Rosana Faría, ilustradora de Pin Uno Pin Dos; Niña Bonita; Jararaca, Perereca y Tiririca y Un diente se mueve, narra su encuentro con las técnicas apropiadas para cada libro publicado con Ekaré.
Jararaca, Perereca y Tiririca
Un diente se mueve
Pin Uno Pin Dos
Mi
primer proyecto con Ediciones Ekaré fue este pequeño libro de la
colección Rimas y Adivinanzas; al ser la puerta de entrada a esta
editorial, significaba mucho para mí. Pin Uno Pin Dos fue
ilustrado totalmente con un rapidograph marca Rotring, punta 0.2, con
un dibujo figurativo limpio en el que utilicé un achurado sencillo para
sombrear. Luego Irene Savino, la directora de arte, utilizó tramas de
mediotono para hacerle fondos de color plano, que es un verde pantone
357 C, en vez de negro, lo que le da esa apariencia sutil.
Niña Bonita
Este
segundo proyecto fue una confirmación de la buena acogida de mi trabajo
anterior y la oportunidad para desplegar y demostrar mi profundo amor
por el oficio. Decidí utilizar el creyón de madera profesional
Faber-Castell sobre papel Fabriano de algodón texturizado, en un formato
de 40x32 cm, casi el doble del tamaño al que se reproducirían las
ilustraciones. Con esto logré un efecto de delicada filigrana en la que
los tonos pasteles del iluminado paisaje playero colorearon el entorno
contrastante: el negro de la piel y cabellos de la niña, que Ana Maria
Machado me había encargado como la más bella del mundo, resaltan dulcemente, logrando, como me diría Jorge Elías Luján, "iluminar con el negro".
Jararaca, Perereca y Tiririca
El
collage fue la técnica escogida para ilustrar esta historia por una
sugerencia de Monika Doppert: “Ilustra con materiales con los que se te
dificulte expresarte”. Una historia que corría el riesgo de convertirse
en panfletaria no podía ilustrarse con técnicas suaves y dulces. Había
que usar una técnica transgresora, que convocara el humor. El collage,
entonces recomendación de Irene Savino, representa en esta historia el
avance de la tecnología por encima de la naturaleza, ilustrada en
gouache. La permanencia de Tiririca en contra de toda adversidad está
exaltada en la última escena.
Un diente se mueve
En este proyecto se me daba la oportunidad de volver a tener una
protagonista humana y hermosa, por lo que le pedí a mi sobrina Eloísa Toro que
fuese mi modelo. Yo quería retomar la acuarela aunque
no estaba segura de querer utilizarla de la manera que lo había hecho en otros
libros. Entonces Ana Carolina Palmero, la
directora de arte con quien hice equipo en este proyecto, hizo una prueba digital
que me fascinó y me impulsó a buscar el soporte que me permitiera lograr tanta
libertad con la acuarela. En ese momento apareció Ricardo Benaim, quien me
permitió usar su taller y buscar entre su colección de papeles traídos de todo el
mundo: allí conseguí un maravilloso papel de arroz sobre
el cual pinté la historia.
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