Imaginen por un momento que están en Ciudad del Cabo, África, en una sala llena por grandes conocedores, creadores, fanáticos y lunáticos de la literatura infantil, todos reunidos para dar medalla a las ideas que cuentan grandes historias y trazan líneas permanentes en la cabeza de los niños del mundo. Se preguntarán lo que observan, pues bien: Bienvenida a la entrega del premio Hans Christian Andersen, año 2004. Tiene la palabra el presidente del jurado, el señor Jeffrey Garret:
El momento ceremonial más importante de cada congreso IBBY de los últimos 50 años, ha sido aquel en el que se reconoce a los ganadores de nuestro más elevado premio: la medalla que lleva el nombre de los mejores cuentacuentos del mundo, la Hans Christian Andersen, presentada bajo la tutela y protección de Margarita, reina de Dinamarca.
(Aplausos)
El momento ceremonial más importante de cada congreso IBBY de los últimos 50 años, ha sido aquel en el que se reconoce a los ganadores de nuestro más elevado premio: la medalla que lleva el nombre de los mejores cuentacuentos del mundo, la Hans Christian Andersen, presentada bajo la tutela y protección de Margarita, reina de Dinamarca.
Este año otorgamos este premio a dos laureados, y yo tengo el honor y el placer de presentárselos –primero con algunos comentarios acerca de sus logros y luego, casi por acto de magia, en persona, como si un conjuro los hubiese hecho aparecer justo frente a nuestros ojos en un lugar tan distante de sus hogares, con el propósito especial de aceptar este premio. He llegado a conocer bien sus trabajos en el curso del último año, terminado en el encuentro del jurado el pasado abril en Basel, donde fueron seleccionados de entre un grupo de 50 destacados candidatos de todas partes del mundo.
¿Cómo presentárselos, describir sus logros, ubicarlos en un contexto más amplio, o quizás, en contexto el uno con el otro? Mientras me ocupaba de esto, recordé a uno de mis profesores de la Universidad de Munich. Era el romanista y lingüista Harald Weinrich, luego electo al Collège de France. Él me dio la primera lección de cuentos populares y de hadas. Sí -dijo-, es favorable iniciar la experiencia del niño en la literatura con una clara distinción entre el mundo de las historias y el mundo fáctico porque, en primera instancia, los niños no ven diferencias entre estos dos mundos y tratan de influir en el curso de la historia (pensemos, por ejemplo, en cuando van al teatro de títeres). Gradualmente, la diferencia entre los que Weinrich llamaba “mundo narrado” y “mundo descrito”, se volvió más clara –esto permitió que notara que la historia puede actuar en el niño de una manera sutil y directa. De igual modo, los cuentos populares y de hadas presentan el tema de la bondad y la maldad, lo bueno y lo malo como categorías inconfundibles en primera instancia: le separan la complejidad del mundo al niño, dándole la base sólida de valores que proporcionan los cuentos de hadas –para luego presentarles las complejidades, contradicciones, crueldades y paradojas. Estos niños estarán, de este modo, bien preparados para actuar frente al mundo, fundamentados e inspirados por la importancia de las ficciones que han internalizado, ficciones más verdaderas que los propios hechos, que los han dotado de una matriz para interpretar lo que ven, cómo se sienten con respecto a sí mismos y cuál es la base de sus ideas, sus nociones de la verdad, sus visiones y planes de acción para cambiar el mundo.
El ganador del Hans Christian Andersen en ilustración es Max Velthuijs, de Holanda. Velthuijs se nos presenta bajo el aspecto de un contador de fábulas, que como Esopo, presenta temas apartados de la estupidez, la vanidad y la mezquindad de nuestras comunidades; en cambio, habla de la nobleza de nuestras emociones naturales, el poder de la amistad y el amor, el inestimable valor del individuo y sus diferencias, y el triunfo de la vida sobre la muerte. Las historias de Kikker, o Sapo, y su diverso grupo de amigos, son obras en miniatura de nuestra época que demuestran, en viñetas enmarcadas –como si estuviesen en un escenario-, que la vida puede ser dura pero buena al final, momento en el que habrá tranquilidad: no rendirse, no perder la fe, porque se es más fuerte de lo que se piensa, y no se está solo.
A pesar de que en el retrato de Velthuijs que escribe Toin Duijx para Bookbird se hace énfasis en el humor y la seguridad del ganador del Andersen de este año, estas cualidades no carecen de elementos reales. Velthuijs no niega que la vida y la niñez son una combinación de miedo con peligro, tristeza, odio y violencia. Esto no es Hollywood, Sapo no es un superhéroe, y no todas las cosas son, ni el mejor de los mundos, para el bien de todos. El valor de su mensaje está en enseñar a sus lectores jóvenes el camino a través de la oscuridad hasta el otro lado, y cómo el coraje y la amistad hacen posible este camino.
Recibe la medalla con un sapo al bolsillo, del lado del corazón, Max Velthuijs:
La decisión que ha tomado el jurado de concederme este premio, me llena de orgullo. Pero también me sorprende, ya que ganar premios nunca fue uno de mis objetivos. ¿Significa esto que soy “el mejor”? Claro que no. Hay muchos ilustradores talentoso que son probablemente mejores que yo. Pero aprecio este homenaje como una señal de reconocimiento de que soy uno de ellos. Y hoy, puedo detenerme en el tope de la montaña y estar, de cierta manera, orgulloso. De cualquier modo, cuando pienso en el camino que caminé y en la lucha que sostuve para llegar acá, me llena también una sensación de tristeza. Me brota la nostalgia cuando pienso en el momento en que nació Sapo. Cómo traté de comunicar un sentimiento con un pincel, algo de pintura y un pedazo de papel. Pero, ¿dibujar es así de difícil? Cuando sucede que has nacido con un poquito de talento, entonces no está tan mal. Dibujar un sapo no es tan difícil. Pero, ¿cómo dibujar un sapo enamorado? ¿O un sapo con miedo? ¿Hay reglas o lineamientos que puedan ayudar? Para esto, el talento por sí solo no es suficiente. Ahora necesitas la sensibilidad. La esencia de esta profesión es la de compartir algo con el espectador. Y cuando escucho de los padres y niños cuánto les gustan Sapo y sus amigos, me supera un sentimiento de felicidad y logro. Y cuando me preguntan cómo lo hice, tengo que responder la pregunta con un simple: “No lo sé”. Sólo puedo decir que hice mi mejor esfuerzo y que traté de transmitir mis sentimientos de una manera honesta. Porque de eso se trata todo. El reconocimiento del jurado me llena de orgullo y alegría. Pero el que alcanza el tope de una montaña, debe bajar de ella de nuevo. De vuelta a la mesa de dibujo, donde todo inicia, porque la vida continúa. En corto tiempo, me encontraré a mí mismo de nuevo frente al papel en blanco, con el pincel y algo de pintura, para empezar de nuevo la batalla. La lucha por traducir mis fantasías en imágenes. Ningún premio Andersen podrá ayudarme entonces, sólo tendré la esperanza de poder hacerlo de nuevo. Porque siempre es tan difícil como la primera vez. Las historias han sido contadas desde el inicio de los tiempos, y transmitidas de generación en generación, para que no sean olvidadas. El hecho de que la IBBY haya creado el premio Andersen, ayudará a asegurarnos de que así sea.
(Aplausos)
Discursos originales en inglés tomados de la web de la IBBY · Traducido por Laura Sánchez
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