mismo piensa Sapo, que ama su casa, su bosque, sus amigos, y sufre de nostalgia cuando, entusiasmado por el espíritu aventurero de Rata, sale un día a correr mundo. Se cansa pronto de las penurias e incomodidades del viaje y añora regresar a su blanda camita (Sapo y el ancho mundo).
Max Velthuijs llegó a los libros para niños después de una exitosa carrera en publicidad (un «mundo hostil», en sus propias palabras) haciendo afiches, avisos, portadas de libros y películas de animación. Fue en 1968 cuando la editorial suiza Nord Sud lo contactó para que ilustrara un libro para niños. Al año siguiente, publicó The boy and the Fish (El niño y el pez), de cuyo texto era también autor. Pocos años después abandonó la publicidad y se ha dedicado desde entonces exclusivamente al campo de la literatura infantil. Ha publicado más de 40 libros que han sido traducidos a 14 lenguas, entre ellas, castellano, inglés, alemás, francés, japonés y coreano.
La serie de Sapo, en su formato original de álbum, ha sido publicada en castellano por Ediciones Ekaré, título por título, desde 1998, a medida que van siendo creadas por su autor. Son las historias de cuatro amigos –Sapo y sus tres compañeros: Liebre, Pata y Cochinito– que viven en medio de un verde bosque. Cada uno se mueve en su ámbito: Liebre leyendo mucho, Cochinito preocupado por cocinar y lavar, Pata medio distraída y Sapo circulando entre ellos, vinculándolos con sus inquietudes, con sus «problemas de la vida».
Pero, ¿cuál es el encanto que encierran estos libros que los ha hecho favoritos de muchos niños y de no pocos adultos? Algunos señalan que la sencillez es una de sus principales virtudes y características.
«Sapo es una inspirada creación, una obra de arte de la simplicidad gráfica. Sapo es poco agraciado, verde y vulnerable y, sin embargo, logra transmitir una dignidad reflexiva», dice una crítica aparecida en The Guardian.
Max Velthuijs mantiene en toda la serie el mismo esquema de diseño: el texto siempre abajo y las imágenes ocupando las dos terceras partes de la página, la mayoría enmarcadas y algunas desplegadas en doble páginas y sangradas. Es un planteamiento simple y riguroso que representa una fluida transición entre el álbum de gran formato y el libro de primeras lecturas. Casi todas las imágenes son de plano general. No hay primeros planos ni perspectiva distinta de la frontal. Hay una direccionalidad notoria de izquierda a derecha en todas las historias, y las imágenes, en su dinámica, nos impulsan a pasar la página.
Cuando se habla de las ilustraciones de Max Velthuijs, muchos mencionan los colores brillantes y el fuerte trazo negro del dibujo. Pero más que estas características, típica de lo que se supone gusta a los niños pequeños, resaltan la expresividad de los personajes que dejan ver, con humor y también ternura, sus estados de ánimo, sus propósitos, sus emociones.
La mayor parte de las historias de Sapo y sus amigos suceden al aire libre: en el bosque, en la laguna, en el río. Este paisaje de mucho verde, de cielo abierto, transmite alegría y gozo, deleite en la naturaleza y amor por la vida, y nos habla de personajes que se mueven en su mundo con libertad y seguridad.
Una rata inmunda y sucia
Pero junto con este planteamiento gráfico simple y animoso, lo que atrae en los libros de Sapo son las historias mismas y el encanto con que están contadas. «Velthuijs limpia toda la solemnidad fatua de los grandes temas», señala un crítico. Y, ciertamente, para abordar el amor, la muerte, la amistad, la nostalgia, el racismo, Velthuijs tiene una levedad que se agradece. Tanto es así que, por fortuna, más que ver «objetivos transversales» y la «cuestión valórica», los docentes, como los otros mortales, se dejan encantar por Sapo y sus tribulaciones expresadas con una mirada inocente y desprejuiciada, en diálogos llenos de humor.
Sapo enamorado es uno de los títulos favoritos de los niños, como lo señala el mismo Max Velthuijs. En este episodio, Sapo está preocupado porque no se ha sentido bien. Tiene ganas de reír y de llorar al mismo tiempo y no sabe si está feliz o triste. Pasa por casa de Liebre y le cuenta:
«–A veces tengo calor y a veces tengo frío –dijo Sapo–. Y hay algo que hace tunk tunk dentro de mí, aquí.
Y se puso la mano en el pecho.
Liebre pensó profundamente como un doctor de verdad.
–Ya veo –dijo–. Es tu corazón. El mío hace tunk tunk también.
–Pero el mío algunas veces hace tunk tunk más rápido de lo normal –dijo Sapo.
Liebre sacó de su biblioteca un enorme libro y pasó las páginas.
–Ajá –dijo–. Oye esto. Latidos acelerados, sudores fríos y calientes... ¡Estás enamorado!
–¿Enamorado? –preguntó Sapo sorprendido–. ¡Estoy enamorado!
Y se puso tan contento que de un salto salió de la casa y brincó hasta el cielo».
Otro de los títulos notables de la serie es Sapo y el forastero. Notable desde la primera escena en que aparece Cochinito saliendo del bosque con gesto alarmado, mirando hacia atrás, hacia «lo desconocido», que los lectores no podemos ver todavía.
«–¿Ya lo vieron? –preguntó Cochinito alborotado cuando encontró a Sapo y a Pata.
–No –dijo Pata–. ¿Cómo es?
–A mí me parece una rata inmunda y sucia –contestó Cochinito–. ¿Qué habrá venido a hacer aquí?
–Hay que tener cuidado con las ratas –dijo Pata–. Son todas unas ladronas.
–¿Cómo lo sabes? –preguntó Sapo.
–Eso lo sabe todo el mundo –dijo Pata indignada».
Pero Sapo no está seguro y decide ir a visitar al forastero esa misma noche. Agazapado tras unos arbustos, Sapo mira a Rata en su campamento al lado del bosque. En una doble página llena de azul y verde, muy hermosa, vemos a Rata calentando su comida en un sabroso fuego. El olor es delicioso y Sapo piensa que todo se ve muy acogedor. El día siguiente lo cuenta a sus amigos:
«–Parece un tipo simpático –dijo Sapo.
–Cuidado –dijo Cochinito. Recuerda que es una rata inmunda.
–Te apuesto a que se comerá toda nuestra comida y que nunca trabajará –dijo Pata–. Las ratas son todas unas flojas y unas aventureras».
Sapo, sin embargo, continúa visitando a Rata y se han amigos. Esto le parece muy mal a Cochinito y a Pata.
«–No deberías andar con esa rata inmunda.
–¿Por qué no? –preguntó Sapo.
–Porque es distinto a nosotros –contentó Pata.
–¿Distinto? –contestó Sapo. Pero todos somos distintos.
–No –dijo Pata. Nosotros somos iguales, somos todos de aquí. Rata no es de aquí».
Así Velthuijs retrata la forma en que se configura en una pequeña comunidad la desconfianza y agresión hacia los forasteros y diferentes. El prejuicio se contrapone a la inocencia de Sapo, a sus preguntas lógicas, como muchas de las que hacen los niños y que suelen dejar trastabillando a los adultos.
En Sapo y la canción del mirlo hay otro diálogo excepcional cuando Sapo encuentra un pájaro tendido en el suelo del bosque muy quieto, sin moverse. Cochinito cree que está dormido, pero Pata piensa que está enfermo. Cuando Liebre lo ve, dice:
«–Está muerto.
–Muerto –dijo Sapo–. ¿Qué es eso?
Liebre señaló el cielo azul.
–Todo muere –dijo.
–¿Nosotros también? –preguntó Sapo.
Liebre tenía dudas.
–Quizás cuando seamos viejos».
Helo aquí una vez más: con una simplicidad resistente a la trivialización, la narración logra abordar el tema más complejo y trascendente de la experiencia humana. Gracias a esta simplicidad, el mundo de Sapo es un lugar accesible en el que además de encontrarnos con historias divertidas o intensas, nos sentimos partícipes de una experiencia en común; común a la de Sapo y sus amigos, pero, en definitiva, común a la de todos. Sí, a veces es posible que un sapo verde e inocente pueda conectarnos con la humanidad.
URIBE, V. (2003) 'Sapo y los problemas de la vida'. En Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil 163. Barcelona: Editorial Fontalba.
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